“He venido como pastor pero sobre todo como hermano a compartir su situación y hacerla también mía”, dijo en un discurso antes de estrechar la mano uno por uno a los presos sentados en filas en un amplio salón.
Francisco intercambió incluso algunas palabras con varios de ellos y recibió de regalo una hermosa silla fabricada por los propios detenidos.
En su mensaje en español, criticó que “es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades”.
“Este momento en su vida solo puede tener una finalidad: tender la mano para volver al camino, tender la mano que ayude a la reinserción social”, aseguró, señalando que esto “levanta la moral de toda la comunidad”.
“Sean forjadores de oportunidades, sean forjadores de camino, de nuevos senderos. Todos tenemos algo de lo que ser limpiados, purificados. Que esa conciencia nos despierte a la solidaridad”, dijo a los detenidos.
La visita del papa a la prisión tuvo lugar poco después de una reunión que sostuvo con un grupo de víctimas de actos pedófilos cometidos por sacerdotes, educadores y miembros de sus familias, en la que prometió que “todos los responsables rendirán cuentas”.
El papa llegó a Filadelfia el sábado procedente de Nueva York y cerraba este domingo su gira de seis días por Estados Unidos con una misa multitudinaria en el festival de familias católicas.
El jueves en Washington, en un inédito discurso ante el pleno de las dos cámaras del Congreso, Francisco reiteró con fuerza su oposición a la pena de muerte en el mundo.
La gran mayoría de los legisladores estadounidenses está a favor de la pena capital, que rige en 31 de los 50 estados del país.
Pero, como 10 de esos estados han renunciado en la práctica a condenar a los convictos con el máximo castigo, quedan en realidad 21 que la aplican.