Este es el segundo reporte que rechaza la principal conclusión que el gobierno mexicano presentó aproximadamente hace un año sobre lo ocurrido a los alumnos, quienes la noche del 26 de septiembre del 2014 fueron detenidos en la ciudad sureña de Iguala por policías municipales y ya no se supo más de ellos.
En septiembre, expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aseguraron que tras encargar un peritaje independiente de lo sucedido en el basurero de Cocula, una localidad vecina a Iguala, se estableció que no pudieron haber sido quemados ahí los jóvenes.
La desaparición de los estudiantes ha sido uno de los golpes más fuertes que ha sufrido el presidente Enrique Peña Nieto, quien asumió en diciembre de 2012 y ha tenido que reconocer que es una de las causas de la desconfianza social actual hacia su gobierno.
Tras el informe de los expertos de la Comisión Interamericana, el gobierno anunció que encargaría otro peritaje para analizar lo que sucedió en el basurero, lo cual no ha ocurrido hasta ahora.
El informe del EAAF, cuya elaboración tomó más de un año, incluyó un análisis multidisciplinario de diversos elementos encontrados en el basurero, como restos óseos, plantas, excremento, insectos, rocas, vidrios, casquillos y neumáticos. También se analizaron fotografías satelitales.
La conclusión de los argentinos es que en el lugar hubo múltiples incendios de diversa intensidad a lo largo de años, pero ninguno de las dimensiones necesarias para quemar a 43 personas.
A principios de 2015, el entonces procurador Jesús Murillo Karam dijo que las investigaciones oficiales habían dado con la “verdad histórica” de lo sucedido: los estudiantes, dijo, fueron detenidos por policías municipales y entregados a un grupo del narcotráfico que los calcinó en el basurero de Cocula y luego lanzó las cenizas en bolsas a un río cercano.
Hasta ahora las autoridades han dicho que se ha identificado a dos estudiantes a partir de restos encontrados en las bolsas: Alexander Mora y Jhosivani Guerrero, aunque sólo con el primero se logró una identificación plena vía ADN.
En el caso de Guerrero, la identificación se hizo con menor certeza debido a que el deterioro de los restos sólo permitió hacer análisis genéticos experimentales que forenses, como los argentinos, consideran imprecisos.
Además, como ningún miembro del EAAF estuvo presente cuando se recogieron las bolsas, el grupo sostiene que no hay evidencia científica para asegurar que esos restos provenían del basurero.