“Nuestro trabajo era matar a criminales como traficantes de droga, violadores y ladrones”, dijo en la sesión televisada el filipino Edgar Matobato, un asesino confeso y supuesto exmiembro de un grupo que operaba bajo las órdenes de Duterte cuando dirigía la alcaldía de Davao.
Matobato afirmó haber participado en unos 50 asesinatos como miembro de los llamados “Escuadrones de la Muerte de Davao” y añadió que Duterte también les ordenó que secuestraran y mataran a algunos de sus rivales y enemigos.
Entre otros, colaboró en el asesinato de cuatro integrantes del bando de Prospero Nograles cuando le disputaba a Duterte la alcaldía de Davao.
“Les estrangulamos. Les abrimos las tripas y luego cargamos sus cadáveres en un barco y les echamos al mar”, relató Matobato sobre estas cuatro víctimas.
El testimonio de Matobato se enmarca en la investigación que el Senado lleva a cabo sobre las ejecuciones extrajudiciales ocurridas en Filipinas dentro de la campaña contra las drogas que lanzó Duterte cuando comenzó su mandato, el 30 de junio del 2016.
Las declaraciones de testigo en el Senado concuerdan con las acusaciones vertidas por organizaciones internacionales como Human Rights Watch hace años sobre el periodo de Duterte al frente de Davao.
“Para Rodrigo Duterte, los brutales 'Escuadrones de la Muerte' que se han cobrado la vida de más de mil personas mientras él ocupaba el puesto de alcalde de Davao (…) no son un problema. Son una plataforma política”, dijo Human Rights Watch (HRW) en una de las muchas denuncias que ha hecho contra él durante los años.
Matobato también afirmó que “Duterte dio la orden de matar a musulmanes en las mezquitas” en 1993, después de la explosión de una bomba en la catedral de la ciudad.
El exsicario incluso inculpó a Paolo Duterte, el primogénito del presidente, y lo calificó de drogadicto, una acusación polémica dada la campaña contra la droga que dirige su padre y que ha causado la muerte de casi tres mil 500 supuestos narcotraficantes y drogadictos.
Paolo fue acusado asimismo por el antiguo sicario de haber ordenado el asesinato del empresario filipino Richard King, con quien, según el testigo, competía por la atención de una mujer.
El secretario de comunicaciones de la Presidencia de Filipinas, Martin Andanar, rechazó las acusaciones y aseguró que el jefe del Estado “no sería capaz de ordenar” el ataque a mezquitas y musulmanes.
Duterte no ha hecho comentario alguno sobre la comparecencia de Matobato en su primer discurso público, pronunciado hoy durante una visita a un campamento militar en la provincia de Bulacan, cerca de Manila.
El presidente filipino ha presumido en numerosas ocasiones de que la muerte de criminales en Davao fue un método “muy efectivo” para reducir la tasa de delincuencia, una de las más altas del país cuando él llegó a la alcaldía, en 1988.
“Ahora somos la novena ciudad más segura del mundo. ¿Cómo creéis que lo he hecho? (…) Les maté a todos (los criminales)”, ha dicho Duterte numerosas veces.
El mandatario ha llamado en varias ocasiones a ciudadanos y policías a matar a traficantes y consumidores de drogas como parte de su campaña contra los estupefacientes.
Casi tres mil 500 supuestos narcotraficantes y drogadictos han muerto desde que Duterte empezó a gobernar: cerca de mil 500 en operaciones policiales y el resto a manos de grupos de “vigilantes”, según datos de la Policía.