El domingo por la noche las autoridades anunciaron haber trasladado a un campo de desplazados a 275 mujeres y niños en la capital del estado de Adamawa, Yola.
Traumatizadas y algunas víctimas de la desnutrición, las exrehenes quedaron en manos de la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias (NEMA) , que las asiste con apoyo psicológico y trabaja para facilitar su reinserción social.
“Ocho mujeres y quince niños fueron hospitalizados por heridas producidas durante la operación de rescate” , declaró un portavoz de la agencia, Sani Datti.
Según Saad Bello, coordinador de la NEMA en el estado de Adamawa, muchas mujeres padecen depresión profunda.
“Algunas muestran verdaderas señales de (sufrir) un trauma y nosotros intentamos que entiendan que esto no es el fin de sus vidas” , explicó.
En el campamento, se les proporcionaron alimentos, mantas, mosquiteras, jabón y detergente y se sometió a las mujeres a exámenes médicos para determinar si tienen enfermedades de transmisión sexual, señaló Manzo Ezekiel, otro portavoz de la NEMA.
Una de las rehenes, Binta Abdullahi, de 18 años, había sido secuestrada en su pueblo cerca de Madagli, en el norte del estado de Adamawa, hace más de un año. Logró recobrar la libertad pero otras no corrieron su misma suerte.
“Cuando los militares asaltaron el campo donde estábamos detenidas, nuestros secuestradores nos dijeron que nos refugiáramos bajo los árboles y los arbustos para escapar a los bombardeos del ejército” , declaró la joven a los periodistas a su llegada a Yola.
“Las mujeres que estaban escondidas bajo los árboles fueron atropelladas por los carros de combate que avanzaban sin saber que estaban allí” , declaró Binta Abdullahi.
“Los soldados hicieron subir a los vehículos a las que estaban demasiado débiles o enfermas y pidieron a las otras que caminaran tras ellos para esquivar las minas esparcidas por Boko Haram por todas partes“, explicó.
Matrimonios forzados y abusos sexuales
Binta Abdullahi explicó que había estado detenida en dos sitios distintos antes de que la llevaran al bosque de Sambisa el mes pasado.
Al parecer, Binta pasó por el “cuartel general” de Boko Haram en Gwoza, una ciudad del noreste de Nigeria donde el grupo, que juró fidelidad a la organización yihadista Estado Islámico, proclamó un “califato” el año pasado sobre los territorios que controlaba en aquel momento.
Sus dos hermanas, que también fueron secuestradas, consiguieron huir pero ella decidió quedarse pues se había hecho cargo de tres niños de entre tres y cuatro años cuyas madres no figuraban entre las cautivas. “No podía abandonarlos”, explicó.
Su testimonio se parece al de otras rehenes que hablaron sobre matrimonios forzados, abusos sexuales y maltrato psicológico por parte de sus captores. A algunas se las obligó a ir a luchar al frente.
“Nos pidieron que nos casáramos con miembros de Boko Haram pero les dijimos que eso no era posible porque ya estábamos casadas” , dijo la joven.
“Entonces nos dijeron que nos venderían como esclavas llegado el momento”.
Lapidadas antes de huir
Aunque los disparos señalaban la proximidad de los salvadores, el horror no terminaba: los combatientes de Boko Haram lapidaban a las prisioneras, un vehículo militar arrollaba a varias niñas y mujeres, y tres morían por el estallido de una mina cuando caminaban hacia su libertad.
Entre lágrimas y sonrisas, y los ojos llenos de dolor, las sobrevivientes que habían pasado meses en poder de los extremistas islámicos narraron el domingo sus vivencias trágicas en su primer día fuera de la zona de conflicto.
“Aquéllas de nosotras que sobrevivieron sólo debemos alabar a Dios por estar vivas”, señaló Lami Musa, de 27 años, que mecía a su niña de cinco días de nacida. Musa fue una de las 275 niñas, mujeres y sus hijos chicos que recibían atención médica y se les anotaba en un registro un día después de que se les pusiera a salvo.
Muchas de estas personas estaban confundidas y traumatizadas. Las fuerzas militares de Nigeria dijeron que en la última semana liberaron a casi 700 personas que Boko Haram tenía prisioneras.
Se desconoce si entre las liberadas figuraban las llamadas “niñas chibok”, cuyo secuestro colectivo de una escuela hace un año suscitó la indignación mundial y propició el inicio de una campaña en internet para liberarlas con el hashtag (hash) BringBackOurGirls.
Musa estuvo en el primer grupo de mujeres y menores rescatadas a las que se transportó por tierra durante tres días hasta lugar seguro en el campamento para refugiados de Malkohi, una polvosa escuela abandonada que se encuentra entre árboles frente a un cuartel militar en las afueras de Yola, capital del estado de Adamawa, en el noreste.
Gracias a la operación de rescate efectuada la semana pasada, Musa se salvó de que la desposaran a la fuerza con uno de los asesinos de su esposo, narró la víctima. “Me llevaron porque me casarían con uno de sus comandantes”, dijo Musa en referencia a los extremistas que la secuestraron de su aldea después de que mataron a su esposo y la obligaran a abandonar a sus tres hijos chicos, de quienes no sabe nada.
Estos hechos ocurrieron hace cinco meses en la aldea Lassa. “Cuando se fijaron que yo estaba embarazada, dijeron que me había embarazado un infiel y ya lo matamos. Cuando des a luz, te casaremos dentro de una semana con nuestro comandante”, dijo la mujer con lágrimas que le escurrían por las mejillas ante el recuerdo de su esposo y de sus hijos perdidos.
Musa dio a luz a una niña de pelo ensortijado la noche anterior al rescate de la semana pasada. Cuando se escucharon los disparos, integrantes de “Boko Haram vinieron y nos dijeron que se marchaban y que debíamos huir con ellos.
“Pero nos negamos”, afirmó Musa desde una cama en una clínica en el campo. La mujer tenía envueltos los tobillos con una sábana porque estaban muy inflamados, así que cada paso que había dado fue una agonía.
“Después comenzaron a apedrearnos. Puse a mi bebé contra mi vientre y me doblé para protegerla”, afirmó mientras su cintura se encogía por reflejo como si todavía intentara cubrir a su recién nacida.
Ella y otra sobreviviente de la lapidación, Salamatu Bulama, de 20 años, dijo que varias niñas y mujeres fueron asesinadas, pero no sabían la cifra. Los horrores no terminaron con la llegada de las fuerzas militares.
Un grupo de mujeres se escondió entre la maleza, donde no podían verlas los soldados que se desplazaban en un transporte blindado de personal, que pasó encima de ellas. “Creo que las que murieron ahí serían unas 10 más o menos”, señaló Bulama.
Otras mujeres murieron por las balas perdidas, afirmó Bulama, quien identificó a tres de las víctimas. Como no había suficientes vehículos para transportar a todas las personas liberadas algunas mujeres tuvieron que marcharse a pie, declaró Musa.
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Entrevista que la cadena de noticias CNN hizo a una mujer que estuvo secuestrada por Boko Haram. (YouTube).
Quienes se marcharon caminando habían recibido la indicación de que se fueran por arriba de las marcas de los neumáticos de la caravana porque los extremistas de Boko Haram habían minado gran parte del bosque.
Sin embargo, algunas de las mujeres deben haberse perdido porque estalló una mina y tres de ellas perdieron la vida, agregó.