El Kremlin aseguró, sin dar detalles, que Gershkovich había sido descubierto “con las manos en la masa” y advirtió a Washington que no tome represalias contra los medios rusos en Estados Unidos.
El servicio federal de seguridad ruso (FSB) indicó que “frustró las actividades ilegales del ciudadano estadounidense Evan Gershkovich (…) corresponsal de la oficina de Moscú del diario estadounidense The Wall Street Journal”, al que acusa de “espiar para el gobierno estadounidense”.
El periodista se declaró no culpable de las acusaciones, según la agencia oficial rusa TASS.
El Wall Street Journal dijo estar “profundamente preocupado por la seguridad” de Gershkovich, negó los cargos contra su reportero y solicitó su “liberación inmediata”.
Antes de incorporarse al WSJ en 2022, el reportero trabajó para la AFP en Moscú y anteriormente, para el sitio en inglés The Moscow Times. Gershkovich habla ruso perfectamente; su familia emigró de Rusia a Estados Unidos cuando era niño.
La oenegé Reporteros sin Fronteras (RSF) se declaró “alarmada” por “lo que parece ser una medida de represalia” y Francia reaccionó con “preocupación”, pidiendo a Moscú que respete la libertad de prensa.
El delito de espionaje está castigado en Rusia con penas de entre diez y veinte años de prisión, según el artículo 276 del código penal.
“¿Rehén?”
Las autoridades rusas confirmaron que Gershkovich, de 31 años, trabajaba con una acreditación de prensa expedida por el ministerio de Relaciones Exteriores ruso.
Añadieron que fue detenido por recabar información “sobre una empresa del complejo militar-industrial ruso”.
“El extranjero fue detenido en Ekaterimburgo cuando intentaba obtener información clasificada”, detalló el FSB, en referencia a una ciudad del centro de Rusia situada a mil 800 kilómetros al este de Moscú.
Según la analista política rusa independiente Tatiana Stanovaya, el FBS podría haber tomado al periodista “como rehén” en vista de un intercambio de prisioneros.
Por su parte el viceministro ruso de Exteriores, Serguéi Riabkov, dijo tras preguntas sobre un posible intercambio que hay que ver “cómo evoluciona” este caso.
“No plantearía la pregunta de esta forma ahora porque, como saben, estos intercambios que tuvieron lugar en el pasado fueron por personas que ya cumplían penas, incluyendo ciudadanos estadounidenses por cargos bastante graves”, indicó Riabkov, citado por las agencias de prensa rusas.
Intensificación de la represión
Varios ciudadanos estadounidenses se encuentran actualmente en prisión en Rusia y tanto Washington como Moscú se han acusado mutuamente de llevar a cabo detenciones por motivos políticos.
Entre ellos figura Paul Whelan, un exmarine de 53 años detenido en 2018, que cumple una condena de 16 años de cárcel por espionaje.
En el último año se han producido varios intercambios de prisioneros de alto nivel entre ambos países.
En diciembre, Moscú liberó a la estrella del baloncesto estadounidense Brittney Griner, detenida por introducir aceite de cannabis en el país, a cambio del traficante de armas ruso Viktor Bout.
La prensa rusa y los periodistas críticos con el Kremlin son a menudo objeto de persecuciones penales en Rusia, algo de lo que en general se libraban hasta ahora los periodistas extranjeros.
Paralelamente, se han endurecido las condiciones de expedición de acreditaciones para periodistas extranjeros, de las que dependen los visados.
Los reporteros extranjeros también son seguidos a veces por los servicios de seguridad durante sus reportajes, especialmente fuera de Moscú.
En este contexto, muchos medios occidentales han reducido considerablemente su presencia en Rusia desde la entrada de las fuerzas rusas en Ucrania, en febrero de 2022.