Pero no todas las ciudades son iguales. Según un estudio nuevo publicado el lunes en la revista Nature Ecology & Evolution, la urbanización afecta más a los mamíferos silvestres de las zonas más calurosas y con menos vegetación que a aquellos que viven en áreas más frescas y con más vegetación. Los resultados sugieren que el cambio climático podría exacerbar los efectos de la urbanización en los animales silvestres.
“A medida que aumenta la temperatura del clima, el calor de nuestras ciudades va a seguir representando un desafío tanto para nosotros como para la vida silvestre”, afirmó Jeffrey Haight, becario posdoctoral de la Universidad Estatal de Arizona y autor del estudio nuevo.
Los investigadores analizaron fotografías tomadas por cámaras de fauna salvaje en 725 puntos de 20 ciudades estadounidenses. Las ciudades, entre las que estaban Chicago, Phoenix y Tacoma, Washington, participaban en la Urban Wildlife Information Network, un proyecto de recopilación de datos sobre la biodiversidad urbana. En cada ciudad, las cámaras se instalaron en distintos lugares; algunos de ellos, como los cercanos a aeropuertos o autopistas, eran muy urbanos, mientras que otros, como parques y senderos, estaban menos urbanizados.
Los científicos estudiaron las fotografías tomadas durante el verano. Detectaron un total de 37 especies de mamíferos nativos, como mapaches, ardillas, conejos, zorros, pumas y ciervos.
En general, según los investigadores, los mamíferos salvajes eran más comunes y diversos en los lugares menos urbanizados, lo que refuerza las conclusiones de otros estudios; sin embargo, la fauna silvestre parecía soportar mejor la urbanización en las ciudades frescas o exuberantes (donde abundan las plantas sanas y verdes) que en las más cálidas o áridas.
Por ejemplo, a medida que se urbanizaban los lugares donde se instalaron las cámaras, la diversidad de mamíferos disminuyó más en la cálida ciudad de Los Ángeles que en Salt Lake City, que es más fresca. Aunque Sanford, Florida y Phoenix tienen temperaturas similares, Sanford tiene mucha más vegetación que Phoenix. Los científicos descubrieron que las zonas urbanas de Sanford albergaban comunidades de mamíferos más diversas que las zonas igualmente urbanas de Phoenix.
Los investigadores aún no saben a qué se deben estos patrones, pero es un hecho que las ciudades atrapan el calor, lo que las hace más cálidas que las zonas menos desarrolladas de sus alrededores. En las ciudades que ya tienen un clima cálido, este efecto de isla de calor urbano podría “estar dificultando la vida cada vez más”, especuló Haight. En lugares más frescos, el calor relativo de las ciudades también podría ser una ventaja para los animales que buscan un hogar templado.
En cuanto a la vegetación, el propio verdor podría proporcionar alimento y hábitat a los animales urbanos, pero las ciudades verdes también tienden a ser más húmedas, lo que podría significar que otros recursos, como el agua, están más accesibles, aseveró Haight.
Según los investigadores, los animales de mayor tamaño, como los pumas y los alces, también se vieron más afectados por la urbanización que los más pequeños. Esto puede deberse a que los animales grandes necesitan más espacio para moverse. “Aunque hay mucho hábitat dentro de las ciudades, suele estar muy fragmentado”, señaló Haight. También es posible que los humanos sean menos tolerantes con los animales grandes que deambulan por las ciudades, añadió.
Los mamíferos urbanos no se han estudiado con la misma profundidad que las plantas o las aves urbanas, y recopilar datos sobre 37 especies de 20 ciudades fue “toda una hazaña”, dijo Christine Rega-Brodsky, experta en ecología urbana de la Universidad Estatal de Pittsburg, Kansas, quien no participó en la investigación. “Nuestro mundo se está urbanizando con rapidez y está experimentando una crisis de extinción global, por lo que necesitamos comprender urgentemente cómo afectan las acciones humanas a nuestra fauna nativa y a la biodiversidad en general”, afirmó en un correo electrónico.
El estudio tuvo limitaciones. Las cámaras no son igual de buenas para detectar todas las especies y los científicos solo analizaron fotografías de ciudades estadounidenses en verano; en otros lugares o estaciones podrían surgir patrones diferentes.
No obstante, la investigación hace evidente que los cambios en el medio ambiente provocados por el hombre pueden tener efectos agravantes, según Rega-Brodsky. También apunta a soluciones posibles, sugiriendo que quizá las ciudades calurosas y estériles puedan ayudar a proteger a sus habitantes animales proporcionándoles vegetación, agua y lugares donde la fauna silvestre pueda escapar del calor.
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“Cada ciudad del mundo tiene características particulares que la distinguen de las demás a nivel ecológico y requieren estrategias distintas para conservar su biodiversidad”, concluyó Rega-Brodsky.