El papa abrió el simposio con un largo discurso en el aula Pablo VI ante cardenales, obispos y sacerdotes en el que afirmó que “ahí donde funciona la fraternidad sacerdotal y hay lazos de auténtica amistad, también es posible vivir con más serenidad la elección del celibato”.
“El celibato es un don que la Iglesia latina custodia, pero es un don que para ser vivido como santificación requiere relaciones sanas, vínculos de auténtica estima y genuina bondad que encuentran su raíz en Cristo. Sin amigos y sin oración el celibato puede convertirse en un peso insoportable y en un anti testimonio de la hermosura misma del sacerdocio”, añadió.
El celibato será uno de los temas que se abordará en este simposio sobre todo después de que en el Camino Sinodal Alemán, la iniciativa en la que los obispos analizan junto con laicos temas de actualidad de la Iglesia, se aprobó con un 86 por ciento de los votos, en una primera lectura de documento, el punto en el que se pedía una reforma del requisito del celibato en los sacerdotes.
El papa no hizo mención al tema de los abusos sexuales a menores por miembros de la Iglesia en su discurso, pero estará latente en las discusiones, como sugirió el prefecto de la congregación para los obispos, el cardenal Marc Armand Ouellet cuando en su discurso inicial afirmó: “¿Qué se puede esperar de una “teología fundamental del sacerdocio” en el actual contexto histórico dominado por el drama de los abusos sexuales del clero?”
“Esta es una oportunidad oportuna para expresar nuestro sincero pesar y pedir perdón a las víctimas, que sufren sus vidas destruidas por un comportamiento abusivo y criminal, que ha sido ocultado durante demasiado tiempo y tratado con ligereza, debido al deseo de proteger a la institución y a los autores en lugar de a las víctimas”, añadió el cardenal canadiense.
Por su parte Francisco habló de que la crisis vocacional y a los sacerdotes les recomendó lo que llamó las “cuatro cercanías”: Cercanía a Dios, a los sacerdotes, al pueblo de Dios y al obispo.
“Muchas crisis sacerdotales tienen precisamente origen en una escasa vida de oración, en una falta de intimidad con el Señor, en una reducción de la vida espiritual a mera práctica religiosa”, dijo, antes de añadir que “muy a menudo, por ejemplo, en la vida sacerdotal se vive la oración sólo como un deber”.
Pidió que “los sacerdotes recen por los obispos y se animen a expresar su parecer con respeto y sinceridad” y solicitó también de los obispos “humildad, capacidad de escucha, de autocrítica y de dejarse ayudar”.
Asimismo instó a la “cercanía entre los sacerdotes” pues en “muchos presbíteros tiene lugar el drama de la soledad, de sentirse solos”, llamó a alejarse de la envidia, que dijo, “atormenta” a los ambientes religiosos, y aseguró que también “hay formas clericales de acoso” a otros religiosos.
Recalcó además que ” para comprender de nuevo la identidad del sacerdocio, hoy es importante vivir en estrecha relación con la vida real de la gente, junto a ella, sin ninguna vía de escape”.
Pues, dijo, se necesitan “pastores que sepan de compasión, de oportunidad; hombres con coraje capaces de detenerse ante el caído y tender su mano”.