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Tras la habitual lectura de la homilía, el pontífice se acercó después a saludar a distintos grupos y delegaciones, entre ellos los miembros de la Clericus Cup, la asociación de futbol formada por seminaristas de la Iglesia Católica en Roma.
Con ellos bromeó, firmó camisetas e incluso se atrevió a dar algunos toques al balón con las manos.
Los deportistas regalaron al papa el brazalete de capitán entre gritos de los asistentes a la audiencia de “sólo hay un capitán”, el cántico normalmente reservado al exjugador de la Roma Francesco Totti.
Francisco se acercó también a saludar a miembros de una asociación de motociclistas católicos procedentes de Würzburg (Alemania), que le presentaron un chaleco del club con su nombre.
Además, trajeron una Harley Davidson especialmente personalizada en honor del pontífice, que no dudó en dar el toque final estampando su firma “Franziskus” sobre el depósito.
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