“Deseo expresar a las víctimas mi tristeza y mi dolor por los traumas sufridos y también mi vergüenza, nuestra vergüenza, por la incapacidad de la Iglesia durante mucho tiempo para ponerlos en el centro de sus preocupaciones”, dijo Francisco durante la audiencia general de los miércoles en el Vaticano.
“Es el momento de la vergüenza”, insistió el papa.
Francisco invitó a todos los responsables religiosos a “seguir adelante con sus esfuerzos para que dramas semejantes no se reproduzcan”.
Además, instó a los católicos franceses a “asumir sus responsabilidades para que la Iglesia sea una casa segura para todos”.
Por su lado, el mandatario francés reconoció “el espíritu de responsabilidad” de la iglesia francesa para encarar ese grave fenómeno.
“Espero que ese trabajo pueda continuar con lucidez y apaciguamiento. Nuestra sociedad lo necesita. Hay necesidad de verdad y reparación”, dijo a la prensa al margen de una cumbre europea en Eslovenia.
Un informe independiente publicado el martes en Francia concluyó que más de 216 mil menores fueron víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica en el país desde 1950.
Sacerdotes y religiosos abusaron de 216 mil menores entre 1950 y 2020, si bien la cifra ascendería a 330 mil si se tiene en cuenta hechos perpetrados por laicos que trabajaron en instituciones religiosas, apuntó la Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia (Ciase) en Francia.
El martes, en un comunicado difundido por el Vaticano, el papa ya había expresado su “inmenso dolor” y su “gratitud” hacia las víctimas “por su valentía para denunciar.
El presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, el cardenal estadounidense Seán Patrick O’Malley, se comprometió a “defender enérgicamente los derechos de los sobrevivientes, a educar para prevenir los abusos, a la transparencia, rendición de cuentas y tolerancia cero”, reiteró en un comunicado.
El pontífice argentino ha convertido la lucha contra las agresiones sexuales en una de sus prioridades y publicó en 2020 un manual para gestionar denuncias en la Iglesia.
Elegido en 2013 para hacer cambios en una Iglesia sacudida por los escándalos, Francisco tuvo una serie de desaciertos, en particular durante su viaje a inicios del 2018 a Chile, al haber puesto en duda las denuncias contra el cura Fernando Karadima, acusado y condenado por abusos sexuales.
La batalla por cambiar la mentalidad
Tras reconocer su error, Francisco envió a Chile una misión especial para conocer la verdad sobre lo ocurrido. Después, escuchó a víctimas de los abusos en el Vaticano y luego, en un hecho inédito y de gran significación, convocó a Roma a todos los obispos chilenos, quienes frente a él presentaron su dimisión.
En febrero del 2018 convocó a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para una cumbre inédita sobre la pedofilia y en 2019 levantó el secreto pontificio para casos de pederastia. Una medida histórica con lo que puso fin a una de las mayores excusas sobre la que se edificó el muro de silencio en torno a los abusos.
En junio del 2021 anunció la reforma del Código de Derecho Canónico e introdujo un artículo que contempla la pedofilia y específicamente los delitos de abusos contra menores cometidos por sacerdotes.
Este código, que estará en vigor a partir de diciembre del 2021, endurece las penas, amplía los periodos de prescripción e indemniza a las víctimas.
Desde que estallaron los primeros escándalos de abusos hace más de 35 años, la jerarquía de la Iglesia católica ha tomado una serie de medidas preventivas y también ha adoptado leyes, pedido perdón y lanzado condenas, pero sin lograr que desaparezcan ni los abusos ni la llamada “cultura del encubrimiento”, es decir la mentalidad de mantener todo en secreto.