“La misericordia significa hacerse cargo del hermano o de la hermana y ayudarles a caminar. No es decir: ¡ah no, anda, anda! o la rigidez. Esto es muy importante”, dijo gráficamente el papa.
En cuanto a los tipos de confesores, el Pontífice los caracterizó como los que dicen: “Adelante, esto no es pecado, !anda, anda¡ El otro (el rígido) porque dice: No, la ley dice….”
“Pero ninguno trata al penitente como a un hermano, lo toma de la mano y lo acompaña en su camino a la conversión. Uno dice: vete tranquilo, Dios perdona todo. Vete, vete. El otro dice: no, la ley dice que no”, afirmó.
Por el contrario, aseguró que quien demuestra misericordia “lo escucha, lo perdona, pero se hace cargo y lo acompaña, porque la conversión comienza, sí, quizás, hoy, pero tiene que continuar con la perseverancia.”
El Papa dijo además que el sacramento de la confesión no debe ser una “tortura” para los católicos ni convertirse en un “interrogatorio molesto e invasivo” con el fin de que los fieles se sientan atraídos a confesarse “frecuentemente.”
“Todos deben salir del confesionario con la felicidad en el corazón”, afirmó el Sumo Pontífice en una audiencia a los participantes del curso de formación de la Penitenciaría Apostólica en el Vaticano, según informó la Santa Sede.
“La confesión no debe ser una tortura, sino que todos deben salir del confesionario con la felicidad en el corazón, con el rostro radiante de esperanza aunque a veces, lo sabemos, bañado en las lágrimas de la conversión y de la alegría que de ella nace”, dijo el Papa.
Este sacramento de la Iglesia Católica no debe convertirse en “un interrogatorio molesto e invasivo. Al contrario, tiene que ser un encuentro liberador y lleno de humanidad”, agregó Jorge Mario Bergoglio.
“Así el fiel se sentirá invitado a confesarse frecuentemente y aprenderá a hacerlo de la mejor manera, con esa delicadeza de ánimo que tanto bien hace al corazón, incluso al del confesor”, dijo el Papa.
El acto de confesar es un sacramento de la Iglesia católica, que pide a los fieles adultos con “uso de la razón” que lo hagan ante un sacerdote “al menos una vez al año” para declarar sus pecados “graves” o “mortales”, según el catecismo.
El propio papa Francisco ha declarado que se confiesa cada 15 días “porque también el Papa es un pecador”, como él mismo ha afirmado.