La estatua de piedra calcárea descubierta en 1977 por una misión arqueológica polaca en el templo de Alat (o Al Lat) data del siglo I antes de Jesucristo.
“La habíamos cubierto con una placa de hierro y rodeado de sacos de arena porque queríamos protegerla de los bombardeos, pero nunca creímos que el EI llegaría a la ciudad para destruirla”, agregó.
A finales de mayo, los yihadistas tomaron a las fuerza del régimen sirio la ciudad de Palmira (centro), que alberga ruinas antiguas mundialmente conocidas y declaradas por la Unesco como patrimonio mundial de la humanidad.
Desde la toma de la ciudad, la comunidad internacional teme que el EI destruya los numerosos tesoros arqueológicos de su parte antigua, bautizada la “perla del desierto sirio”, como ya hiciera el grupo ultrarradical sunita en los últimos meses en Irak.
Además, el EI anunció este jueves que también había destruido varias estatuas de Palmira incautadas a un traficante que las transportaba en la provincia de Alepo (norte).
“Un puesto de control del EI en el wilayat [provincia] de Alepo detuvo a una persona que transportaba varias estatuas que provenían de Palmira. El culpable fue llevado ante el tribunal islámico de la ciudad de Menbej (al este de Alepo), que decidió castigar al traficante y destruir las estatuas”, afirmó el EI en un comunicado.
El texto está acompañado de fotos en las que se ve a yihadistas destruyendo a golpes de pico las estatuas y dando latigazos al traficante.
“Se trata de ocho estatuas robadas en tumbas de Palmira. La destrucción es peor que el robo porque son irrecuperables”, explicó Abdelkarim.
El tráfico de objetos antiguos provenientes de Palmira comenzó incluso antes de la llegada del EI y el servicio de Antigüedades logró recuperar 1.320 piezas robadas.
La versión rigurosa del Islam sunita que preconiza el EI proscribe formalmente la visita de sitios arqueológicos o históricos y considera a las estatuas humanas como objetos de idolatría.