Sin embargo, la semana pasada, al salir de una casilla electoral donde había emitido su voto en una muy reñida segunda vuelta de las elecciones por un escaño vacante en la Cámara de Representantes del estado, Rodríguez, de 55 años, se preguntó si su distrito, que alguna vez había sido fiel a los demócratas, podría volverse republicano.
En esta ocasión, había una fuerte posibilidad de que el candidato republicano, un latino que ocupó la curul durante un breve periodo en 2016 y recibió la mayoría de los votos el mes pasado en las elecciones especiales con cinco candidatos, se lleve la victoria y represente a Rodríguez y a otros 160.000 de sus vecinos, que en su mayoría son latinos.
“Estoy nerviosa”, admitió.
La contienda por el escaño vacante en el Distrito 118 ha puesto de manifiesto las vulnerabilidades de una región que tradicionalmente ha sido un baluarte demócrata, mientras los republicanos emprenden un esfuerzo de órdago para ganar terreno con el electorado latino en el sur de Texas. También ha puesto a prueba el progreso de un Partido Republicano que ha intentado convencer de manera pública a esos votantes, quienes han expresado una serie de reclamos, desde el aumento de la delincuencia y la infraestructura deficiente hasta una sensación de abandono por parte de los demócratas.
Ninguno de los candidatos, tres demócratas y dos republicanos, que se postularon a la elección especial recibió una mayoría de votos, lo cual dejó a los votantes con un candidato de cada partido: ambos son latinos que crecieron en el distrito. La votación anticipada comenzó la semana pasada, el día de las elecciones es el 2 de noviembre.
El candidato republicano, John Lujan, un bombero jubilado de 59 años y exalguacil que ahora es dueño de una firma de informática, ha basado su campaña en una plataforma de seguridad pública y la creación de empleos. Su adversario, Frank Ramírez, un exasistente legislativo de 27 años, se ha enfocado en la inversión en educación pública, la infraestructura obsoleta y la reducción de los impuestos a la propiedad.
En las elecciones especiales, celebradas para remplazar a un demócrata que renunció este año para ser profesor en una universidad, Lujan consiguió casi el 42 por ciento de los votos y Ramírez captó alrededor del 20 por ciento. Los otros dos demócratas en conjunto se llevaron un 30 por ciento de los 7075 votos emitidos. Pero a final de cuentas, en total, se emitieron 47 votos más a favor de los republicanos, lo suficiente para darle al partido una ligera ventaja.
“En realidad podría ganar cualquiera de los dos”, dijo Jon Taylor, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Texas, campus San Antonio, quien ha seguido de cerca las elecciones especiales.
La participación en los tres centros de votación anticipada, distribuidos en todo el distrito, ha sido constante pero baja.
Martin Flores, de 57 años, republicano de toda la vida que votó por Lujan, comentó que ya era hora de que un republicano representara a un sector conservador cada vez mayor en Texas. Los problemas que más le aquejan, dijo, son los impuestos elevados y un repunte de delitos mortales que ha asediado a las principales ciudades del estado. (Los homicidios aumentaron el año pasado en San Antonio, pero la delincuencia en general no lo hizo).
“Estoy seguro de que, con cada decisión que tome, va a escuchar al pueblo”, afirmó Flores sobre Lujan.
Diana Espinoza, que tiene más de 40 años y trabaja en Recursos Humanos, dijo que hace poco tuvo una conversación breve y agradable con Lujan, pero que no estaba convencida de votar por él. Como madre de un niño que estudia el sexto grado, relató que lo que más le preocupaba en esta contienda era aumentar el acceso a la tecnología en las escuelas locales. Le consterna que un republicano tenga otras prioridades. También reconoce que, en gran medida, una mayoría republicana en el Capitolio de Texas ha bloqueado las acciones de los demócratas.
Si Ramírez gana, comentó, podría traer consigo una ola demócrata tantas veces prometida en un estado con una diversidad étnica cada vez mayor.
“Quiero que gane el demócrata”, dijo Espinoza. “Pero si gana Lujan, entonces quiero que haga un buen trabajo por todos nosotros. No debería importar el partido al que pertenece”.
En el pasado, los electores del distrito han tendido hacia la izquierda. En las elecciones de 2020, el 56 por ciento votó por el presidente Joe Biden, mientras que el 42 por ciento apoyó a Donald Trump. (Biden consiguió el 58 por ciento de los votos en el condado de Bexar, que incluye a San Antonio).
Sin embargo, hoy en día, los demócratas están cada vez más nerviosos por lo que parece ser un menor apoyo de parte del electorado latino, que antes era una base electoral segura. En encuestas recientes, el índice de aprobación general de Biden rayaba en el 40 por ciento, y entre los electores latinos, fue de más o menos un 50 por ciento.
En el sur de Texas, donde ha habido algunos indicios de que el Partido Republicano está haciendo buenas migas con la población latina, las operaciones conservadoras declararon que querían que las cifras de las encuestas nacionales se reflejaran en votos para sus candidatos. Además, San Antonio —una ciudad de mayoría hispana— desde hace mucho ha sido la puerta de entrada al resto de la región.
De hecho, más al sur, en el Valle del Río Grande, en la frontera del estado con México, los republicanos han tenido avances. Aunque el año pasado Biden ganó por 17 puntos porcentuales en el condado de Hidalgo, que incluye a McAllen, fue una contienda mucho más reñida que la victoria de 40 puntos de Hillary Clinton. En el condado cercano de Zapata, Trump ganó por 5 puntos.
El declive de los progresistas en los enclaves de mayoría latina ha impulsado al Partido Republicano a ampliar su base más allá de una coalición política principalmente blanca y a desafiar a los demócratas en su propio territorio. El Comité Nacional Republicano ahora cuenta con oficinas en San Antonio, McAllen y Laredo, otra ciudad fronteriza, para persuadir a más votantes latinos.
“Los republicanos están produciendo mucho mejores resultados en cuanto a la comunicación con los latinos”, opinó Sharon Navarro, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Texas, campus San Antonio.
El lunes por la tarde, Emmanuel Álvarez, de 21 años, llevó a su madre de 65 años, María Jasso, una trabajadora de fábrica jubilada, a un centro de votación para recoger folletos de campaña de cada candidato.
Aún no decidían por quién votar, aunque Jasso, quien dijo que lo más importante para ella era que se mejorara el acceso a la atención médica y se repararan las calles agrietadas en gran parte de su vecindario, se decantaba hacia Ramírez. Por otro lado, su hijo comentó que quizá base su decisión en la personalidad de los candidatos. Hasta el momento, ha estado de acuerdo con ambos y sus plataformas.
“Los dos tienen buenas ideas”, mencionó. “Yo no soy liberal ni conservador. Estoy en el medio”. La pregunta, según Álvarez, es si debe votar por el político menos experimentado o por alguien que ya ha servido antes, pero que podría alinearse con la mayoría republicana del estado.
“Aún no lo sé. Ya veremos quién me convence antes del martes”, concluyó Álvarez.