Elías González, presidente de la Agrupación de Defensa Sanitaria (ADS) Apicultores de La Palma, contó que el rescate tuvo lugar el sábado 6 de noviembre y que cinco de las seis colmenas que tenía un apicultor en esa zona estaban intactas.
Solo las abejas de la sexta colmena murieron, quizá “no por el volcán, sino porque ya estaban débiles” antes de la erupción, apuntó.
Cada colmena puede albergar entre 30 mil y 40 mil abejas en primavera, y entre 20 mil y 25 mil cuando hay menos flores, de cuyo polen se nutren.
Tres de las seis colmenas habían quedado parcialmente visibles y las otras tres enterradas bajo la ceniza. Los agentes que llevaron a cabo el rescate tuvieron que escarbar para localizarlas y rescatarlas, no sin llevarse algún que otro picotazo.
Elías González cree que si las abejas sobrevivieron tanto tiempo es porque lo que cae en esa zona tan próxima a la boca del volcán más que ceniza fina son pequeños fragmentos de lava o lapilli, que por su grosor permiten que pase el aire.
Además el dueño de las colmenas no había sacado la cosecha de miel de verano, por lo que “tenían reservas de alimento”. “Aún así están resentidas, pero vivas”, apuntó González.