El capo del narcotráfico, a raíz de su implicación en este crimen, fue sentenciado a 12 años de prisión y cumplió gran parte de su condena en el Penal de Puente Grande.
A lo largo de su estancia en esta cárcel de máxima seguridad, “El Chapo” gozó de distintos privilegios que otros reclusos no tenían, de acuerdo al libro El último narco del periodista británico Malcom Beith.
De acuerdo a esta publicación, Joaquín Guzmán Loera tenía un baño turco en su celda y disfrutaba de lujosas cenas con vino y langosta dentro de las instalaciones de esta prisión.
Además, organizaba reuniones con mujeres que trabajaban en la cárcel o que estaban detenidas, las cuales generalmente contaban con música en vivo y licor.
Finalmente, “El Chapo” contaba con otros privilegios como no utilizar esposa, un teléfono personal que podía utilizar en cualquier momento y la libertad de pedir comida de varios restaurantes del exterior.
Sin embargo, pese a las libertades que tenía tras las rejas, el peligroso narcotraficante se fugó de prisión en enero de 2001 y recuperó su libertad por varios años.
“El Chapo” Guzmán escapó del Penal de Puente Grande a través de un carrito de lavandería y con la ayuda de algunos funcionarios de esta cárcel, como Dámaso López Núñez, alias “El Licenciado”, quien era el subdirector de seguridad.