Según los últimos informes de la Policía Nacional de Filipinas, Davao se sitúa a la cabeza en Filipinas como la localidad con mayor número de casos de asaltos sexuales, con un total de 42 incidentes de ese tipo en el segundo trimestre de 2018.
El presidente filipino, mujeriego confeso y conocido por sus discursos fuera de tono, ha estado en el centro de la polémica en varias ocasiones por sus comentarios misóginos, sexistas y despectivos hacia las mujeres.
El caso más sonado fue cuando a principios de junio forzó el beso en los labios a una mujer en un acto público con la comunidad filipina de Seúl, lo que desató numerosas críticas e incluso manifestaciones en las calles de colectivos de mujeres.
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Pocas semanas después confesó que prefiere contar con hombres para los cargos importantes de su Gobierno porque, en su opinión, “pueden recibir un aluvión de órdenes sin quejarse”, mientras que las mujeres sólo son adecuadas para algunos puestos, como las carteras de Turismo o Educación.
En las últimas semanas, Duterte, de 73 años, ha criticado repetidamente a la vicepresidenta filipina, la liberal Leni Robredo, de quien ha opinado que “no tiene lo que hace falta para liderar un país” y ayer mismo insistió en que prefiere para Filipinas “un dictador como Marcos” que una presidenta como ella.
En febrero de este año instó a los militares del Ejército filipino a disparar en la vagina de las guerrilleras comunistas para que no pudieran procrear.
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En el pasado llegó a bromear con el caso de una monja australiana violada y asesinada en 1989 y en otro discurso ofreció “42 vírgenes” a cada turista que visitara Filipinas.
De las críticas, en cambio, se ha librado su hija Sara, alcaldesa de Davao desde 2016 y a quien algunos senadores y congresistas promueven como candidata para sustituir a su padre al frente del gobierno del país.
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