Casi 3 milmigrantes rohingya procedentes de Myanmar y Bangladés han desembarcado en Indonesia, Tailandia y Malasia en los últimos días, tras haber sido abandonados en el mar.
Se estima que otros miles de personas navegan sin rumbo, con muy pocos víveres.
La presión internacional va en aumento para que los países del sudeste asiático abran sus puertos a estos barcos en lugar de reaprovisionarlos y empujarlos de nuevo al mar. Naciones Unidas y Estados Unidos han llamado a emprender una acción rápida en este sentido.
“Han estado atrapados durante más de 40 días en al menos cinco barcos cerca de las costas de Birmania y Bangladés”, dijo a la AFP la portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Vivian Tan. La agencia tiene datos que indican que a bordo “hay falta de comida, deshidratación y violencia”, añadió.
En el sudeste asiático, el éxodo de migrantes de Bangladés y Birmania que huyen de la miseria o las persecuciones se produce desde hace años, pero desde hace algunos días se ha hecho más visible, con las redes clandestinas desorganizadas tras la nueva política de mano dura de Tailandia contra los traficantes.
Muchos emigrantes lograron reunir entre 180 y 270 dólares necesarios para pagar a los traficantes y regresar al estado de Rakhine, en Birmania, donde viven cientos de miles de rohingyas, minoría musulmana considerada como una de las más perseguidas del mundo, explicó ACNURo.
Según los testimonios de los supervivientes, las condiciones a bordo de los barcos son “muy preocupantes”, debido a la violencia y a la falta de comestibles y agua.
El lunes, Rangún, que se ha expresado poco sobre el tema, dijo “comprender la preocupación internacional” por la situación de estos emigrantes, entre los que se encuentran muchos rohingyas que huyen del país.
– Un problema de todos –
La presión de la comunidad internacional se ha incrementado sobre los países de esta región para que ayuden a los migrantes actualmente a la deriva en el golfo de Bengala.
Antes de las conversaciones previstas para el miércoles con sus homólogos malasio y tailandés en Kuala Lumpur, el ministro de Relaciones Exteriores indonesio, Retno Marsudi, consideró que la crisis es responsabilidad de todos.
“La cuestión de los migrantes no es el problema de uno o dos países, sino un problema regional”, declaró en Yakarta. “Esto también ocurre en otras partes. Es una problemática internacional”, añadió.
Este martes, ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) presentaron un alegato común una vez más para presionar a los países de la región.
“Solicitamos encarecidamente a los dirigentes de Indonesia, Malasia y Tailandia que protejan a los migrantes y refugiados bloqueados en navíos en el golfo de Bengala y en el mar de Andamán, que faciliten su desembarco en total seguridad, y prioricen salvar vidas, proteger sus derechos y respetar su dignidad humana”, dicen en un comunicado.
El destino trágico de estos miles de exiliados de Bangladés y Birmania, que huyen de la miseria y la persecución en sus países de origen, recuerda el drama de los migrantes que intentan llegar a la Unión Europea (UE) atravesando el Mediterráneo.