Estados Unidos quiere confiscarla y, según la madre de capo, Guzmán quiere que el gobierno de México la invierta en el desarrollo de comunidades indígenas.
Pero de ese patrimonio no hay paradero de un lote de 103 joyas y relojes que le fueron confiscadas en 1993, justo cuando fue capturado en Guatemala.
Univisión Investiga publicó un reportaje sobre un inventario, sin fotos, de lo decomisado aquel año, y del cual las autoridades mexicanas no tienen conocimiento.
Puro lujo
En ese lote hay un dije de oro de 14 kilates y 120 diamantes, un anillo de oro con 85 zafiros australianos, un juego de cachas de pistola con 251 zafiros australianos y 192 diamantes, dos cadenas Cartier de 14 kilates y 54 diamantes, dos esclavas con 59 y 40 diamantes.
Además, varios Rolex, uno con 332 diamantes, y un juego de collar, pulsera y anillo de oro con 85 zafiros australianos.
Las joyas podrían tener un valor de salida de subasta de entre US$170 mil y US$200 mil y su valor de mercado podría ser mucho mayor, entre US$400 mil y US$500 mil, según Alba Zabaneh, antiguo perito valuador de la Secretaría de Administración y Enajenación de Bienes (SAE), la agencia mexicana encargada del resguardo de los bienes incautados.
Univisión Investiga entrevistó a Ricardo Rodríguez, titular de la SAE, quien aseguró que fue a través de la pregunta de periodistas que llegó a saber de la existencia de esas joyas.
Sin asegurarlo, el funcionario dijo que quizá las joyas estén en alguno de los 10 lotes confiscados que tiene la SAE.
Víctor Aznar, quien fue encargado de recepción de bienes confiscados en 1993 y ahora está jubilado, dijo a Univisión que el lote provino de la Procuraduría General de la República (la fiscalía) y el proceso de inventario duró 17 días.
El exfuncionario confía que las joyas estén aún en poder del gobierno mexicano y recordó que durante años hubo intentos legales, sin éxito, por recuperarlas a la causa del Chapo Guzmán.
El 10 de junio de 1993 fue capturado el Chapo, su esposa María del Rocío de la Serra y lugartenientes en Malacatán, San Marcos, quien entonces ya era uno de los más buscados de la justicia mexicana.
Las pesquisas de aquel entonces apuntaban a que el capo se refugiaba en Guatemala luego de una balacera el 23 de mayo en Guadalajara en la cual murió el cardenal Juan José Posadas Ocampo. Supuestamente esta emboscada fue obra de los hermanos Arellano Félix, otros narcotraficantes para hacerse del control del territorio que Guzmán ostentaba para el trasiego de drogas hacia Estados Unidos.
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