“El presidente Trump quiere jugar a un juego que nadie puede ganar”, destacó Zypries y añadió que imponer más tasas, a cada vez más productos, podría poner en peligro el comercio libre y la prosperidad.
Bernhard Mattes, presidente de la asociación alemana de la industria automotriz (VDA), dijo que se debe evitar a toda costa una guerra comercial entre Estados Unidos y Europa.
“En este tipo de guerra comercial solo hay perdedores, en todos los bandos”, dijo hoy Mattes a dpa y agregó que la industria está observando la disputa con preocupación.
Mattes explicó que los fabricantes alemanes de coches han expandido su producción en Estados Unidos durante años, han dado trabajo a mucha más gente allí y han reducido las exportaciones a Estados Unidos.
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El año pasado se exportaron desde Alemania al país norteamericano unos 494.000 automóviles, más de un cuarto menos que en 2013, indicó Mattes. En 2017, se vendieron en Estados Unidos unos 1,35 millones de coches alemanes nuevos, un incremento de alrededor del uno por ciento, según la VDA.
Trump amenazó el sábado a la UE con aplicar aranceles a los coches si el bloque aumentaba las tasas para las empresas de su país. “Hacen que sea imposible vender allí nuestros coches (y más). ¡Un gran desequilibrio comercial”, escribió en Twitter acusando al bloque europeo.
“The Washington Post” informó el sábado que el principal objetivo de los ataques del presidente era Alemania. Uno de los principales consejeros de comercio de Trump, Peter Navarro, cree que los fabricantes alemanes han robado cuotas de mercado en Estados Unidos al importar vehículos en masa y que han limitado la venta de automóviles estadounidenses en Alemania.
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Sin embargo, el experto Stefan Bratzel, del instituto de automoción de la escuela superior de economía de Bergisch Gladbach, considera que esas acusaciones son “un auténtico disparate”. Aunque el mercado alemán es complicado por la gran variedad técnica disponible, las empresas estadounidenses están más bien dificultados por un problema de diseño, explica a dpa.
“Los fabricantes estadounidenses no tienen, por ejemplo, productos premium”, cuenta. Además, es muy difícil imponerse a los fuertes fabricantes alemanes.
Trump ya anunció el jueves sus planes de aplicar aranceles del 25 por ciento al acero importado y del diez por ciento al aluminio, lo que provocó que los socios comerciales amenazaran con represalias.
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