“La ausencia de propuestas y de las correspondientes discusiones y votaciones parecer desalentar un debate abierto y limitar las discusiones a los circoli minori; por consiguiente, nos parece urgente que se restablezca la redacción de propuestas que deberán ser votadas por todo el sínodo” , observan los cardenales.
Entre los firmantes figuran los cardenales Carlo Caffarra, arzobispo de Bolonia (Italia) , Peter Erdo húngaro, arzobispo de Esztergom-Budapest (Hungría) , el australiano George Pell, prefecto de la Secretaría de Economía. el alemán Gerhard M ller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Robert Sarah, de Guinea, prefecto de la Congregación para el Culto Divino.
En la carta, escrita en inglés y entregada al papa durante la apertura del Sínodo, el 5 de octubre de 2015, los purpurados, todos conocidos por sus posiciones conservadores, temen que la asamblea, en la que participan unos 400 obispos y cardenales de todo el mundo, se concentre en la cuestión de autorizar la comunión para los divorciados que se vuelven a casar por lo civil.
Los cardenales lamentan también que Francisco nombrara un grupo de prelados cercanos a él para redactar el documento final y que estos hayan sido “nombrados, y no elegidos” , una prerrogativa del papa, quien tiene la última palabra.
Varios cardenales, entre ellos el italiano Angelo Scola, arzobispo de Milán, y el francés André Vingt-Trois, arzobispo de París, negaron haber firmado la carta.
Hace unos días, el papa, quien preside las reuniones, respondió indirectamente a los purpurados invitándolos a no dejarse arrastrar por “la hermenéutica conspirativa” .
Al abrir los debates el pasado 4 de octubre, Francisco aclaró que la asamblea, que se clausurará el 25 de octubre, no está llamada a debatir sobre un cambio de la doctrina de la Iglesia y defendió la indisolubilidad del matrimonio, condenó el divorcio y reiteró que la familia se compone de un hombre y una mujer.
Francisco reconoció también que ante un contexto social y moral tan “difícil” , como el actual, la Iglesia “no debe olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida” .