La oenegé Reporteros Sin Fronteras (RSF) y el Centro de Periodistas de Afganistán contabilizaron por su parte nueve periodistas muertos, entre ellos Shah Marai, jefe del servicio fotográfico de la oficina de la AFP en Kabul.
Marai, que llegó rápidamente al lugar de la primera explosión para tomar imágenes, murió en la segunda explosión, ocurrida unos 30 minutos más tarde.
De 48 años, trabajaba para la AFP desde 1996 y había cubierto ampliamente la situación en el país bajo el régimen talibán y la invasión estadounidense de Afganistán en el 2001, consecutiva a los atentados de Al Qaeda en Nueva York y Washington.
“Aprendí la fotografía yo solo, así que siempre estoy buscando mejorar. Ahora mis fotos se publican en todo el mundo”, decía Shah Marai sobre su trabajo.
Según una fuente de la seguridad afgana, el kamikaze que atacó este lunes a la prensa se había mezclado entre los reporteros “llevando una cámara”.
“El kamikaze se hizo estallar entre los periodistas y causó víctimas”, dijo a la AFP el portavoz de la policía de Kabul, Hashmat Stanikzai.
“Es con enorme tristeza que la BBC confirma la muerte de nuestro reportero afgano Ahmad Shah como consecuencia de un atentado”, dijo la BBC en un comunicado poco después del doble ataque.
Talibanes y el Estado Islámico
“Estamos devastados por la muerte de nuestro fotógrafo Shah Marai, que era testigo desde hacía más de 15 años de la tragedia que golpea ese país. La dirección de la AFP saluda el valor, el profesionalismo y la generosidad de este periodista que había cubierto decenas de atentados antes de ser él mismo víctima de la barbarie”, declaró la directora de la Información de la agencia de noticias, Michèle Léridon.
Numerosos mensajes de simpatía y condolencias llegaron a la oficina de la AFP en Kabul, otro de cuyos periodistas, Sardar Ahmad, murió en marzo de 2014 junto a toda su familia -salvo un hijo de tres años- en un atentado talibán.
Sardar era uno de los mejores amigos de Shah Marai, que deja por su parte seis hijos, la más pequeña de los cuales nació hace 15 días.
Marai y los otros periodistas habían ido a cubrir el primer atentado, cometido poco antes de las 8 horas locales (03.30 GMT) cerca de la sede de los servicios de inteligencia (NDS).
“Un kamikaze que circulaba en una motocicleta se hizo estallar (…) en el sector de Shash Darak”, informó Stanikazai.
La sede del NDS ya había sido blanco de un atentado en marzo. Un kamikaze a pie había cruzado entonces el control policial y se hizo estallar a la entrada de las oficinas causando tres muertos y cinco heridos.
Atentado en Kandahar
A última hora de la mañana, un nuevo atentado, perpetrado por un kamikaze al volante de un automóvil, mató a once niños que se habían agrupado en torno a un convoy rumano de la Otán cerca del aeropuerto de Kandahar, en el sur del país, informó el portavoz del gobierno provincial, Said Aziz Ahmad Azizi.
Otras 16 personas resultaron heridas, entre ellas cinco soldados rumanos de la Otán y dos policías afganos, precisó.
El ataque, que no fue reinvidicado, tiene lugar después de que los talibanes anunciaran el miércoles el inicio de su ofensiva de primavera, rehusando implícitamente los recientes llamados del gobierno afgano a entablar negociaciones de paz.
Kabul se ha convertido, según la ONU, en el lugar más peligroso de Afganistán para los civiles con una recrudescencia de los atentados, generalmente perpetrados por kamikazes y reivindicados por los talibanes o el EI.
Así, los atentados contra civiles causaron dos veces más víctimas en los primeros tres meses de 2018 -763 civiles muertos, 1.495 heridos- que en el mismo periodo de 2017.
El precedente ataque en la capital, el domingo 22 de abril, dejó casi 60 muertos y 20 heridos en un barrio de mayoría chiita: un kamikaze del EI atacó un centro de entrega de tarjetas de identidad para las elecciones legislativas del 20 de octubre.
Uno de los atentados más mortíferos, el 27 de enero, causó 103 muertos y más de 150 heridos.
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