El sumo pontífice argentino recibió durante una media hora en el seminario San Carlos Borromeo a tres mujeres y dos hombres “víctimas de abusos sexuales perpetrados por miembros del clero, educadores y miembros de sus familias”, indicó un comunicado del Vaticano.
Filadelfia, ciudad de la costa este a medio camino entre Washington y Nueva York, fue una de las más devastadas en Estados Unidos por este escándalo en los años 1980.
Francisco había hablado de lo ocurrido durante este viaje, pero siempre de manera discreta. Su antecesor Benedicto XVI se había reunido con víctimas en Boston en 2008.
Las asociaciones de víctimas no reaccionaron en lo inmediato.
El sumo pontífice de 78 años tiene previsto despedirse de Estados Unidos con una misa en la que se esperan 1,5 millones de personas que servirá de clausura también al VIII Encuentro Mundial de las Familias católicas.
Antes, visitará la prisión de Curran-Fromhold para hablar con un centenar de detenidos, una actividad que a menudo forma parte de sus viajes pastorales.
Una estrella humilde
Este décimo viaje del primer papa del continente americano comenzó en Cuba, donde instó al país a continuar la senda de la reconciliación.
Respaldado por su implicación en la reanudación del diálogo entre La Habana y Washington, Francisco fue recibido de
manera muy cálida y personal por el presidente Barack Obama en el aeropuerto y la Casa Blanca.
Desde su llegada a Washington, que incluyó también un inédito discurso el jueves ante las dos cámaras del Congreso, Francisco despertó una explosión de alegría, con multitudes que lo han seguido a cada lugar en que estuvo.
Tratado como una estrella de rock, el papa se mantuvo firme en sus principios de humildad y cercanía con los sectores más vulnerables, despertando la admiración de responsables de todos los colores políticos, la prensa y hasta los no católicos.
Desde desplazarse en un pequeño Fiat 500 rechazando utilizar vehículos grandes o lujosos, almorzar con los sin techo en Washington o visitar a niños y familias inmigrantes en el barrio desfavorecido de Harlem en Nueva York, el mensaje ha sido el mismo.
Papa Francisco
En Nueva York, dejó un fuerte mensaje en la ONU contra la opresión financiera sobre el mundo en desarrollo y a favor de la lucha contra el cambio climático, en tanto efectuó un emotivo servicio interreligioso en el Memorial del 11 de Septiembre.
Paladín de los inmigrantes
Para los millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos, Francisco se ha convertido en un verdadero paladín, defendiéndolos en cada instancia y pidiendo respeto por su dignidad e identidad.
Él mismo hijo de italianos, el sábado en Filadelfia los instó a que “no se desanimen” y “no se averg encen nunca”, en un discurso simbólico en el lugar de la declaración de la independencia de Estados Unidos en 1776.
A través de ejemplos históricos como Abraham Lincoln o Martin Luther King, ha pedido a los estadounidenses recordar los valores fundadores de su nación.
Muchos inmigrantes latinoamericanos piensan que el papa cambió la dirección del debate sobre reforma migratoria en Estados Unidos, uno de los ejes de la campaña presidencial para 2016.
“El papa puede interceder para ayudar a los inmigrantes y frenar las deportaciones”, dijo Marta Domínguez, una mexicana que vive en Norristown (32 km al norte de Filadelfia) que estuvo en el Independence Hall.
Capaz de tener un diálogo franco y sin frases rebuscadas, también defendió a la familia como “fábrica de esperanza” que tiene “la carta de ciudadanía divina” aunque “a veces vuelan los platos”, como dijo el sábado en un discurso improvisado ante una multitud entregada.
Con esa sabiduría popular que provoca tanta admiración entre sus seguidores, Francisco pidió superar esas dificultades con paciencia y amor y nunca terminar el día “sin reconciliarse”.
Sonriente y dispuesto al contacto humano, especialmente con niños y bebés, durante todo el viaje a pesar de una extenuante agenda, el Papa mostró sin embargo a veces algunos signos de cansancio debido a un problema de cadera que padece.