Frente a esa decisión, una mayoría de 26 de los 48 miembros del concejo municipal presentaron este viernes su dimisión, lo cual acarrea la disolución del organismo y la caída del alcalde.
Un comisario dirigirá la ciudad hasta la convocatoria de elecciones anticipadas a mediados del 2016.
Marino, uno de los políticos más impopulares de Italia, fue acusado de haber usado fondos municipales para cenas privadas, aunque sus simpatizantes lo consideran una persona honesta y víctima de un conspiración.
“Dejo una ciudad con las cuentas en orden. Acabé con el reparto de cargos a los amigos de los amigos”, afirmó el alcalde de la Ciudad Eterna, en conferencia de prensa.
Marino defendió su gestión y quiso rehabilitar su imagen. En los últimos días recibió el apoyo de manifestantes y más de 30 mil personas firmaron un pedido on-line para que permanezca en el cargo.
Según sus defensores, fue alguien que se atrevió a desafiar a los llamados “poderes fuertes”: política, mafia y curia.
La voluntad de alcalde de hacer una “limpieza” en la administración, de combatir la ilegalidad y la corrupción, le valió muchos enemigos: desde los ausentistas y burócratas hasta los grandes constructores, pasando por los dueños de restaurantes y taxistas.