Sintes expresó su “alegría” por la nueva detección de este sistema binario y agregó: “Esperamos en un futuro poder observar nuevas fusiones de agujeros negros y nuevas cosas”.
El equipo científico internacional LIGO, que anunció en febrero la observación por primera vez de las ondas gravitacionales que apuntó Albert Einstein en su Teoría de la Relatividad, informó el miércoles de la nueva detección.
Un trabajo en el que participa el grupo de Gravitación y Relatividad de la Universidad de las Islas Baleares, España, al que pertenece Sintes.
La nueva señal llegó a los detectores LIGO, ubicados en EE. UU., el 26 de diciembre del 2015, por lo que se denomina GW151226, y es la segunda confirmada de “una binaria”, que junto a la detectada el pasado 14 de octubre (GW150914) marcan “el inicio de la astronomía de ondas gravitacionales”.
Son ondulaciones del espacio-tiempo producidas en el universo como consecuencia de acontecimientos violentos, como la explosión de una supernova o la fusión de dos agujeros negros.
Las ondas gravitacionales deforman el tiempo y el espacio, viajan a la velocidad de la luz.
La investigadora española insistió en la importancia de estos avances científicos, ya que se trata de las primeras observaciones directas de las ondas gravitacionales, que ha supuesto “un reto científico y tecnológico”.
Hasta los años 70 se cuestionaba si era “un tema matemático de la Teoría (de Einstein) o un fenómeno físico”.
Apuntó también que los sistemas binarios “son extremadamente agradecidos” porque con ellos se pueden “hacer pruebas de la propia Teoría de Relatividad general y se puede intentar inferir parámetros cosmológicos”.
“Si vamos aumentando este número de detecciones puedes tener incluso información de cómo ha sido la expansión acelerada del universo (…), las ondas también pueden prometer mucho para obtener información del universo primitivo, de cuando éste aún no tenía ni un segundo de vida”, explicó Sintes.
Sin embargo, los instrumentos de detección todavía no son lo suficientemente sensibles para llegar a obtener esta información y quizá haya que esperar otros 20 años para saber qué ocurrió exactamente cuando “el universo era tan jovencito”.
“Si ocurrieron cosas más exóticas se podrían detectar o refutar”, señaló Sintes.
“El ser humano siempre ha sido curioso, saber de dónde viene, sus orígenes, eso es lo que nos impulsa a investigar, a hacer ciencia, que luego se transfiere a la sociedad, como la tecnología, por ejemplo el GPS, que lo uso para orientarme”, agregó.
La investigadora explicó que en esta segunda detección de las ondas, la fusión de los dos agujeros negros produjo el equivalente a 21 masas solares.
Y dejó la irradiación de otra que llegó a la Tierra en forma de ondas gravitacionales, detectadas a 70 segundos de su arribo al planeta, y cuya señal, aunque más débil, ha sido más larga que la primera, un segundo frente a los 0.2 de la anterior.
Si bien la detección se produjo en diciembre, el proceso de identificación con la técnica de “filtrado adaptado” ha tardado unos meses, tiempo el que se realizan todos los análisis para comprobar que se trata de ondas gravitacionales.
En concreto, se trata de distorsiones del espacio tiempo que provoca que los dos objetos orbiten en forma de espiral uno alrededor del otro.