Es la primera vez que un índice internacional incluye esa medida de “bienestar”, lo que aumenta en un 60% los cálculos del impacto de los desastres realizados hasta la fecha por la ONU, que eran del orden de US$300 mil millones.
A la hora de contabilizar el impacto de huracanes, terremotos o sequías, los más pobres también salen perdiendo: según el informe del BM, “el 20% de los más pobres sufren solamente el 11% de las pérdidas materiales pero el 47% de las pérdidas de bienestar”.
El reciente huracán Matthew, por ejemplo, golpeó a Haití y a Estados Unidos. Pero en el país más pobre del continente americano, los daños fueron estimados en US$2 mil millones, mientras que en el más rico, ascendieron a unos US$7 mil millones.
Si solo se cuentan las pérdidas materiales, advirtió el estudio del BM, siempre saldrán ganando los países o regiones más ricas. Contabilizar el bienestar permite tener en cuenta esas pérdidas inmateriales, y por ello ajustar los programas de ayuda o la financiación, para socorrer ante todo a los que más lo necesitan.
El pulso Norte-Sur marca tradicionalmente las conferencias sobre el clima de la ONU, y la de Marrakech se celebra además bajo una sombra omnipresente: la elección a la presidencia de Estados Unidos del republicano Donald Trump.
La COP22 debe cerrarse este viernes con una hoja de ruta para aplicar el histórico Acuerdo de París de 2015, que comprometió a 196 países a obrar para que la temperatura del planeta no aumente más de +2 ºC respecto a la era preindustrial.
Pero los participantes en la gran cita del clima, que se celebra en la desértica Marrakech, tienen un ojo puesto en las negociaciones políticas en el seno del próximo gobierno estadounidense.
Trump, un declarado escéptico del cambio climático, dispuesto a sacar a su país del Acuerdo de París, no ha pronunciado ni una palabra sobre el clima desde que fue elegido.
“Los jefes de Estado pueden cambiar, y cambiarán, pero estoy seguro de que podemos mantener y mantendremos un esfuerzo internacional durable para contrarrestar el cambio climático” dijo en rueda de prensa el actual jefe negociador estadounidense, Jonathan Pershing.
El secretario de Estado, John Kerry, participará el martes en la inauguración del segundo tramo negociador de la COP22, junto a decenas de mandatarios y ministros.
Una buena y una mala noticia
Los científicos dieron a la COP22 simultáneamente una buena y mala noticia este lunes.
Por un lado las emisiones de CO2, las grandes responsables del efecto invernadero, parecen estar controladas. Por tercer año consecutivo se mantuvieron estables, con un aumento solamente del 0,2%, según un estudio de instituciones del mundo entero denominado Global Carbon Project. Brasil y México bajaron de nuevo el nivel de sus emisiones.
Pero el planeta registrará “muy probablemente” el año más caluroso que se conoce estadísticamente en 2016, con un aumento del +1,2 ºC de su temperatura media respecto a la era preindustrial, según la Organización Metereológica Mundial (OMM).
Las emisiones parecen estar controladas pero al ritmo actual, no es suficiente para detener el cambio climático, lo que coincidiría con el aumento de temperatura constante detectado por la OMM.
“Hemos utilizado ya más de dos tercios de las cuotas de emisión para mantener el cambio climático por debajo de dos grados” centígrados, explicó Global Carbon Project.
Más allá de +2 ºC, las consecuencias serían desastrosas para el planeta.
El casco polar ártico es el que presenta cambios más inquietantes. “En algunas regiones árticas de la Federación Rusa, la temperatura era superior en entre 6 ºC y 7 ºC a lo normal” a lo largo del año destacó Petteri Taalas, el secretario general de la OMM.
La única región continental donde la temperatura fue inferior a lo normal está situada en la zona subtropical de Sudamérica (norte y centro de Argentina, una parte de Paraguay y de Bolivia).