Kim también descartó las especulaciones de que las instalaciones de pruebas nucleares de Punggye-ri ya estén fuera de servicio, como sugirieron algunos expertos, tras el último ensayo nuclear de septiembre.
“Algunos cuentan que cerramos unas instalaciones de pruebas que ya están inutilizadas pero, como podrán comprobar durante su visita, hay dos túneles adicionales aún más grandes (…) y están en buen estado”, declaró el dirigente norcoreano, según la Presidencia surcoreana.
“Presiones máximas”
Durante un encuentro con sus seguidores en Michigan, Donald Trump anunció que se reuniría con Kim Jong Un dentro de tres o cuatro semanas, y prometió “hacerle un gran favor al planeta” logrando un acuerdo sobre la cuestión nuclear con Pionyang.
El presidente estadounidense sacó pecho por el giro diplomático emprendido por el régimen norcoreano que, según él, es fruto de una “campaña de presiones máximas” compuesta por discursos muy duros, el incremento de las sanciones contra Corea del Norte y el aislamiento diplomático del país asiático.
Pero también advirtió que la cumbre podría ser un fracaso. “Lo que tenga que pasar, pasará. Puedo ir ahí y que no funcione”, dijo. En ese caso, “me iré”.
Según el canal de televisión CBS News, la cumbre con el líder norcoreano podría tener lugar en Mongolia o en Singapur.
Kim también se declaró dispuesto a mantener un diálogo con Japón.
Según un portavoz de la Presidencia surcoreana, el primer ministro japonés Shinzo Abe informó al presidente surcoreano Moon Jae-in de que estaba dispuesto a hablar con Pionyang, un mensaje que éste transmitió durante la cumbre intercoreana.
¿Nueva era?
El nuevo asesor de seguridad nacional de Trump, John Bolton, citó la decisión de Libia de abandonar su programa nuclear como un modelo para Corea del Norte.
“Tenemos muy presente el modelo de Libia del 2003, 2004”, dijo Bolton a Fox News Sunday.
Kim y Moon dijeron en su cumbre que tenían “un objetivo común a realizar, a través de una completa desnuclearización, una península coreana libre de armas nucleares”.
Pero la frase es un eufemismo diplomático abierto a interpretaciones en ambos bandos.
Pionyang quiere desde hace mucho tiempo el fin de la presencia militar estadounidense y el paraguas nuclear sobre el Sur, pero invadió a su vecino en 1950 y es la única de las dos Coreas en tener armas nucleares.
En una “medida simbólica” del acercamiento entre las dos Coreas, Kim también prometió avanzar la hora de su país 30 minutos para sincronizarla con su vecino del Sur, anulando así un cambio que el país aplicó en el 2015.
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