El tribunal correccional de la ciudad tomó en cuenta la requisitoria de la fiscalía, que solicitaba una pena ejemplar para el acusado.
Celoso de su compañera, el hombre quiso obligarla a que le permitiera acceder al contestador de su teléfono móvil, so pena de inmolar a su gato.
Ésta lo rechazó y el individuo roció al felino con alcohol y tras encenderle fuego lo lanzó al exterior desde un séptimo piso.
El animal, de 6 años, que aún estaba vivo al llegar la policía, tuvo que ser sacrificado por un veterinario a causa de sus graves heridas irreversibles.
El martirio del felino atrajo a la sede judicial a medio centenar de personas durante el proceso, sobre todo mujeres escandalizadas por la crueldad de este “verdugo”.
Una decena de organizaciones de defensa y protección de los animales se constituyó como parte de la acusación civil en este juicio.