Jimmy Carter volvió a Georgia, Ronald Reagan a California. Bill Clinton optó por Nueva York, donde creó la Fundación con su nombre y su esposa, Hillary —ahora en liza por la postulación demócrata para las presidenciales de noviembre — lanzó su carrera política como senadora.
Pero no se sabe aún adónde irán los Obama el 20 de enero del 2017.
Cada vez que un pariente de los Obama muestra interés en alguna lujosa propiedad en Palm Springs o Honolulu, la prensa especula que podría ser una inversión disimulada destinada en realidad a la pareja presidencial. En vano. No se ha filtrado ninguna información confiable hasta el momento.
Barack Obama, quien está profundamente arraigado en Chicago —la ciudad donde inició su carrera política y en la que celebró su victoria en el 2008 — , ha dicho que instalará allí su biblioteca presidencial y su fundación.
“Allí es donde encontré una forma de idealismo, donde conocí a mi esposa, donde nacieron mis hijas” , contó.
No obstante, nada indica que la pareja se vaya a instalar en la “ciudad del viento” .
“Chicago es probablemente demasiado pequeña para ellos a estas alturas” , considera Peter Slevin, profesor de la Northwestern University y autor de una biografía titulada “Michelle Obama, A Life” (Michelle Obama, una vida) .
La única verdadera pista que ha dejado Barack Obama es que su familia será prioritaria.
“Las niñas y Michelle han hecho demasiados sacrificios por mi loca idea de postularme a la Presidencia” , dijo en el 2013 al canal ABC.
Desde el 2017, Malia, la mayor, estará en la universidad. Sasha, que ahora va a la escuela privada Sidwell Friends en Washington, aún deberá esperar un par de años para terminar la secundaria.
Más Nueva York que Chicago
“Sus amigos creen que los Obama vivirán un tiempo en Washington y luego se mudarán a Nueva York”, explica Peter Slevin, señalando que esta ciudad podría ofrecerle un poco más de anonimato, una noción que en este caso es muy relativa.
La primera dama siempre descartó la idea de lanzarse a la política, como lo hizo Hillary Clinton. “Hay tres cosas seguras en la vida” , bromeó Barack Obama hace unos días. “La muerte, los impuestos y el hecho de que Michelle no será candidata a la Casa Blanca” .
La única certidumbre es que el dinero no será un problema. Barack Obama, que tiene un gran talento para la escritura, se dedicará al tradicional y lucrativo ejercicio de la autobiografía.
“Escribir las memorias siempre se consideró un medio aceptable de capitalizar una presidencia” , señaló el historiador Mark Updegrove, director de la biblioteca Lyndon B. Johnson en Austin (Texas, sur) .
También le lloverán propuestas para ofrecer conferencias que serán generosamente remuneradas, tanto en Estados Unidos como en el extranjero. “La única interrogante será saber hasta qué punto querrá comercializar su anterior trabajo” , añadió Updegrove.
Además, el primer presidente afrodescendiente de Estados Unidos ha mencionado su voluntad de trabajar con jóvenes pertenecientes a minorías de barrios pobres, donde el fracaso escolar, el desempleo y la tasa de encarcelamiento son mucho mayores que en otras áreas para que “la igualdad de oportunidades no sea una frase vacía” .
Varios exinquilinos de la Casa Blanca lograron dejar un rastro tras su vida post-Washington.
Derrotado en 1829 después de un mandato, John Quincy Adams fue electo al Congreso donde se desempeñó hasta el fin de sus días. Gracias a su excepcional talento como orador, marcó el espíritu de la lucha contra la esclavitud.
William Howard Taft (1909-1913) se unió a la Corte Suprema. Expresidente de la prestigiosa “Harvard Law Review” y apasionado del derecho, Obama, quien tendrá 55 años cuando inicie su nueva vida, también podría tentarse en este sentido. Aunque “eso es demasiado monástico para mí” , comentó.
Podría ser un punto de referencia el ejemplo de sus dos predecesores demócratas aún con vida –Jimmy Carter y Bill Clinton — , quienes han creado fundaciones muy respetadas que actúan más allá de las fronteras estadounidenses.
También hay rumores de que podría dar un curso en la universidad de Columbia en Nueva York, donde estudio a principios de los años 80. “Me encanta enseñar. Me falta el contacto con los estudiantes” , confió al New Yorker en otoño del 2014.
Según Mark Updegrove, la historia reciente muestra que “el segundo acto” de un presidente puede servir para dar valor a su paso por la Casa Blanca. Y es la mejor forma de modelar su lugar en los libros de historia.