Cuando este miércoles se cumple un mes del fuego que devastó su cubierta, la “familia” de Notre Dame, como se conoce a quienes trabajan o son voluntarios en ella, sigue de duelo.
Sus 67 empleados están en paro técnico mientras finaliza la evaluación de daños y se decide si la labor espiritual del edificio continúa en una carpa provisional en la plaza.
Pero el mayor grupo es el no retribuido, compuesto por un centenar de voluntarios de la asociación francesa CASA (Comunidad de Acogida en Sitios Artísticos), responsable de la formación de guías en diversos monumentos religiosos de toda Francia y concretamente en Notre Dame.
Hasta 2014 estos guías eran los únicos con potestad para hacer visitas de la catedral en nueve lenguas. La propina de los numerosos turistas mantenía en pie la agrupación y facilitaba que otros templos cristianos como Saint-Victor de Marsella o Sainte-Marie-Madeleine de Vézelay puedan también acoger visitantes.
En la orfandad
Belén Bellosillo, una madrileña de 37 años, es uno de los integrantes de esta familia. Formada en Historia del Arte y especializada en medieval, Notre Dame ha sido el reflejo de su sueño de vivir en París y una pasión que ha compartido con miles de turistas durante más de diez años.
Allí conquistó a su actual marido -según cuenta ella misma a Efe- y años después bautizó a su primera hija, un privilegio del que solo disfrutan los allegados a la catedral.
El 15 de abril estaba bañando a sus dos hijos cuando una cascada de wasaps la sacó de la rutina: Notre Dame estaba ardiendo.
Como ella, la chilena María Eugenia Boulogne, miembro de CASA desde hace doce años, o el colombiano Nelson Londono, desde hace tres, conviven ahora con la incertidumbre de saber qué pasará con esta pasión que durante años les ha ocupado cada sábado, el día de las visitas, además de horas y horas invertidas en formación.
“Me enteré por una amiga que uno podía ser guía de Notre Dame y le dije que era imposible, que yo no tenía memoria, pero me interesó tanto que no tuve ningún problema en estudiarlo todo”, cuenta Boulogne, de 71 años.
Aunque el grupo no tiene capacidad de decisión, sus heterogéneos miembros son actores importantes en su día a día, como es el caso de Olivier de Châlus, hasta ahora jefe de guías pero que ha dejado la asociación para integrar el grupo de expertos que asesorará al Estado durante las obras.
Pendiente
“Es demasiado pronto para concluir que tenemos suficiente o demasiado dinero para la restauración. Puede que haya una diferencia entre las promesas de donación y el pago de los donativos”, indicó Riester tras visitar este miércoles la catedral, en parte derruida y aún cerrada al público.
Además, el ministro recordó que las colectas de la Fundación de Francia, la Fundación Notre-Dame y el Centro de Monumentos Históricos están abiertas desde la noche del pasado 15 de abril.
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