Encima de estos palos se construyeron después los fundamentos de los edificios en ladrillo y piedra, y es en esa parte superficial donde se aprecian los efectos “terribles” del “acqua alta” que esta semana ha inundado la ciudad, al dejar la sal dentro de la piedra y deteriorarla, señala Mancuso.
El experto en restauración dice que esta estructura original se puede calificar de “milagro”, al haber resistido durante siglos, y alaba la “gran inteligencia” de los venecianos que idearon este sistema, pero actualmente incluso este “milagro” está en peligro.
El paso de cruceros por el Gran Canal y otras vías de la ciudad provoca un “gran desplazamiento de agua” que termina por corromper los cimientos de la localidad, un movimiento que se traslada también a los canales menores y hace peligrar los históricos edificios que se asientan sobre los palos.
Además, continúa Mancuso, “los grandes barcos tocan el fondo del canal”, provocando que se levanten los sedimentos asentados en el lecho marino y ensuciando el agua de los canales, que se vuelve negra.
El profesor culpa también a las pequeñas embarcaciones, como los taxis acuáticos para turistas, que “provocan olas que baten contra las cimientos” y esto tiene un efecto “terrible”, al no tener estos barcos controles de velocidad.
Se han propuesto posibles soluciones respecto al paso de cruceros por los históricos canales, como que estos atraquen en un puerto exterior de la laguna, en la vecina Mestre, o incluso en estructuras ligeras y flotantes.
“Ninguna solución es aceptable si los barcos entran en la laguna”, argumenta Mancuso, ya que una vez dentro “o destruyen Venecia o destruyen la laguna”.
Esto se debe, comenta, a que solo con acceder, las naves provocan que “entre el agua del mar con una velocidad y en una cantidad enormes”, lo que altera el equilibrio entre el agua del interior y el exterior de la laguna.
Pero los cruceros no son la única amenaza para Venecia, ya que el aumento del turismo ha provocado que se restauren antiguos palacios ahora convertidos en hoteles y apartamentos turísticos, y otras actividades de construcción.
Como explica el arquitecto, esta intensa actividad, “no siempre realizada con los materiales apropiados”, ha hecho aumentar el peso de la ciudad, lo que termina por afectar a los frágiles cimientos.
Aun así, el frondoso “bosque” que sostiene todas las estructuras construidas en Venecia, desde la Basílica de San Marcos al Puente Rialto, se mantiene a pesar de todo, e incluso Mancuso ha utilizado esta madera (normalmente de roble) para sus restauraciones.
“Nos arriesgamos a tener una ciudad subterránea que está en pie mientras una ciudad emergente que se cae”, es su contundente diagnóstico.
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