La mandataria había puesto en alerta a todo su gabinete para cohesionar su base de apoyo en el Congreso y bloquear la iniciativa que impulsa el opositor PSDB (centro) , derrotado ajustadamente por Rousseff en las elecciones de hace apenas un año.
Cunha es el rival político más poderoso del gobierno. De gran predicamento dentro del PMDB, partido de centro aliado de Rousseff, se declaró opositor después de ser denunciado por la justicia por cobrar un soborno de 5 millones de dólares para facilitar un negocio en el megaescándalo de la estatal Petrobras.
El diputado evangélico adujo entonces que detrás de esa denuncia estaba la mano del gobierno para desprestigiarlo.
Como presidente de la Cámara, Cunha es el encargado de dar luz verde o archivar los pedidos de juicio político contra la presidenta.
La Corte declaró inviable este martes que, en caso de que el presidente de la Cámara rechace la solicitud, la oposición pueda presentar un recurso para tratar la cuestión en el plenario, como se especulaba que pasaría para evitar que toda la responsabilidad recayera sobre el presidente.
Por tanto, Cunha deberá decidir en soledad.
De dar lugar a un proceso de impeachment, se debe pasar por la evaluación de una comisión y luego lograr el apoyo de dos tercios de los diputados. Recién ahí Rousseff sería apartada del cargo y será el Senado -donde el gobierno tiene mayoría- el encargado de juzgarla.
“El impeachment es una cuestión jurídica. Brasil no puede resolver sus cuestiones políticas con la ruptura institucional. El impeachment sólo se justifica si hay fundamento jurídico, y no hay fundamento jurídico” , dijo el ministro portavoz de Rousseff, Edinho Silva, tras una serie de reuniones en Brasilia.
La iniciativa apoyada por el PSDB para desbancar a Rousseff se basa en un análisis de la auditoría de la República, que considera que el gobierno maquilló las cuentas públicas para dar idea de una mejor gestión.