Las primeras convocatorias para marchar por la Ciencia comenzaron en enero en las redes sociales y, ahora, solo tres meses después, el movimiento ha alcanzado una magnitud global y ha captado el apoyo de 220 grupos científicos, como la importante Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, que promueve la cooperación científica.
La mayoría de las miradas se centrarán en Washington, donde se espera una protesta multitudinaria, aunque también hay convocadas marchas en otras 550 ciudades del mundo, como Bogotá, Ciudad de México, Hong Kong, Ciudad del Cabo, Madrid, Berlín y Copenhague, según figura en la web de los organizadores.
“La ciencia y los científicos están amenazados. Los políticos están amenazando nuestro presente y nuestro futuro al ignorar las evidencias científicas que sirven para tomar decisiones políticas”. Científica Caroline Weinberg, una de las organizadoras de la marhca.
En Washington, la jornada comenzará con diferentes seminarios en los que participará por ejemplo Carmen Revenga, una científica española que forma parte del equipo marino de la organización The Nature Conservancy, donde dirige la estrategia global de pesca sostenible.
“He intentado convencer a todos mis amigos y a mi familia para que vengan, tengo varios primos aquí. Y, espero que vengan, yo voy a estar allí con las pancartas”, contó la científica.
Revenga, que vive desde hace 20 años en EE. UU., se siente preocupada por el presupuesto presentado por Trump en marzo, que aumenta el gasto militar a cambio de recortes en importantes agencias científicas, como la NASA y la Agencia de Protección Medioambiental (EPA), encargada de estudiar el cambio climático.
El Congreso tiene la última palabra en la aprobación y modificación del presupuesto, por lo que los científicos esperan que las marchas sirvan para poner a los legisladores de su lado.
Coincidiendo con el Día de la Tierra, la marcha de la capital de Estados Unidos partirá a las 14 horas locales del monumento a Washington, frente a la parte sur de la Casa Blanca, para recorrer la explanada verde del National Mall y concluir en las calles aledañas al Congreso.
Expertos
Está previsto que intervengan los tres científicos que presiden la protesta: la bióloga hispana Lydia Villa-Komaroff, que cambió el modo en el que se produce la insulina, la pediatra Mona Hanna-Attisha y el científico y comediante Bill Nye, conocido por su programa de Ciencia para niños.
Los organizadores de la manifestación han decido que no habrá un color o una prenda de ropa “oficial”, como ocurrió con los gorros rosas de la Marcha de las Mujeres del 21 de enero.
Sin embargo, los organizadores piden a los manifestantes que sean “creativos” y se vistan como su “científico favorito”, una sugerencia que ha hecho que numerosas personas hayan preparado disfraces con el divertido rostro de Albert Einstein, según muestran imágenes colgadas en redes sociales por algunos grupos de la marcha.
“Si eres un científico, puedes venir en tu ropa de trabajo, una bata de laboratorio, gafas, estetoscopio, tu ropa de campo. Los científicos trabajan en todo tipo de lugares y no deberíamos limitar la marcha a ningún tipo”, afirman los organizadores en su web.
A pesar de sus intentos por ser un movimiento inclusivo, no ha ganado el apoyo de todos los científicos y algunos, como el renombrado profesor de psicología de la Universidad de Harvard Steven Pinker, han criticado la “retórica de extrema izquierda” de la iniciativa.
“El plan de los científicos de marchar en Washington compromete sus propios objetivos con sus posturas anticiencia, sus políticas identitarias y su retórica de extrema izquierda”. Steven Pinker, científico opositor a la marcha.
No obstante, los organizadores no creen que haya una alternativa a las manifestaciones y, por ello, quieren que mañana sea solo “el primer paso” de un movimiento global destinado a defender el papel de la Ciencia en diferentes aspectos de la vida de las personas, como el campo de la salud, la seguridad, la economía y la política.
“La Ciencia y los científicos están amenazados. Los políticos están amenazando nuestro presente y nuestro futuro al ignorar las evidencias científicas que sirven para tomar decisiones políticas”, considera Caroline Weinberg, una de las organizadoras de la marcha que dio una rueda de prensa en Washington la semana pasada.
Con el lema oficial de “Science, not Silence” (“Ciencia, no silencio”), los científicos esperan llenar las calles de Washington y lograr, que una vez pasada la euforia de las pancartas, la pasión se transforme en un debate constructivo sobre el papel que la Ciencia debe jugar en las decisiones políticas.