Con decenas de ciclones a través de cientos de kilómetros— al lado de sistemas climáticos no identificables que se extienden miles de kilómetros— los polos no se ven nada parecido a la región ecuatorial de Júpiter, la cual es instantáneamente reconocible por sus franjas y Gran Mancha Roja, una tormenta similar a un huracán.
“Ese es el Júpiter que todos conocemos y que hemos crecido amando”, agregó Bolton ante reporteros. “Y cuando se mira desde el polo, luce totalmente diferente (…) no creo que alguien hubiera adivinado que éste es Júpiter”.
“Lo que estamos descubriendo de Júpiter es muy diferente, muy complejo”.
Girando en sentido contrario a las manecillas del reloj en el hemisferio norte, justo como en la Tierra, los ciclones están claramente aglomerados cerca de los polos. Los diámetros de algunos de estos ciclones se extienden mil 400 kilómetros; incluso más grandes, aunque también están presentes en ambas regiones polares sistemas climáticos sin forma, que ocupan una extensión de miles de kilómetros.
Juno, que fue lanzado en el 2011 y orbita Júpiter desde el verano del 2016, está proporcionando las mejores vistas de cerca del planeta más grande de nuestro sistema solar.
Además de los ciclones polares, Juno ha detectado una abrumadora abundancia de amoniaco en la atmósfera profunda de Júpiter y un sorprendentemente fuerte campo magnético, casi 10 veces más grande que el de la Tierra.
“Los resultados de los primeros pases cercanos de Juno a Júpiter están cambiando nuestra comprensión de este gigante de gas”, escribieron los investigadores en uno de los artículos que aparecieron en la revista Science.