“Vivo sola con mi compañera, que somos dos personas grandes, y tengo miedo de las represalias porque ya me he enterado por mis hermanos que mi sobrino tenía mala fama en su colonia o barrio. Tengo miedo de la represalia, no me arrepiento y lo haría otra vez. Se lo dejo a las manos de Dios si me pasa algo, pero sí pediría que se me dé (seguridad)”, dijo Irma Reyes.
“Imagínese si fueron capaz de hacer con una niña, tanta atrocidad, imagínese el sentimiento que me van a tener por haber hecho esta situación (haberlos puesto ante las autoridades), porque sé que vienen cosas muy fuertes (para los presuntos asesinos). Vuelvo a decir, no me arrepiento, pero como ser humano y mujer tengo miedo, me preocupa”, enfatizó desde su casa en el municipio Isidro Fabela del Estado de México.
La mujer relató cómo fue que encaró a Mario Reyes y a Giovanna Cruz, a quienes intentó ayudar cuando llegaron a su casa pidiendo un techo. Irma dijo que aunque no lo veía hace unos 20 años los acogió porque verlo trajo el recuerdo de su hermano fallecido.
“Los recibió y les facilitó una pequeña vivienda de dos cuartos con techo de láminas de cartón, a pocos metros de su casa y les dio unas mantas para cubrirse. También les dijo que mientras se conseguía un trabajo podían quedarse ahí y luego mudarse”, señala un artículo de Univisión Noticias.
“El miercoles como a las 6.00 de la tarde los vi a los dos y los reconocí, bajé y los encaré. Les dije que ya sabía que habían cometido esa infamia, que habían salido en la tele, que me dijera la verdad. Vi su expresión de culpabilidad y le dije: Si fueron, ¿verdad? Y ella me dijo sí con su cabeza”, afirmó a Despierta América
El feminicidio de Fátima Cecilia, cuyo cuerpo apareció con signos de agresiones sexuales en una bolsa de basura al sur de la capital, ocurrió apenas una semana después del de Ingrid Escamilla, una joven de 25 años descuartizada por su pareja en la misma ciudad.