El decreto firmado este viernes por Temer, autoriza al Ejército y a la Policía de carreteras a usar la fuerza, en caso de ser necesario, para liberar las vías y reabastecer al país con los productos retenidos por los camioneros.
Esto significa que las Fuerzas Armadas, además de apoyar a la Policía de carreteras en los desbloqueos, podrán requerir los vehículos y conducirlos, medida que solo se ejecutará si el dueño del camión -o su conductor- se niegan a seguir el viaje.
Desde las 9.30 hora local (11.30 GMT) el presidente Temer y varios de sus ministros del gabinete de Crisis, están reunidos para evaluar la efectividad de las acciones tomadas por las autoridades y monitorear el paro camionero.
La situación del país se ha agravado ya que a pesar de que los camioneros firmaron un acuerdo con el Gobierno este jueves para levantar el paro, cerca de un 40 por ciento del gremio se negó a aceptar las propuestas del Ejecutivo y continúan en paro en todo Brasil, el mayor país de suramérica.
En el acuerdo al que llegaron en la noche del jueves el Gobierno y los representantes de los camioneros, Petrobras amplió la reducción del 10 % en el valor del diésel en las refinerías a 30 días y el Gobierno se comprometió a eliminar por lo que resta de 2018 los impuestos a ese combustible, que suponen casi 50 % de lo que pagan los consumidores.
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La huelga de los camioneros, que ya cumple seis días consecutivos, ha desencadenado una serie de efectos que comienzan con la falta de combustible lo que ha llevado a una paralización del transporte público y particular y, con ello, al desabastecimiento de alimentos e insumos para hospitales y al freno de actividades de producción industrial.
Las consecuencias del paro afectan todos los sectores. El viernes los aeropuertos del país cancelaron 112 vuelos y este sábado el de Brasilia ya había cancelado otros 40.
En total, 12 aeropuertos de brasil declararon que se encuentran sin combustible.
La disminución de las flotas de transporte público a más del 50 por ciento en las principales ciudades del país y más del 90 por ciento de los puestos de servicio sin gasolina, hacen parte de los efectos producidos por la huelga camionera.
Los hospitales también comenzaron a lanzar alarmas por la falta de insumos básicos como oxígeno y medicamentos y la escasez de alimentos como fruta, verduras, carnes frescas y productos lácteos, tiene al gigante suramericano al borde de un colapso.
Los precios en los combustibles y en los alimentos se disparó y ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro ya declararon el “estado de emergencia”.
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