El escándalo corre el riesgo de asestar un nuevo y duro golpe al país, sumido desde hace más de dos años en la peor recesión de su historia y con sus principales constructoras involucradas en la gigantesca investigación Lava Jato, sobre sobornos en la estatal Petrobras.
Más de 30 personas fueron detenidas, tres frigoríficos fueron clausurados temporalmente y 21 se hallan bajo investigación. Entre los sospechosos figuran grupos como JBS, BFR y Peccin, pesos pesados mundiales.
“La manera como se dio la noticia pudo haber creado una preocupación muy grande, tanto en países que importan nuestra carne como en consumidores brasileños”, admitió Temer.
“Es importante destacar que, de 11 mil empleados, solo se investiga a 33 y que, de las cuatro mil 837 unidades sujetas a inspecciones, apenas hay 21 presuntamente implicadas en eventuales irregularidades. Y de esas 21, solo seis realizaron exportaciones en los últimos 60 días”, expuso.
En la reunión había 33 diplomáticos, en una demostración del poderío del sector ganadero brasileño, que exporta sus productos a más de 150 países.
Las exportaciones brasileñas de carne de pollo superaron en 2016 los US$5 mil 900 millones y las de carne bovina llegaron a US$4 mil 300 millones, según datos del Ministerio de Desarrollo y Comercio Exterior.
Mercados en alerta
El caso estalla además en momentos en que el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y la UE buscan acelerar un acuerdo de libre comercio, en el cual los países sudamericanos reclaman mayores cuotas de entrada para sus productos cárnicos.
La próxima ronda negociadora entre los dos bloques debe realizarse a fin de mes en Buenos Aires.