Internacional

Borrar tatuajes, una cura a las heridas de marginación de los salvadoreños

Los tatuajes en la sociedad salvadoreña, conservadora y llena de prejuicios, están ligados a la criminalidad y las pandillas, por lo que las personas que los portan son estigmatizadas y, en la mayoría de los casos, son discriminadas y excluidas.

Un beneficiario del programa de remoción de tatuajes del Gobierno de El Salvador. (Foto Prensa Libre: EFE)

Un beneficiario del programa de remoción de tatuajes del Gobierno de El Salvador. (Foto Prensa Libre: EFE)

Carlos, nombre ficticio, movía sus pies en señal de nervios, con su cabeza levantada y su mirada en el cielo permitía que una luz de láser hiciera el trabajo en su pecho, en donde tenía tatuadas las letras “m y s” , en mayúscula.

El joven es uno de los beneficiarios del programa de remoción de tatuajes que el Gobierno de El Salvador, a través del Instituto Nacional de la Juventud  (Injuve), implementa en el país con el objetivo de reinsertar a la sociedad a quienes los portan.

Para llegar hasta esa silla de la pequeña habitación, en donde a diario le eliminan los tatuajes a unas 6 o 7 personas, Carlos pasó por varios filtros; presentó una solvencia de antecedentes penales, llenó una solicitud, pasó por una entrevista con una psicóloga y se realizó un examen toxicológico.

Tras cumplir con todos esos pasos, el más importante está en proceso, su sueño de reinsertase a la sociedad está cada vez más cerca.

La sesión de la remoción dura un aproximado de 15 minutos y se necesitan entre 8 y 9 sesiones para eliminar totalmente un tatuaje; Carlos inicia el proceso de remover el tatuaje que lleva en el pecho; antes se eliminó unos que se hizo en la cara, los cuales le impedían trabajar porque “los de la cara no se pueden ocultar”.

El láser que recorre su pecho quema la tinta de su tatuaje, el cual en pocos días ya no existirá más, quedando solo en la memoria de quien lo portó.

Luego de la sesión, el joven salvadoreño se pone su camiseta y una camisa manga larga para cubrir los tatuajes de sus brazos, toma su gorra y se despide de la doctora, quien le recuerda que dentro de un mes tiene su próxima cita.

Las razones por las cuales se hizo los tatuajes no fueron compartidas por Carlos; sin embargo, dejó claro que uno de los objetivos que lo llevó a eliminárselos fue “reinsertase a la sociedad y conseguir un empleo”.

“El objetivo es cambiar mi vida y demostrarle a la gente que yo también puedo cambiar y demostrarle a la familia que quiero hacerlo (…) siempre hay gente que te apoya y agradezco al Gobierno por darme la oportunidad; me siento satisfecho por el trabajo que han realizado en mi”, dijo.

La doctora Maytee Ramírez, quien atiende al joven, explicó a Acan-Efe que el tratamiento no tiene efectos secundarios, ni a corto ni a largo plazo, y que el mismo puede ser implementado “en todo aquel que lo desee y que cumpla con los requisitos que establece el Injuve”, los mismos que cumplió Carlos.

La especialista precisó que los pacientes que más se atienden son los que oscilan entre las edades de 18 a 25 años.

Agregó que, hasta el momento, la Clínica de Remoción de Tatuajes cuenta con 818 pacientes activos en el tratamiento, de los cuales 709 son hombres y 119 mujeres, y que desde que inicio en proyecto, en el 2013, se han eliminado totalmente los tatuajes de 281 pacientes.

La psicóloga Ana Palacios, que atendió a Carlos y al resto de los beneficiarios, explicó que la entrevista que se les hace a los pacientes tiene como objetivo “detectar el nivel de concienciación que ellos tienen respecto al cambio de vida y su incorporación a la sociedad”.

Según la especialista, “el tatuaje es un estigma que cierra puertas, oportunidades, posibilidades e impide el desarrollo en la juventud de una sociedad que vive en pánico, como la nuestra”.

“No es en sí el dibujo que está plasmado en el cuerpo; el simple hecho de tener tinta hace que la gente tenga pánico y que nuestro sistema económico rechace los tatuajes porque están vinculados a la delincuencia, violencia, pánico y miedo, por lo que se cierran las puertas laborales y muchas más”, agregó.

La directora del Injuve, Yeimi Muñoz, dijo recientemente que “este servicio (…) representa poder incorporar a las personas a la obtención de un empleo, y eso para nosotros se vuelve elemental tanto en el proceso de prevención, como en el proceso de reinserción y rehabilitación de los usuarios”.

Un proceso del que Carlos es parte y que le hace soñar con una realidad cercana, que alcanzará en tan solo unos meses, cuando finalice su tratamiento dérmico.

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