Así lo aseguró el mandatario estadounidense en una rueda de prensa tras la cumbre que ambos líderes mantuvieron en Villa La Grange, una mansión del siglo XVIII en Ginebra.
“Esperemos que nos queramos el uno al otro, pero está claro que no es en interés de nadie” que haya una Guerra Fría entre EE.UU. y Rusia, apuntó Biden.
Las tensiones entre el Kremlin y la Casa Blanca se dispararon en marzo después de que Biden llamara “asesino” a Putin, tras lo cual Moscú llamó a consultas a su embajador, y recomendó al responsable de la legación estadounidense que abandonara el país.
En abril Washington impuso sanciones a Rusia y expulsó a diez diplomáticos por su presunta interferencia en las elecciones presidenciales de 2020, su supuesto papel en el ciberataque masivo de SolarWinds y sus acciones en Ucrania y Afganistán, a lo que el Kremlin respondió con medidas similares.
Biden indicó que transmitió a Putin durante la reunión que su agenda no es en contra de Rusia o de nadie más, “es por el pueblo estadounidense”.
Respecto al resultado de la cumbre, el mandatario de EE.UU. se mostró realista, aunque al mismo tiempo optimista, y dijo que los próximos meses servirán de prueba para ver si la conversación de este miércoles sirve para acercar a ambos países.
“No estoy sentado aquí hablando, porque el presidente (Putin) y yo acordamos que vamos a hacer esas cosas y que de repente va a funcionar, no estoy diciendo eso”, avisó.
Aun así, siguió Biden, “creo que hay unas perspectivas genuinas de mejorar de forma significativa las relaciones entre ambos países sin que ninguno renuncie a ni una sola cosa basada en sus principios y valores”.
Apuntó que durante la cumbre no hubo “amenazas” y que de hecho fue “algo así como coloquial”: hablamos de cosas básicas, fundamentales básicas”.
Biden remarcó que, además, comunicó a Putin, que pueden colaborar en “áreas de estabilidad estratégica”.
Uno de los temas espinosos sobre los que hablaron fue Ucrania, sobre el que, según el estadounidense, acordaron recurrir a la diplomacia para resolver sus diferencias sobre Ucrania, en base al acuerdo de Minsk.
No obstante, también “le comuniqué el compromiso inquebrantable de EE.UU. con la soberanía e integridad territorial de Ucrania”, apuntó Biden.
La injerencia rusa
“Las conversaciones fueron absolutamente constructivas”, dijo en rueda de prensa Putin sobre la reunión de tres horas y media con Biden, quien en una conferencia de prensa distinta calificó de “bueno” y “positivo” el tono de la cumbre.
Pero, en una clara ruptura con la ambigüedad de su predecesor Donald Trump, el mandatario estadounidense aseguró que advirtió claramente a su par ruso contra los ciberataques y la injerencia rusa.
“Le dije claramente que no toleraríamos los intentos (…) de desestabilización de nuestras elecciones democráticas y que responderíamos”, aseguró Biden, en una referencia a la presidencial de 2016.
El dirigente norteamericano también le entregó una lista de 16 “infraestructuras críticas” (energía, distribución de agua,…) que, en su opinión, son “intocables”.
Preguntado al término de la rueda de prensa por qué pensaba que Putin iba a cambiar su comportamiento, se enfureció y dijo que nunca había sugerido tal cosa.
Ambos mandatarios también acordaron iniciar un diálogo sobre “ciberseguridad”.
En un gesto de apaciguamiento en sus tensas relaciones desde la llegada al poder de Biden a la Casa Blanca en enero, ambos mandatarios acordaron el regreso de sus respectivos embajadores.
Los embajadores “regresarán a su lugar de trabajo. Cuándo exactamente es una cuestión puramente técnica”, dijo el mandatario ruso, quien también avanzó posibles “compromisos” para un intercambio de prisioneros.
Dos grandes potencias
A pesar de las tensiones, la cumbre celebrada en la elegante Villa La Grange comenzó con un apretón de manos entre ambos dirigentes.
Biden había propuesto al inicio de las discusiones a su homólogo ruso una relación más “previsible”, estimando que “dos grandes potencias” debían gestionar sus desacuerdos de forma “racional”.
En los últimos días los observadores recordaban la célebre cumbre en Ginebra entre los presidentes Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov en 1985, que marcó el comienzo del deshielo de la Guerra Fría.
El presidente ruso tiene una larga experiencia en materia de cumbres. Desde que llegó al poder a fines de 1999 ya se codeó con cuatro presidentes estadounidenses. Biden es el quinto.
Muchos expertos coinciden en que Putin ya logró lo que más deseaba: la celebración de la cumbre como muestra de la importancia de Rusia en el escenario mundial.
Biden le regaló a Putin su modelo de gafas de sol preferido, tipo aviador, y la escultura de un bisonte americano de cristal.
Al irse, Putin aseveró: “tienes que mirar alrededor tuyo y decirte que éste es un mundo maravilloso”.
Más brusco, Biden se despidió diciendo: “hice lo vine a hacer”.