El principal recuerdo que Moises Kampe guarda del pasado 9 de septiembre es un sonido.
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Rieli Franciscato: ¿qué nos dice la muerte por un flechazo del experto en tribus sobre los misteriosos pueblos aislados del Amazonas?
A diferencia de países como Estados Unidos, Brasil y algunas otras naciones sudamericanas tienen un gran número de grupos originarios clasificados como no contactados.
Existen tribus que no tienen mayor contacto con el exterior durante generaciones. (Foto Prensa Libre: Ricardo Stuckert)
Un ruido breve que escuchó segundos antes de darse cuenta que había sucedido algo terrible.
Amigo de Kampe, el reconocido experto brasileño en asuntos indígenas Rieli Franciscato yacía inmóvil en el suelo, herido en el pecho por una flecha.
Poco después sería declarado muerto en un hospital.
La flecha fue lanzada por un grupo de nativos avistados en las cercanías de una granja en Seringueiras, un pueblo de menos de 13.000 habitantes en Rondonia (oeste), uno de los nueve estados brasileños por los que se extiende la selva amazónica.
Un lugar que es tan remoto que el centro urbano más cercano, Porto Velho, se encuentra a más de 500 kilómetros de distancia.
Seringueiras es uno de los varios asentamientos que rodean una reserva indígena conocida como Uru-eu-wau-wau. Es un lugar conocido por estar habitado por nueve tribus diferentes, incluidos cinco grupos clasificados como aislados.
Aislamiento
Franciscato seguía al grupo visto cerca de la granja como parte de su trabajo para la agencia gubernamental Fundación Nacional del Indio de Brasil (Funai).
Fue el líder de uno de los grupos de trabajo cuya misión era monitorear y proteger comunidades como esta.
“Es posible que esos indígenas nunca sepan que Rieli fue uno de los mayores defensores de los derechos indígenas de Brasil”, señala Kampe a la BBC.
A diferencia de países como Estados Unidos, Brasil y algunas otras naciones sudamericanas tienen un gran número de grupos originarios clasificados como no contactados: pueblos tribales que no alcanzaron comunicación pacífica con las poblaciones predominantes de las áreas en las que viven.
Se estima que existen más de 100 de estos grupos en todo el mundo y que más de la mitad están ubicados en la región amazónica.
Viven sin un contacto sostenido con sus vecinos y el mundo.
Poco se sabe sobre ellos, el tamaño su población y los idiomas que hablan.
Brasil tiene más de 305 grupos indígenas conocidos y 274 dialectos diferentes identificados hasta ahora.
Se conoce tan poco sobre el grupo que se cree que mató a Franciscato, que Funai simplemente lo describe como “los aislados del río Cautário”, un asentamiento próximo a la frontera con Bolivia.
Lamentablemente, es más que probable que los originarios con que se cruzó el experto en Seringueiras tuvieran malos recuerdos de encuentros anteriores con el mundo exterior.
“Estas personas siempre son acosadas por cazadores, madereros y agricultores. No hay forma de que puedan saber quién las amenaza o no”, explica Moises Kampe.
Añade que es posible que los vieron y pensaron que eran agresores. “No podemos culparlos por lo sucedido'”.
Riesgo de extinción
Kampe no exagera.
Expertos de grupos de derechos indígenas como el movimiento Survival International señalan que la deforestación en la Amazonía ha puesto a muchas tribus aisladas en riesgo de extinción.
Los conflictos con los invasores son una de las principales amenazas que enfrentan estos grupos.
“El hombre del agujero”
Un ejemplo emblemático es el caso del “hombre del agujero”.
Este es uno de los apodos utilizados por los funcionarios y los medios de comunicación en Brasil para describir a un hombre que, desde 1996, se cree que es el único sobreviviente de una tribu aislada.
Se ganó el sobrenombre gracias a su técnica de cavar agujeros para atrapar animales. Ni siquiera se sabe qué idioma habla.
Otra amenaza para esos grupos indígenas es la destrucción del hábitat, que afecta su suministro de alimentos.
Desde 2014, una tribu conocida anteriormente por su forma de vida aislada llamada Mashco-Piro realiza una serie de excursiones fuera de su territorio.
En una de esas ocasiones preguntaron por la desaparición de los jabalíes, que son una de sus principales fuentes de alimentación.
“Las tribus no contactadas son los pueblos más vulnerables del planeta”, sostiene Sarah Shenker, investigadora principal de Survival International.
“En la Amazonía, poblaciones enteras de indígenas están siendo empujadas al borde del precipicio”, indica en referencia al peligro que corren por la explotación de recursos de la zona.
Historias para dormir
Moises Kampe es un brasileño con raíces indígenas.
Su apellido proviene del nombre de su tribu, los Kampe, que hace tiempo dejaron el aislamiento.
Creció escuchando historias de sus abuelos sobre los “pueblos que todavía vivían en el bosque” muchos años después de que otras tribus se pusieran en contacto con los hombres blancos.
Por otro lado, los brasileños indígenas se ven afectados de manera desproporcionada por los problemas socioeconómicos.
Según el último censo en ese país (2010), son 900.000 de la población total de 209 millones. Casi el 20% de ellos vive en la pobreza extrema.
Entre los habitantes en general, la proporción de personas que viven en esas condiciones se reduce al 6%.
Las tribus aisladas siguen siendo un misterio para Kampe, ya que nunca ha visto a “un no contactado” en vivo; incluso el día en que mataron a su amigo, no llegó a ver al que lanzó el flechazo desde el bosque.
Una política de no contacto
La principal razón por la que persiste el misterio es que, desde finales de la década de 1980, Funai adoptó una política de no contacto que puso fin a décadas de encuentros guiados con tribus indígenas aisladas.
“En primer lugar, podemos ser muy peligrosos para los indígenas simplemente por estar demasiado cerca de ellos”, le dice a la BBC Sydney Possuelo, expresidente de Funai, a través de una videollamada.
“Pero el problema principal aquí es que no tenemos derecho a interferir en la forma en que viven estas personas”, afirma.
Possuelo, de 80 años, es el denominado “sertanista” más famoso de Brasil, un tipo de experto indígena que es una mezcla de antropólogo, aventurero y activista de derechos.
En el pasado, participó en expediciones que resultaron en primeros encuentros con siete tribus previamente desconocidas. Pero Possuelo también es conocido como el hombre que cambió las reglas de esos contactos.
La pauta principal es que las tribus aisladas deben ser monitoreadas para que los equipos obtengan la mayor cantidad de información posible sobre su territorio y hábitos, lo que incluye seguir sus huellas e investigar los avistamientos.
Pero el contacto está prohibido en su mayoría, a menos que sea iniciado por los propios indígenas.
Una de las pocas excepciones es dejar cerca de los asentamientos herramientas como hachas y machetes, que son regalos muy útiles para las tribus que dependen de la recolección de cazadores y la agricultura a pequeña escala.
La amenaza de un simple resfriado
“Terminamos con la sensación de gloria personal al hacer contacto con grupos de personas que a veces viven de la misma manera que sus antepasados antes de la llegada de los europeos en el siglo XVI”, explica Possuelo.
Añade que si realmente se quiere proteger a estas poblaciones hay que dejarlas en paz.
“El contacto rara vez es algo que beneficie a los indígenas. Cada vez que sucede, pierden un poco de su cultura”, indica.
Además, Possuelo aprendió, durante una operación con una tribu amazónica en 1979, que un simple resfrío puede propagarse rápidamente y matar a las personas de estos grupos.
Como no tienen contacto regular con muchas enfermedades, no tienen inmunidad desarrollada para ellas.
“Ese episodio de 1979 me hizo cambiar totalmente la forma en que hacíamos las cosas con respecto a los indígenas aislados. Habíamos tomado todas las precauciones pero los indígenas que nos conocieron se contagiaron y algunos de ellos murieron en poco más de 24 horas”, recuerda.
En medio de la pandemia de covid-19, ese precedente se vuelve aún más importante.
Existe otro argumento convincente a favor de una mayor protección para los pueblos indígenas aislados: varios estudios demostraron que las tierras indígenas son las áreas menos deforestadas de la Amazonía.
“Son los verdaderos guardianes de la naturaleza”, dice Sarah Shencker de Survival International.
La investigadora señala que ellos son los “grandes expertos en preservación”.
“Es su vida y están contribuyendo al bienestar del planeta en su conjunto”, agrega.
Una administración hostil
Pese a las advertencias, el presidente Jair Bolsonaro, quien llegó al poder en enero de 2019, expresó públicamente su apoyo a una mayor explotación comercial de la Amazonía.
Y esta política incluye tierras indígenas.
Desde que asumió el cargo, los grupos de derechos indígenas reportan un aumento en los episodios de conflicto que involucran a indígenas en áreas rurales.
El presidente también anunció que no se declararán nuevas reservas protegidas “mientras esté en el cargo”.
El gobierno de Bolsonaro llegó a intentar el traslado de la toma de decisiones sobre las aprobaciones de tierras indígenas del Ministerio de Justicia al de Agricultura, un cambio que luego fue revertido por la Corte Suprema brasileña.
Otra decisión controvertida fue nombrar a un exmisionero evangélico para dirigir el departamento de Funai para tribus aisladas.
Ricardo Lopes Dias, la autoridad elegida, trabajó en la Amazonía como parte de un programa financiado por una organización estadounidense de conversión de pueblos indígenas al cristianismo que fue muy criticado.
“Las tribus aisladas merecen protección, no un nuevo proceso de colonización”, señala a la BBC Joenia Wapixana, la única diputada indígena de Brasil en el Congreso.
“Algo realmente malo debió suceder”
Rieli Franciscato era alguien reconocido en Seringueiras, el pequeño pueblo cercano al lugar donde murió.
Se hizo amigo de los lugareños en su intento por mantener la paz entre agricultores e indígenas.
Entre sus conocidos se encontraban los padres de Dhuliana Pereira, de 18 años, propietaria de una pequeña granja cerca del límite de la reserva.
Fue Dhuliana quien vio al grupo de indígenas el 9 de septiembre, mientras deambulaban por el patio trasero de un vecino.
“Mis padres vivieron aquí durante más de 25 años y nunca llegaron a ver a los indígenas aislados”, señaló a la BBC.
Y cuenta que cuando los vio, les gritó para intentar que se fueran.
“En ese momento no sabíamos si otras personas se enfrentarían a ellos”, agregó.
Preocupaciones
La noticia de la muerte de Rieli Franciscato sorprendió a Dhuliana, especialmente porque fueron ella y su padre quienes alertaron a las autoridades. Pero parece más preocupada por el efecto que tendrán nuevas incursiones en Seringueiras.
Las autoridades locales pidieron a los pobladores que se abstengan de relacionarse con los indígenas si regresan y también advirtieron que, según la legislación brasileña, la persona que mató al experto no puede ser procesada si la policía concluye que pertenece a un grupo indígena aislado.
“Algo realmente malo debió suceder en el bosque para que esos indígenas vinieran aquí, pero algunos de mis vecinos simplemente ven esto como una simple invasión de sus propiedades”, señala.
Y le preocupa cómo va a reaccionar la gente si ven a los miembros de estos pueblos de nuevo.
Rieli Franciscato, un activista de los derechos indígenas, murió mientras intentaba asegurarse de que no se produjera una escalada como la que ahora teme Dhuliana.