Para muchas personas, las matemáticas no son una asignatura fácil. ¿Cuándo es el momento adecuado para dejar de estudiarlas?
BBC NEWS MUNDO
¿Qué se debe hacer con los estudiantes que odian las matemáticas?
Los jóvenes en Estados Unidos tienen que estudiar matemáticas hasta que dejan la escuela. Pero ahora, estudiantes de arte de Nueva York se están rebelando contra esto.
¿Tendría que haber estudiado geometría la actriz Jennifer Aniston? ¿Y la próxima Nickj Minai debe estudiar cálculo?
Algunos de los estudiantes de LaGuardia, la secundaria que inspiró la película Fama y donde fueron alumnos Aniston y Minaj, dicen que no.
“En la escuela de Fama no deberías tener que sacrificar tu arte para tomar otra clase de matemáticas”, dice Macy McGrail, estudiante de teatro en la secundaria Fiorello H LaGuardia High School of Music & Art and Performing Arts.
“Quiero dedicarme a mi arte”.
Los estudiantes de LaGuardia dicen que respetan la “misión doble” de su escuela de preparar a los estudiantes tanto en el arte como en el aspecto académico.
Pero las preocupaciones de los alumnos apuntan a una conversación más amplia sobre el valor de las matemáticas para los estudiantes que no van a perseguir un camino académico.
El álgebra es la rama de las matemáticas en la que los símbolos, en lugar de los números, se utilizan en operaciones.
La geometríaexamina la forma de objetos individuales, las relaciones espaciales entre varios objetos y las propiedades del espacio circundante.
El cálculo es el estudio del cambio y el movimiento continuos.
En un artículo de opinión en el New York Times, el profesor de ciencia política Andrew Hacker, que lleva más de 45 años en el Queens College -parte de la City University de Nueva York-, escribió que en un día típico en Estados Unidos hay “seis millones de estudiantes de secundaria y dos millones de recién ingresados en la universidad peleando con el álgebra”.
Y esta lucha forzada con las matemáticas, dice el profesor Hacker, “no solo es estúpida: es cruel”.
Hacker se describe a sí mismo como una “persona de números”. Pero la mayoría de la gente, afirma, no lo es.
“Hay alrededor de un 7% de seres humanos que tienen una aptitud natural para las matemáticas”, apunta. “Para el resto es una pura tortura, sin ningún objetivo”.
Y el miedo y la aversión que inspira el álgebra puede tener consecuencias.
En Estados Unidos, uno de cada cinco estudiantes de secundaria abandona sus estudios antes de graduarse, y suspender matemáticas es la principal razón académica que dan para explicarlo.
“Lo mismo sucede con la universidad”, dice Hacker, quien añade que hay miles de estadounidenses que no aprobaron la secundaria o la universidad simplemente porque les obligaron a estudiar ecuaciones de segundo grado.
Las directrices piden que todos los estudiantes de Estados Unidos tomen geometría y trigonometría, además de dos años de álgebra.
Pero esta no es la norma universal. Según Hacker, varios países europeos, como Reino Unido, Alemania y Francia, permiten a los estudiantes abandonar las matemáticas a alrededor de los 16 años.
Y en Estados Unidos, las matemáticas obligatorias no están necesariamente dando frutos.
Internacionalmente, los estudiantes estadounidenses ocupan la mitad del ránking en cuanto a notas de matemáticas, lo mismo que con la lectura y la ciencia.
No todo el mundo está de acuerdo en que haya que tener un cerebro matemático para ver el valor que tienen las matemáticas.
Dimitri Shlyakhtenko, director de matemáticas puras y aplicadas en la universidad UCLA de California, obtuvo su doctorado de la Universidad de California Berkeley a los 22 años.
Él argumenta que el problema no son las matemáticas, sino cómo se enseñan.
“El cálculo solo por sí mismo es una cosa muy estúpida”, dice Shlyakhtenko.
Pero si ves las matemáticas como un estilo de pensamiento, en lugar de la memorización de tablas de multiplicar, añade, se convierte en una “habilidad para la vida que permite todo”.
“Las matemáticas han pasado de ser una especie de cosa oscura a algo que está siempre presente”.
Un impactante número de malas decisiones de consumo, argumenta, son consecuencia de habilidades matemáticas infradesarrolladas.
A medida que las sociedades se vuelven más “artesanas”, dice Shlyakhtenko, con más gente -especialmente artistas- trabajando para ellos mismos, más “se necesita entender tu propio presupuesto, tu propio flujo de caja”.
Qué dicen las clasificaciones
Las últimas clasificaciones del Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, o Informe PISA -una de las comparaciones globales más amplias de habilidad académica- posicionó a Estados Unidos en el puesto 38 de 71 países en matemáticas.
Esto es por debajo de la media de la OCDE y por detrás de países como Singapur, Estonia, Vietnam y Reino Unido.
Pero las clasificaciones no proporcionan una respuesta clara sobre cuál es la mejor edad para dejar el álgebra.
Los estudiantes en Singapur, que lidera los ránkings de PISA en matemáticas, pueden elegir centrarse en humanidades para sus exámenes de final de secundaria, pero tienen que estudiar matemáticas o al menos una asignatura de ciencias hasta que dejan la escuela.
Pero Alemania, Francia y Reino Unido -que superan a Estados Unidos por al menos 11 puestos- favorecen modelos más voluntarios.
Los estudiantes pueden dejar las matemáticas alrededor de los 16 años y optar por asignaturas de humanidades.
Así que ¿cuál es la respuesta para estudiantes como los de LaGuardia que no soportan las matemáticas?
Sandra Nagy, directora de la Escuela de Diseño Futuro, una empresa con base en Toronto, Canadá, que trabaja con escuelas y profesores en Estados Unidos y Canadá para desarrollar currículos que promuevan el desarrollo de habilidades y el aprendizaje experimental, está de acuerdo con el profesor Shlyakhtenko en que la mayor parte de los problemas con las matemáticas se derivan de cómo se enseñan: como un concepto abstracto e inaplicable.
“No estamos haciendo que sea relevante [para los estudiantes] así que se descartan como buenos o malos para las matemáticas”, dice. “Es la falta de confianza lo que lleva a los chicos a pensar de esa manera”.
Cuando los estudiantes preguntan a los profesores por qué les están enseñando algo, “la respuesta no debería ser ‘porque tienes que saberlo”, añade. Los esfuerzos se centran en que las escuelas les den una respuesta.
Nagy cita la alfabetización financiera básica como un ejemplo primordial del valor de las matemáticas. Pero también destacó la importancia duradera de perseverar con los temas difíciles.
Hay un valor, dice, en pedir a un chelista con un don innato que estudie algo que no se le da tan bien de forma natural.
Así que incluso para un futuro ganador de un Óscar, todavía pueden tener cabida las matemáticas.
“No tengo claro que todos los chicos tengan que aprender cálculo avanzado o álgebra lineal”, dice Nagy.
Pero “si van a convertirse en el próximo actor o cantante más famoso, van a necesitar saber cómo contar su dinero”.