Y, ahora, genera también polémica en las redes sociales.
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Qué es el “dinero oscuro”, la sigilosa forma de “corrupción” que salpica la política del país más poderoso del mundo
Un dinero de "oscuros" orígenes salpica la política del país más poderoso del mundo.
Los demócratas en el Congreso quieren controlar los flujos de "dinero oscuro" en las elecciones de Estados Unidos. GETTY IMAGES
Todo comenzó con un video publicado hace más de un mes en Twitter, en el que la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez hace un “juego de preguntas y respuestas” a un panel de expertos.
Cuestiona, por ejemplo, si como miembro del Congreso podría dirigir una campaña financiada en su totalidad por comités de acción política corporativa (Pacs), las organizaciones privadas que cabildean en elecciones o en la aprobación de leyes en Estados Unidos.
Cuando el panel responde afirmativamente, la congresista pregunta si podría usar el dinero de esos Pacs para hacer pagos ocultos para ser elegida y si, una vez en el cargo, podría promover legislaciones para que sus donantes se beneficien.
La respuesta, otra vez, fue afirmativa.
La congresista pregunta después si es posible que ese mecanismo aplique al gobierno actual de Estados Unidos, a sus funcionarios e, incluso, a su presidente.
De nuevo, el panel de expertos respondió que sí.
La grabación se convirtió en el video político más visto en la historia de Twitter y generó un intenso debate el mes pasado que, este viernes, tomó forma de votación en el Congreso.
La Cámara de Representantes -de mayoría demócrata- pasó un proyecto de ley que busca, entre otras cosas, regular las formas en las que tiene lugar el financiamiento de las campañas electorales en EE.UU.
La propuesta no tiene esperanzas de obtener el visto bueno del Senado -de mayoría republicana-, pero llevó otra vez la mirada hacia uno de los temas más controvertidos del debate político en ese país.
Y es que el proyecto no solo intenta restringir el control sobre los Pacs, sino también sobre otra forma menos conocida de financiamiento.
Se trata del llamado “dinero oscuro“, una “secreta” forma de influencia electoral en la que, a diferencia de los Pacs, no se sabe quién pone el dinero para las campañas.
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Para unos, esta forma de contribución anónima muestra cómo la falta de transparencia puede llegar a afectar las formas en las que se ejerce la democracia o cómo una supuesta “corrupción” electoral es legal en Estados Unidos.
Para otros, es una señal de libertad de expresión, respeto a las formas de ejercer las opciones políticas y una muestra de participación en el debate electoral.
Pero ¿qué es el “dinero oscuro” y por qué genera una controversia que trasciende la política y salpica incluso la economía del país más poderoso del mundo?
¿Qué es y de dónde viene el “dinero oscuro”?
En Estados Unidos existen estrictas normas para controlar qué organizaciones o personas financian las campañas electorales, explica a BBC Mundo Anna Massoglia, investigadora de “dinero oscuro” del Center for Responsive Politics (CPR), una organización que rastrea el uso de fondos en la política y en las elecciones.
De acuerdo con la analista, los candidatos están usualmente obligados a desclasificar esa información al público y las personas u organizaciones que les donan dinero están generalmente limitadas en los montos que les entregan.
“Lo que llamamos ‘dinero oscuro’ son los financiamientos que se canalizan a través de terceras partes que, a su vez, reciben dinero de fuentes anónimas que no están obligadas a desclasificar”, señala.
Mary Bottiny, del Center for Media and Democracy (CMD), una organización progresista que investiga el uso de fondos por corporaciones y políticos, explica que, en la práctica, estos se producen cuando millonarios, multimillonarios o corporaciones donan dinero para apoyar -o ir en contra de- ciertos candidatos a través de grupos de bienestar social, ONGs o asociaciones comerciales.
Estas organizaciones, según un dictamen de 2010 de la Corte Suprema, pueden recibir donaciones ilimitadas de empresas o individuos, aunque no están obligados a revelar sus donantes.
Esto ha llevado, según el CPR, a que en algunas elecciones estos grupos hayan gastado más dinero en los comicios que los propios comités de acción política corporativa.
Datos del organismo indican que en las elecciones de 2012, agrupaciones de “dinero oscuro” gastaron cerca de US$308 millones entre ambos partidos.
Mientras en los comicios de medio término de 2014 se gastó la mayor cantidad de ‘dinero oscuro’ jamás invertido en una elección al Congreso: US$342 millones (frente a los US$89 millones que gastaron ambos partidos en conjunto), según el organismo.
En los comicios de 2016, entre tanto, se habrían gastado unos US$22 millones a favor de Donald Trump y otros US$16 millones fueron en apoyo de Hillary Clinton.
¿Cómo funciona el “dinero oscuro”?
En su libro “Dark Money” (2016) la periodista estadounidense Jane Mayer considera que este mecanismo ha promovido el surgimiento de una “derecha radical” en Estados Unidos y tiene un alcance que llega más allá de la política.
El texto expone una supuesta red de multimillonarios que han financiado una serie de organizaciones que trabajan en conjunto para influir en instituciones académicas, centros de estudio, tribunales, el Congreso y hasta la Casa Blanca.
Bottini, por su parte, señala que generalmente se buscan beneficios económicos o de otro tipo, como revelaron los llamados Archivos John Doe (los controversiales documentos secretos de la Corte Suprema de Wisconsin sobre el gobernador Scott Walker filtrados al diario británico The Guardian en 2016).
Los textos expusieron cómo grandes corporaciones y algunos de los donantes más ricos de Estados Unidos usaron su fortuna para apoyar a políticos prominentes para, en algunos casos, obtener favores a cambio.
“Uno de los más notables fue cómo una empresa de producción de pinturas apoyó a Walker para que luego, como gobernador, impidiera una investigación que vinculaba a la firma con la aparición de cáncer en un grupo de niños”, recuerda.
Sin embargo Brad Smith, profesor de leyes de la Capital University, considera que entre grupos progresistas se ha sobrevalorado el papel real de las corporaciones en las elecciones y que se ha generado una “histeria promovida por los demócratas”, en torno a este mecanismo.
“En realidad solo el 5 o 6% de los gastos totales de las corporaciones se destinan a campañas políticas. Eso es un resultado que realmente no es notable”, le dice a BBC Mundo.
En opinión del también presidente del conservador Instituto para la Libertad de Expresión, si bien es cierto que se desconoce quién está detrás del dinero, se trata de un mecanismo que está amparado por la Primera Enmienda de la Constitución.
“La libertad de discurso también incluye que las corporaciones puedan mantener en secreto sus opciones políticas. Hemos tenido tiempos, como en el macartismo, en las que empresas y los ciudadanos han sido perseguidos por sus opciones políticas. Entonces es una forma de evitar que esas empresas puedan ver afectados sus negocios por sus posicionamientos”, considera.
En un comunicado enviado a BBC Mundo, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles consideró también que la posibilidad de obligar a organizaciones a revelar sus donantes constituye una violación del derecho a la libertad de expresión consagrado en la Constitución.
¿De qué otras formas se mueve el “dinero oscuro”?
Massoglia considera que este mecanismo no solo se manifiesta en las elecciones o en las altas esferas del poder.
“Las formas en las que el ‘dinero oscuro’ fluye no es necesariamente hacia campañas electorales, sino que también pueden apoyarse candidatos a través de otros mecanismos como propaganda electoral u otros tipos de anuncios en redes sociales”, señala.
De acuerdo con la experta, tanto en las elecciones presidenciales de 2016 como en las legislativas de medio término del año pasado, muchas organizaciones pagaron millones de dólares en campaña a través de anuncios en la televisión y la radio, pero también en plataformas de internet y redes sociales como Facebook, Twitter o YouTube.
“Muchas veces vemos un anuncio a favor de un candidato en nuestro muro de Facebook y no sabemos que quien está detrás de él no es la campaña oficial del candidato, sino una tercera parte que apoya a esa persona con el dinero de alguien que está a su favor o en su contra”, señala.
Para Bottini es un mecanismo que no solo oscurece el proceso electoral sino que también lo manipula.
“El hecho de que no sepa de dónde viene ese dinero y quién está detrás o qué busca no solo contribuye a una falta de transparencia, sino que el hecho de que esté legitimado por la ley da también razones a los que aseguran que la corrupción es legal en Estados Unidos”.
Smith, por su parte, defiende que se trata de una forma de financiación amparada por las leyes y que intentar controlarlo restringiría el discurso político en Internet.
¿Pueden influir potencias extranjeras a través de ese mecanismo?
Según Massoglia, uno de los elementos “más preocupantes” de esa forma de financiamiento es si las potencias o individuos extranjeros pueden utilizarlo también para influir en el resultado electoral.
“De acuerdo con la ley, ninguna potencia o individuo extranjero puede dar contribuciones a ningún candidato electoral en EE.UU. Pero lo que pasa con el dinero oscuro es que como no sabemos quién está detrás, se puede temer que algún país extranjero pueda también donar a favor o en contra de un candidato sin que existan mecanismos para que esto se pueda regular”, señala.
Smith, por su parte, asegura que no existen evidencias de que organizaciones extranjeras influyan o hayan intentado influir en las elecciones a través de donaciones secretas a terceras partesen EE.UU.
Pero según Bottini, el debate en torno a ese punto toma mayor relevancia en estos tiempos, cuando el gobierno ruso ha sido acusado de intentar mediar en las elecciones de 2016 y de utilizar las redes sociales para influir en los resultados (algo que el Kremlin niega).
Si bien esto no se relaciona de forma directa con las formas en las que opera el dinero oscuro, la experta señala que una mayor transparencia permitiría aclarar cualquier duda al respecto.
“Es también un derecho de todos conocer de dónde viene el dinero que apoya a los políticos. Es una forma de poder llevar las cuentas con los que nos gobiernan y fomentar los cimientos de nuestra democracia”, sostiene.