Son apenas algunas de las imágenes de violencia y polarización que se ven en Bolivia tras la realización de las elecciones presidenciales del pasado 20 de octubre, que dieron como ganador a Evo Morales y que son acusadas de fraudulentas por la oposición boliviana.
BBC NEWS MUNDO
Protestas en Bolivia tras la cuestionada victoria de Evo Morales: cómo se radicalizaron las manifestaciones y la violencia en el país
El aeropuerto de La Paz convertido en campo de batalla, una alcaldía devorada por llamas y gases lacrimógenos en los innumerables puntos de bloqueo instalados a lo largo del país.
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El miércoles se vivió la jornada de mayor tensión y enfrentamientos y el saldo de la jornada fue de 90 heridos (algunos de gravedad) y un joven fallecido.
Limberg Guzmán, de 22 años, fue atendido en diferentes centros de salud de la ciudad de Cochabamba (centro de Bolivia), pero no pudo ser reanimado después de que le fuera diagnosticada muerte cerebral.
Grupos urbanos de activistas, militantes de partidos de oposición, jóvenes universitarios y organizaciones cívicas y barriales son los principales protagonistas de la larga protesta que busca impedir un nuevo mandato de Morales y reclama nuevas elecciones.
En el bando presidencial, están por su parte las poderosas organizaciones sindicales, obreras y campesinas, que defienden a Evo desde hace 14 años y están decididas a hacer respetar el cuestionado triunfo electoral del presidente para que gobierne hasta 2025.
El aeropuerto más alto
El Alto es la ciudad vecina de La Paz, donde está ubicado el aeropuerto que comparten ambas urbes.
Se trata de la terminal aérea internacional más alta del mundo (4.060 metros sobre el nivel del mar) y en su medio siglo de existencia jamás vivió escenas como las de los últimos días.
El anuncio de llegada del líder opositor de Santa Cruz Luis Fernando Camacho a la sede de los poderes de Bolivia movilizó al oficialismo y a la oposición y convirtió al aeropuerto en una zona de combate.
El dirigente cívico de la ciudad más poblada de Bolivia, además de histórico bastión de los detractores de Morales, había anticipado que viajaría hasta La Paz con una carta de renuncia de Evo, redactada por el sector que dirige y para que fuera firmada por el presidente.
La provocativa acción causó la inmediata respuesta de los seguidores del mandatario, quienes llegaron a ejercer control de cédulas de identidad en la salida de la terminal aérea para impedir el paso a activistas opositores llegados de Santa Cruz.
El miércoles, después de tres días de suspenso, Camacho logró ingresar a La Paz rodeado de millares de personas que se movilizaron para “garantizar” su llegada.
Junto al líder cívico arribaron numerosos dirigentes políticos de la oposición boliviana y en el aeropuerto los esperaba Carlos Mesa, quien quedó segundo en las elecciones del 20 de octubre y que ahora reclama la anulación de los comicios.
Las escenas de violencia
La llegada al aeropuerto en El Alto de Camacho, quien súbitamente se convirtió en uno de los protagonistas de la movilización contra Morales sin haber sido candidato, no solo estuvo acompañado por sectores de oposición.
El Alto es una ciudad de mayoría aymara, con más de un millón de habitantes y niveles de crecimiento poblacional que están entre los primeros de América Latina.
Allí, Morales jamás perdió una elección y en la reciente votación obtuvo más del 50% de apoyo. Por ello es que sus defensores también acudieron a la terminal aérea bajo la consigna de “Evo, no estás solo“.
Únicamente la intervención policial hizo posible que el aeropuerto fuera despejado varias horas después de la medianoche tras numerosas denuncias de los activistas opositores, que denunciaban que los grupos oficialistas los tenían cercados en los alrededores de la terminal aérea.
Sin embargo, lo vivido en El Alto fue apenas una de las muchas escenas de violencia y tensión que se vive en el país.
Evo Morales, casi desde el primer momento, convocó a sus bases para que defiendan su victoria en las calles y denunció que las protestas en su contra son parte de un intento de golpe de Estado.
Es así que en los últimos días grupos de productores de hoja de coca (el sector más leal del presidente), mujeres campesinas, mineros y sectores gremiales como los conductores de buses intentan desbloquear las calles cerradas por la oposición en varias ciudades del país.
Este jueves, la mayoría de los periódicos bolivianos destacó en sus portadas los violentos enfrentamientos vividos en Cochabamba y sus ciudades aledañas.
Además de la violenta muerte de Limberg Guzmán, la tercera desde que comenzó el conflicto, el país también está estremecido por la forma en la que activistas opositores vejaron a la alcaldesa de la ciudad de Vinto, Patricia Arce.
La mujer fue perseguida y derribada por un grupo de jóvenes, quienes después de obligarla a caminar descalza le echaron pintura en la cabeza y le cortaron el cabello.
La multitud que tenía retenida a la autoridad la acusaba de haber colaborado con la llegada de grupos afines a Evo Morales a la ciudad para causar violencia.
Arce fue liberada y evacuada por un contingente policial tras permanecer horas asediada por los grupos de oposición y después de que la alcaldía que ella dirige fuera incendiada.
Una situación similar ocurrió con el ex vice ministro e histórico líder cocalero Feliciano Vegamonte, quien fue filmado de rodillas y siendo obligado a “pedir perdón” por pertenecer al bando del presidente boliviano.
Bolivianos contra bolivianos
Ciudades como La Paz, Santa Cruz o Cochabamba están ya casi acostumbradas a despertar y encontrarse con que sus principales calles y avenidas se encuentran cerradas por el paro dispuesto por grupos opositores.
Sin embargo, aquello no provoca ningún agrado en los sectores alineados con el oficialismo y genera escenas violentas habitualmente.
Uno de los gremios más afectados por los bloqueos es el transporte público y son sus afiliados los principales protagonistas de los choques contra los activistas que cierran las calles.
De hecho, uno de los más recurrentes reclamos al gobierno es la permisividad que le permite a estos conductores, quienes en los últimos días intentaron abrir las vías con palos y piedras.
Algunos de los heridos de gravedad en La Paz y otras ciudades son producto de las pedradas con las que los choferes del transporte público se abren paso, según denuncian las víctimas y sus familiares.
También se cuestiona que la administración de Evo Morales permita que grupos de mineros utilicen dinamitas, algo declarado ilegal en Bolivia, en sus movilizaciones a favor del presidente.
El despliegue de los sectores afines al oficialismo en las urbes donde el paro opositor es más fuerte ha provocado que el gobierno sea acusado de promover un enfrentamiento de “bolivianos contra bolivianos”.
Carlos Mesa denunció que el gobierno maneja un “doble rasero” al pedir la pacificación del país y al mismo tiempo movilizar a sus sectores afines generando episodios de violencia.
“Hay un discurso de paz y desarme, pero la realidad muestra con claridad que movimientos sociales y grupos organizados están provocando actos de violencia y confrontaciones”, dijo el candidato en un contacto con medios este miércoles.
En criterio de Raúl Peñaranda, director del portal de noticias Brújula Digital, “las enormes manifestaciones que se han producido en todo el país demuestran que gran parte de la ciudadanía había dejado de creer en Morales” y por ello convoca a sus bases a que lo defiendan.
“Tiene que llamar a miles de campesinos a que lo protejan”, indica el analista crítico del oficialismo.
Peñaranda añade que, pese a las multitudinarias movilizaciones en su contra, el presidente boliviano “mantiene el respaldo de amplios sectores del país, además de los mecanismos estatales de represión”.
Mientras tanto, el argumento impulsado desde el oficialismo es que la violencia que se ha visto en las últimas semanas es promovida por los líderes opositores, fundamentalmente por Carlos Mesa y el líder de Santa Cruz Luis Fernando Camacho.
“Estamos a un paso de contar muertos por docenas”, advirtió el ministro de Defensa boliviano, Javier Zavaleta.
“Los que están arrojando piedras, presionando y pateando a la policía, son ellos. El que tiene que hacer un llamado a la paz es el señor Camacho”, indicó la autoridad boliviana en un contacto con la televisión boliviana.
Zavaleta afirmó que el gobierno apuesta por una “solución institucional” y busca pacificar el país. Similar argumento fue esgrimido por Evo Morales en los días recientes.
“Estamos a un paso de que esto se descontrole totalmente y comencemos a contar los muertos por docenas“, insistió el ministro en la noche del miércoles.
Los caminos de la oposición
Los reclamos de la oposición, que comenzaron al día siguiente de los cuestionados comicios que dieron como ganador a Morales, pasaron de denunciar fraude electoral y una segunda vuelta entre Evo y Mesa a exigir una anulación de las elecciones.
También se demanda que todos los magistrados del Tribunal Supremo Electoral sean cambiados puesto que se les acusa de haber favorecido al oficialismo durante todo el proceso eleccionario.
Mientras tanto, una misión especial de la Organización de Estados Americanos (OEA) lleva adelante una auditoría a los resultados de la votación del 20 de octubre con el apoyo del gobierno, pero sin el reconocimiento de la oposición.
El miércoles, cuando Carlos Mesa fue a recibir al líder de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, el gesto fue señalado como un principio de acuerdo entre dos de los principales protagonistas de la movilización contra Morales.
Los referentes opositores todavía no lograron consensuar sus demandas ni cómo continuarán las protestas, mientras los diferentes sectores movilizados que se oponen a un nuevo mandato del presidente boliviano no han dejado de salir a las calles sin necesidad de esperar una convocatoria unificada.
Al grito de “nadie se rinde y nadie se cansa” y algunos con cascos casi de juguete e improvisadas máscaras contra el gas lacrimógeno hechas con botellas de plástico, las calles de La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y otras ciudades son tomadas por ellos día tras día.