Pero sus sentimientos pronto cambiaron. “Lo más terrible no fue que me engañó, sino que había perdido su inocencia”, cuenta María. La mujer dice que experimentó “una profunda necesidad de cambiar la situación de la gente en Nigeria”.
BBC NEWS MUNDO
Por qué le ofrecí mi amistad al hombre que me estafó prometiéndome falso amor por internet
Cuando María Grette, una mujer sueca de 62 años, descubrió que el hombre danés de 58 años del que se había enamorado en internet era en realidad un joven nigeriano de 24, sintió un enorme desconsuelo.
La relación de María con su estafador (a quien damos el nombre ficticio de “Johnny”) comenzó tras una divertida tarde con sus amigas, quienes quisieron crearle un perfil en un sitio para encontrar pareja en internet.
Unos años antes, había experimentado un traumático divorcio y sus amigas bromeaban con ella para que se animara a comenzar una nueva relación.
Al principio, María, quien es pintora y profesora de arte, no se mostró muy activa en el sitio web.
“Recibía mensajes de personas que me pedían que les escribiera, pero nunca les hacía caso”, explica.
Hasta que un día lo hizo.
“No sé por qué. Fue como un impulso repentino que no podía frenar”.
El mensaje era de un hombre que se describió como un ingeniero civil danés que había crecido en Carolina del Sur, EE.UU., y que trabajaba en Inglaterra. Le dijo que era viudo y que su hijo estudiaba en la Universidad de Manchester, Reino Unido.
“Algo en sus palabras me cautivó”, explica María.
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El preámbulo
Johnny:“Desearía poder mirar a través de tu ojos y ver lo que tú ves”
María:“Me gusta ver la verdad. Y, a menudo, la verdad es mejor y más bella de lo que la gente se atreve a comprender”.
Johnny:“Hablas en parábolas. Tengo muchas ganas de verte”.
María:“No comprendo cómo eres tan sensible hacia mí, si nunca me has conocido. Eso me asusta”.
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“Estuvimos un tiempo escribiéndonos y un día me llamó desde un número inglés”.
A María, quien ha vivido en diferentes países europeos, le sorprendió no ser capaz de reconocer su acento. Se lo mencionó, pero él le restó importancia.
Él le contó sus planes de jubilación; había pensado irse a vivir a Suecia. Sus padres le dejaron en herencia una casa en Dinamarca, pero se la quería entregar a su hijo, Nick, porque éste se había encariñado mucho con ella.
“Quería conocerle porque me gustó. Tenía una forma de ser y una dulzura que nunca antes había visto en un hombre. Y su inocencia me sorprendió”, cuenta María.
Luego de tres meses hablando, el hombre quedó en ir a visitarla a Suecia. Pero, antes, él y su hijo tenían que hacer un breve viaje a Nigeria para una entrevista de trabajo.
Johnny le llamó para decirle que estaba en el aeropuerto de Heathrow (Londres, Reino Unido). Y luego, de nuevo, para decirle que había aterrizado en Nigeria. También le dejó hablar con su hijo.
Pero en la siguiente llamada, le dijo que estaba en un hospital de Lagos, (la capital del país).
El holandés que estuvo 10 días en un aeropuerto de China esperando a una mujer que conoció en internet y acabó en el hospital
Le habían asaltado y disparado a su hijo en la cabeza. Y ahora no tenían ni papeles. ni dinero.
Por desgracia, su banco no tenía ninguna sucursal en África, le contó. Y el hospital le pedía más de US$1.0000 para llevar a cabo el tratamiento.
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La petición
Amor, estoy en el hospital ahora mismo usando la computadora del médico para enviarte este mensaje y que puedas conocer mi situación. Cariño, si Nick muere, moriré yo con él. He estado llorando. Ojalá nunca hubiera venido aquí. Nunca me perdonaré por haberle traído conmigo.
Te llamaré desde el teléfono del médico y te enviaré un email en cuanto pueda.
[…]
Cariño, me alegro de saber de ti. Sigo en el hospital. El médico me ha dicho que tuvimos suerte de que no nos secuestraran. El banco no tiene sucursal en África así que llevará tiempo enviar el dinero y me piden 1.000 euros (más de US$1.000) para llevar a cabo el tratamiento.
Nick es todo lo que tengo y nunca me lo perdonaría si algo malo le sucediera. Estoy confundido y no sé a quién recurrir en este momento.
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“Nunca me olvidaré de cómo corrí hacia la oficina de Western Union, temblando, mientras hacía la transferencia”, dice María.
“Sólo podía pensar en sacar a esas dos personas en Nigeria fuera de peligro”.
Pero las complicaciones médicas requerían más dinero y los médicos exigían cuotas por adelantado.
Varios miles de euros más tarde, en lo que ella describe como”recobrar su sentido común”, María se dio cuenta de que algo andaba mal.
Y dejó de responder a sus mensajes.
Tras tres semanas de silencio, la llamó y le confesó que no era quien ella creía.
“Le dije que ya lo sabía y le pedí que me revelara su verdadera identidad. Y lo hizo”.
Era un hombre nigeriano de 24 años: un “estafador 419” (así es como se conoce a este tipo de timos, muy populares en el país).
Dijo que había terminado la universidad hacía dos años, pero no tenía trabajo. Y, más adelante, se describió como un “diablo” que había hecho daño a una “mujer maravillosa”.
“Dijo que nunca antes había conocido a alguien como yo y que había luchado contra sus sentimientos durante mucho tiempo”, explica María.
“Me contó que otros estafadores le habían advertido que no se enamorara de su 'clienta', pero les había ignorado porque confiaba en mí y no quería perder contacto conmigo”.
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La confesión
A partir de ese momento, su comunicación con él dio un giro. Ya no hubo más peticiones de dinero.
“Comencé a sentirme atraída hacia la persona que se estaba descubriendo ante mí. Seguía siendo él, pero con un nombre, edad y circunstancias diferentes”, dice María.
Johnny le envió una fotografía de sí mismo, pero María no se sintió satisfecha con eso. Quería conocerle en persona.
Y como no pudo conseguirle un visado para que viajara a Suecia, viajó hasta Nigeria, en octubre de 2009.
“Cuando le vi por primera vez en el aeropuerto de Abuja, las lágrimas cayeron sobre su rostro y supe que le conocía de verdad”.
María describe sus dos semanas en Nigeria como una bendición, y un tiempo durante el cual ella y Johnny transformaron sus sentimientos románticos en una bonita amistad.
Conoció a sus amigos, muchos de los cuales eran también estafadores. Y comenzó a reflexionar sobre cómo podía cambiar la situación del país.
Durante los últimos seis años, María, quien ahora tiene 69, ha estado trabajando en ayudar a artistas africanos, gestionando sus visitas a Europa para exposiciones, conferencias, talleres y concursos.
Les ayuda a buscar becas internacionales y otras formas para financiar su trabajo. También ha visitado Uganda para hablar sobre arte. Y a finales de este año volverá a Nigeria.
“Johnny me dio más de lo que me robó, Sin él, nunca habría conocido África”.
Gracias a ella, Johnny dejó Nigeria para estudiar en Estados Unidos. Y, aunque no volvieron a verse, ella continuó ayudándole económicamente hasta que él completó sus estudios y encontró trabajo en la industria petrolera estadounidense.
Siguen estando en contacto y el año pasado él le compró una de sus pinturas.
“Es muy amoroso conmigo. Me ha pedido muchas veces que le perdone, pero yo le digo que lo más importante es que primero se perdone a sí mismo”.