¿Qué pasó para que terminara siendo en ese entonces (y todavía) la única democracia rica sin atención médica universal?
BBC NEWS MUNDO
Por qué Estados Unidos fue la única potencia occidental que rechazó la atención médica universal tras la Segunda Guerra Mundial
Después de las devastadoras guerras de las primeras décadas del siglo XX, las naciones ricas se aseguraron de que todos sus ciudadanos tuvieran acceso a la salud, a excepción de Estados Unidos, donde todos los esfuerzos fracasaron.
El futuro presidente de EE.UU., Harry Truman, fue capitán de la artillería en Francia en la Primera Guerra Mundial. En este cuadro titulado 'Truman's Battery' de Dominic D'Andrea, 1918, aparece dando instrucciones a las tropas. (Foto Prensa Libre: Getty Images)
Harry Truman se convirtió en presidente en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, reemplazando a su predecesor, Franklin Delano Roosevelt (FDR), quien había muerto en el cargo.
Cuando la guerra llegó a su fin, Truman se empezó a ocupar de los asuntos internos.
Roosevelt había invertido millones de dólares en programas públicos para ayudar a rescatar a Estados Unidos de la ruina financiera de la Gran Depresión. Pero el llamado “nuevo acuerdo” de FDR había dejado un elemento fuera: Harry Truman trató de arreglarlo.
“Al pensar en la salud de la nación, debemos reconocer un hecho básico: el costo del cuidado médico es prohibitivo para muchos millones de nuestra gente“, declaró, en ese entonces, Truman.
“Reemplazó el ‘nuevo acuerdo’ con uno que llamó el ‘acuerdo justo’ y, como parte de su agenda, se convirtió en el primer presidente de EE.UU. en respaldar un plan nacional de seguro médico y le envió al Congreso el mensaje de que apoyaba la legislación para crearlo”, le dijo a BBC Witness el profesor de medicina social Jonathan Oberlander de la Universidad de Carolina del Norte.
“No estoy hablando solamente de los muy pobres ni tampoco de los muy ricos sino de todos los millones en medio“, aclaró Truman.
“Esa gente está condenada a veces a la muerte sencillamente porque no son ni lo suficientemente ricos ni pobres para ajustarse al esquema que tenemos en este país en el campo de la medicina moderna“.
No como el aliado
En ese momento, el aliado de Estados Unidos en tiempos de guerra, Reino Unido, estaba finiquitando los detalles para poner en marcha un nuevo y ambicioso sistema nacional de salud basada en asistencia impartida gratuitamente.
Como anunciaba la agencia de noticias Pathe, “Los doctores, centros de salud y hospitales británicos quedarán bajo control del Estado en Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés)…”.
A partir del 5 de julio de 1948, “todo hombre, mujer y niño podrá obtener atención médica. No habrán más cuentas de pago de los doctores“, explicaba en el reportaje un funcionario británico.
Aunque a los asesores de Truman les interesó el plan de Reino Unido, el presidente fue claro en que no quería nacionalizar la atención médica, solo quería cambiar el sistema de pago.
Su plan
“Enfatizó que los médicos permanecerían en sus consultorios privados, que el gobierno no iba a nacionalizar los hospitales ni a administrarlos. Lo único que Truman quería que el gobierno hiciera era organizar el pago por el cuidado médico a través de un programa de seguro”, señala el profesor Oberlander.
El programa de seguro sería obligatorio: por ley, todos los trabajadores pagarían su atención médica mediante una tarifa o impuesto mensual, que sería aproximadamente un 4% de sus ganancias.
La compañía de seguros le pagaría a los hospitales, repartiendo los costos entre la población para que los más desfavorecidos no fueran penalizados por enfermarse.
“Hay 110 millones de personas en este país que no pueden pagar atención médica adecuada. Eso es una vergüenza en el país más rico del mundo“, denunció el presidente.
Sensato pero no atractivo
De hecho, los reformadores estadounidenses habían estado tratando de impulsar un plan de seguro médico obligatorio desde 1915, en esa ocasión también influenciados por Reino Unido y Alemania, que ofrecían paga por enfermedad y tratamiento médico gratuito a algunos trabajadores.
“Asumían que ganarían porque estaban en lo correcto… y esa actitud definió la manera de pensar de los reformadores del sistema de salud del siglo XX.
“Pensaban que era lógico adoptar el plan de seguro de salud, que pagaría por el costo de los trabajadores que estaban enfermos, les daría acceso a atención médica y haría que la población fuera más saludable”, apunta el experto en medicina social.
“Creían que su argumento era tan razonable que persuadiría a todo el mundo, pero resulta que las argumentaciones sensatas a menudo no prevalecen“.
Y una de las principales razones por las cuales no prevalecieron en Estados Unidos fue que los médicos estaban en contra.
“Les preocupaba su autonomía, la capacidad de practicar la medicina a su antojo y querían mantener su autonomía financiera -fijar sus propios términos para los pagos-, no estar subordinados a firmas aseguradoras ni privadas ni públicas: querían trabajar independientemente”.
Salud, riqueza y paz
Era común que los médicos se opusieran a tales planes, y en 1946 tuvieron suerte pues el partido de oposición, el republicano, tomó el control del Congreso y el proyecto de ley no llegó a ninguna parte.
Pero en 1948 Truman hizo una dura campaña para recuperar el Congreso y un nuevo mandato como presidente.
Y vinculó la salud con la riqueza y la paz.
“Mejor salud implicará más prosperidad y una nación más poderosa. Es nuestra responsabilidad liderar al mundo hacia una paz duradera.
“Estados Unidos pierde US$27.000 millones al año de la riqueza nacional en enfermedad y discapacidad. Yo creo que estos hechos evidencian la necesidad del programa de salud nacional que he estado urgiendo al Congreso que adopte“, explicó el presidente.
“Él ganó esa elección y fue una gran sorpresa, y los demócratas obtuvieron la mayoría en el Congreso, así que para 1949 Truman tenía todas las intenciones de impulsar el seguro nacional de salud. Para la Asociación Médica Estadounidense, era como la llegada de Armagedón“, cuenta Oberlander.
“Lenin dijo…”
Espantada, la Asociación Médica Estadounidense contrató a una empresa de relaciones públicas.
En ese entonces estaba comenzando la Guerra Fría entre el este comunista y el oeste capitalista, y la campaña de los médicos vinculó el seguro médico nacional con el socialismo.
“Circuló una cita que fue reproducida por esa firma de relaciones públicas que decía: ‘Lenin declaró que la medicina socializada es la clave del arco del Estado socialista'”, dice Oberlander.
“¡Parecía que la medicina socializada era parte de plan para volver comunista a EE.UU.! La verdad es que Lenin nunca había dicho eso, lo que no significa que se usara ampliamente.
“Así que mucho de la campaña -que era la campaña de lobby más costosa en ese momento- se enfocó en esa idea de tornar el debate sobre la atención médica en uno sobre socialismo”.
La administración Truman no tenía una estrategia para contrarrestar el efecto de la campaña de relaciones públicas, excepto decir “están mintiendo“.
Coalición
Pero, según el profesor Oberlander, lo más fundamental para el fracaso en la aprobación de la legislación fue el hecho de que el Congreso, aunque dominado por demócratas, era impulsado por un grupo más grande de alianza tradicionalista entre partidos.
“La coalición conservadora era una alianza de republicanos y demócratas sureños en el Congreso. Como los afroaméricanos no estaban representados, muchos de los demócratas que eran elegidos para el Congreso eran de hecho muy conservadores.
“Esa coalición frenó no sólo el seguro de salud nacional sino todo el resto de los planes de Truman. Como en tantas ocasiones, cuando explicas la historia estadounidense, el rol del racismo es parte de esa historia“.
La batalla estaba perdida.
Pasarían años antes de que en 1965 se aprobara el primer plan de seguro parcial del gobierno, Medicare, para los ancianos.
Pero el profesor Oberlander dice que la visión de Truman de la cobertura universal, de la salud como un derecho humano, todavía está lejos.
“Lo que tenemos en EE.UU. no es un sistema de seguro de salud sino un no sistema, y hay accionistas en esa cobija de retazos, incluyendo decenas de millones de estadounidenses que están contentos con el seguro de salud que tienen, y se resisten a cambiar.
“Lo que perdemos de vista es el costo humano: si a una persona trabajadora se le enferma un familiar de cáncer, puede terminar en la bancarrota… ¿Cómo puede pasar eso en un país tan rico?
“No debería ser así”, concluye Jonathan Oberlander.