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Nicaragua: la liberación de varios presos por protestar contra el presidente Ortega con la que comienza un nuevo diálogo entre gobierno y oposición

Luego de un impasse de meses durante el que centenares de miles de nicaragüenses perdieron sus empleos, decenas de miles abandonaron el país, y más de 700 terminaron tras las rejas, este miércoles está previsto el inicio de un nuevo proceso de diálogo en Nicaragua.

Ortega confirmó el inicio de nuevas "negociaciones" el pasado 21 de febrero. REUTERS

Ortega confirmó el inicio de nuevas "negociaciones" el pasado 21 de febrero. REUTERS

Dichas conversaciones tienen como objetivo tratar de encontrar una salida a la crisis en la que el país se encuentra sumido desde abril del año pasado, cuando estalló una ola de protestas en contra del presidente Daniel Ortega, duramente reprimidas por orden del mandatario.

Y, pocas horas antes del inicio de las mismas, un número todavía no determinado de prisioneros fue puesto en libertad por el gobierno de Ortega.

La liberación de todos los detenidos por participar en las protestas en contra del mandatario de 72 años era uno de los temas que la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia había identificado como “fundamental” para tratar de resolver la crisis.

Pero todavía no está claro si las autoridades liberarán a las 777 personas identificadas por el denominado Comité Pro Liberación de los Presos Políticos o solamente a un puñado.

Tampoco se sabe si la liberación de este miércoles será definitiva o nada más para pasar a tener casa por cárcel.

Y los nicaragüenses parecen no ponerse de acuerdo en si el nuevo diálogo beneficiará o no a Ortega, si es un síntoma de debilidad o fortaleza, o incluso si arrojará resultados concretos.

A puertas cerradas

Por lo pronto, a diferencia del primer intento de diálogo -que arrancó el 16 mayo de 2018 y se suspendió indefinidamente una semana más tarde- esta vez el proceso tendrá lugar a puerta cerrada y con la ausencia de varios actores importantes.

Entre los integrantes del “equipo de negociación” de la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, por ejemplo, esta vez no hay representantes del Movimiento Campesino, que recientemente vio como su principal representante en las primeras pláticas fue condenado a más de 200 años de cárcel acusado de terrorismo.

Tampoco estarán presentes, por encontrarse en el exilio, los líderes estudiantiles que emplazaron públicamente a Ortega en el inicio de ese diálogo, exigiéndole la renuncia y gritándole a la cara los nombres de sus compañeros muertos durante las protestas.

Y esta vez la Conferencia Episcopal de Nicaragua ya no se desempeñará como mediadora y garante de las conversaciones, aunque los obispos nicaragüenses podrán asistir a las mismas en calidad de testigos.

El gobierno, por su parte, no ha dicho si Ortega acudirá personalmente a la primera sesión, ni ha dado a conocer a sus delegados a las conversaciones.

Tampoco se han nombrado nuevos mediadores ni se han hecho públicos los puntos en agenda.

“Hermetismo y escepticismo”

“Diálogo con Daniel Ortega arranca con hermetismo y escepticismo”, fue de hecho el titular con el que el diario La Prensa anunció el inminente inicio de la “mesa para negociar”, a la que el mandatario accedió luego de una reunión privada con cuatro de los hombres más ricos del país.

Y el aparente liderazgo del sector empresarial hace que muchos teman unas conversaciones más orientadas a lograr la “normalización” del país que a la búsqueda de los profundos -y para muchos necesarios- cambios exigidos durante las protestas.

Según Ortega, el compromiso es “negociar para consolidar la paz” y “construir esa nueva ruta, ese nuevo camino que mejore las condiciones para que el país, y por lo tanto el pueblo nicaragüense, se pueda ir recuperando más rápidamente de los efectos del intento de golpe (de Estado) de abril”.

Pero además de “la liberación de los presos políticos y el restablecimiento de las libertades, derechos y garantías establecidos por la Constitución Política”, la Alianza Cívica también incluyó entre sus puntos de agenda “reformas electorales que garanticen unas elecciones justas, libres y transparentes”.

El tercer tema identificado por la Alianza -que aglutina a representantes del sector privado, la sociedad civil, la academia y el movimiento estudiantil- es simplemente “justicia”.

Pero, en la práctica, ese puede ser el punto más contencioso de la negociación, especialmente si los opositores renuncian a su vieja exigencia de adelantar los comicios.

Ortega, quien se encuentra en medio de su tercer período consecutivo como presidente, siempre ha defendido la actuación de las fuerzas de seguridad durante las protestas aduciendo que estas simplemente habían reaccionado a un intento violento de golpe de Estado auspiciado por Washington.

Pero un informe de un grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) responsabiliza al estado nicaragüense de “crímenes de lesa humanidad“, incluyendo ejecuciones extrajudiciales, torturas y agresiones sexuales

En total, al menos 325 personas murieron en el marco de las protestas que iniciaron el 19 de abril y se estima que más de 80.000 nicaragüenses se han visto forzados a abandonar el país.

La situación también ha golpeado duramente a la economía del segundo país más pobre del continente americano, con la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico, Funides, previendo una contracción de entre el 7.3% y el 10.9%.

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