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“Muchos españoles veían a los incas como analfabetos porque los quipus no coincidían con lo que ellos entendían como escritura”

Fue en una residencia para estudiantes de la universidad de Harvard cuando el matemático Manuel Medrano (Los Ángeles, 1996) tuvo su "momento Rosetta" a los tan solo 19 años.

html5-dom-document-internal-entity1-quot-endLos Andes fueron la cuna de una de las tecnologías más sofisticadas y complejas de la historia de la humanidadhtml5-dom-document-internal-entity1-quot-end, dice Medrano.

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Es cómo el académico define a los pequeños hallazgos, que al acumularse, permiten avanzar en el mundo del conocimiento.

De la misma forma en que Jean-François Champollion consiguió descifrar el significado de los jeroglíficos en 1822 en parte gracias a todas las investigaciones que le precedieron.

La piedra de Rosetta
© The Trustees of the British Museum
Descifar los cartuchos de la piedra Rosetta fue vital para entender el significado de los jeroglíficos egipcios.

En su caso, Medrano había encontrado una correspondencia de información no numérica entre 6 quipus antiguos (“nudo” en quechua) y un documento censal español del siglo XVII que habían sido identificados anteriormente como posibles fuentes emparejadas.

Un pequeño paso más para descifrar estos complejos artefactos compuestos de cuerdas, nudos y colores usados para registrar información numérica y narrativa e inventados por la poderosa cultura wari, sobre el 950 d.C.

Actualmente hay 1.386 ejemplares repartidos por todo el mundo, tan solo un 1% de los que se cree que llegaron a existir.

Mapa con el número de quipus en museos y coleccione sprivadas
BBC

Medrano se encuentra ahora en la Universidad de St Andrews, en Escocia, estudiando los llamados “quipus de papel”, transcripciones de quipus que, después de la conquista, los litigantes andinos introdujeron como evidencia en procesos legales.

Otra de sus aportaciones es “Quipus. Mil años de historia anudada en los Andes y su futuro digital”, un libro muy interesante que el autor espera despierte la curiosidad del público sobre este “gran enigma de la humanidad”.

El investigador estadounidense conversó con BBC Mundo en el marco del Hay Festival Arequipa.


¿De dónde le viene a un matemático esa pasión por el estudio de los quipus?

Quedé fascinado por el Mundo Antiguo cuando a los 8 años visité una exposición sobre los restos funerarios de Tutankamón en Los Ángeles.

Supe que quería desarrollar mi interés por la arqueología cuando llegué a Harvard, donde descubrí a los incas y el problema de decodificación de los quipus. Me licencié en Matemáticas Aplicadas porque me interesaban las técnicas cuantitativas para el estudio de la Historia.

Quipu
Getty Images
Los quipus se usaron en los Andes durante al menos mil años.

Pero no solo viene de una inquietud académica, también hay una motivación personal.

Mi abuelo materno, Antonio Flores, y su esposa, Eva, emigraron a Sacramento, California. Antonio era jornalero y no sabía leer ni escribir y pensé en el impacto diario que algo así podía tener en Estados Unidos.

Quiero decir que aunque la historia de mi propia familia no tiene nada que ver con los quipus, esta me hizo ver el poder que la percepción del analfabetismo puede tener en contextos multiculturales.

¿A qué te refieres?

Por razones históricas ha habido un vínculo entre los Andes prehispánicos y el analfabetismo.

Ángel Rama escribió en “La ciudad letrada” que la escritura gráfica tuvo un poder importante en el “Nuevo Mundo” ya que se convirtió en una aptitud para participar en la vida cívica.

La idea de que la habilidad de leer y escribir permitía a ciudadanos acceder al poder tiene un legado significativo en los escritos y en los siglos después de la conquista.

También ha afectado a nuestra propia interpretación de si los quipus pueden cumplir las funciones de la escritura o de si son complejos o no, por ejemplo.

Y durante la conquista, ¿se puede decir que los españoles explotaron esa visión de los incas como analfabetos con un fin de dominación?

Eso no fue necesariamente la punta de lanza, aunque sí que había un sesgo cultural que definía la capacidad de leer y escribir solo de forma bidimensional, es decir en papel y tinta.

Entonces, muchos veían a los incas como analfabetos porque los quipus no coincidían con lo que ellos entendían como escritura. Pero este es solo uno de los sesgos y visiones del mundo que subyace en la conquista de América.

¿Qué hacía que esta combinación de cordeles, nudos y colores fuera una forma viable de comunicación?

Era una herramienta ideal para el ambiente desértico y lluvioso de los Andes, y suponía un implemento perfecto para la transmisión de información a través de miles de kilómetros.

Grabado sobre los incas
Getty Images
Medrano cree que descifrar los quipus podría revelar una versión andina de la conquista.

Es emocionante encontrarse con una forma de inscripción tridimensional, algo que desafía nuestra educación. Cuando oímos la palabra “escribir” pensamos en dos dimensiones, pero hay que contemplar la posibilidad de que otra civilización no lo hiciera así.

¿Se puede considerar entonces que era una forma de escritura?

Es un debate, pero diría que sí cumplían muchas de las mismas funciones de la escritura antes y después de la conquista. Sabemos de algunas comunidades de la sierra central de Perú que, décadas después de la introducción de la escritura gráfica, siguieron usando quipus.

Hay que considerar el quipu como una herramienta compleja en cada período de su uso activo, no solamente en los 130 años del incario. De hecho, ese período representa menos del 15% de su uso.

Más allá de la contabilidad, ¿en qué otros contextos se usaban?

Al describir un milenio del quipu uno de los mitos que quería romper es que son los registros de unas élites y que sufrieron una muerte rápida tras la conquista española.

De hecho, un ejemplo del siglo XVIII es el empleo de los quipus para planear el levantamiento contra los administradores coloniales antes de la independencia.

Me imagino que también contra la Iglesia.

Sabemos que cuando entró la Iglesia católica se impuso el quipu con fines religiosos, como rosarios o para la confesión.

Pero a la vez tenemos ejemplos como el de una comunidad en que el cura de una iglesia estaba sorprendido porque los feligreses de su parroquia llegaban a la confesión con un quipu estandarizado, es decir, el padre oía la misma confesión una y otra vez por parte de los miembros de la comunidad.

Así que los quipus se podían usar a la vez como instrumento de dominación y de subversión. Y aunque la forma de los quipus en cada uno de los casos aún no está clara, es importante condensar y describir el espíritu que subyace.

Pero, ¿los españoles nunca tuvieron interés en aprender a descifrarlos?

Hasta el momento no tenemos entre las fuentes conocidas de los cronistas españoles una que nos proporcione la clave para la interpretación universal del quipu incaico.

Sin embargo, existe la posibilidad de que algún día encontremos documentos que incluyan algunos de esos detalles. ¡Esperemos que ese día llegué!

¿Y por qué es fundamental que descifremos los quipus?

Si queremos escribir una historia del mundo prehispánico contada por ese propio mundo necesitamos tener toda la gama de fuentes disponibles y una de esas fuentes de primera mano son los quipus.

Además, nos permitiría cambiar la conceptualización del imperio más grande del “Nuevo Mundo” y enfrentarnos a uno de los desafíos compartidos de nuestra humanidad.

Hemos descifrado las fuentes primarias de casi todas las principales civilizaciones antiguas y los quipus representan una de los últimas que seguimos sin decodificar.

Ilustración de un contador y tesorero con un quipu en la mano.
Getty Images
Los quipucamayoc eran los funcionarios encargados de elaborar e interpretar los quipus en el imperio incaico.

¿A qué se debe que no lo hayamos conseguido aún?

Hay varias razones, pero depende de a quién le preguntes. Los arqueólogos quizás te dirán que carecemos de suficientes ejemplares; los especialistas en literatura colonial que no tenemos suficientes escritos del período y los historiadores que necesitamos más fuentes archivísticas.

Pero todos coinciden que el conjunto de fuentes es incompleto. Para encarar este registro parcial necesitamos integrar los métodos de muchas disciplinas complementarias.

Por ejemplo, las técnicas informáticas pueden ayudarnos ante la falta de registro arqueológico, es decir, con la estadística podemos comprobar las hipótesis que sacamos de unos pocos ejemplares arqueológicos.

Háblame más de tu visión del futuro.

Estamos digitalizando los quipus y eso nos permite la conservación, es decir, tener un registro permanente de estos ejemplares en su estado original y la posibilidad de análisis en este esfuerzo compartido de desciframiento.

El quipu digital y su catalogación representa para mí una de las vías para empezar a hacer comparaciones a gran escala o de múltiples niveles, y por eso he implementado alguna de las técnicas del data science a la examinación de los ejemplares sobrevivientes.

¿Por ejemplo?

Cuando podamos formar grupos o familias de quipus será una guía poderosa para la interpretación de otros elementos dentro de esas familias y así podremos hablar del significado de elementos específicos dentro de los quipus demográficos, calendáricos o tributarios.

Quipu
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Sirvieron como una forma de resistencia al poder eclesiástico colonial.

De momento no hemos identificado suficientes ejemplares como para que estemos seguros que cumplían esas funciones específicas, pero la inteligencia artificial -y en concreto el aprendizaje automático- puede formar algunas de esas agrupaciones preliminares que después podemos chequear manualmente.

Es uno de los enfoques más emocionantes y prometedores del futuro.

¿Qué nos dicen los quipus sobre el Perú de hoy?

Estamos ante una de las tecnologías más sofisticadas y complejas de la historia de la humanidad que tuvo su momento álgido en los Andes.

Nos dice que Perú o el mundo andino es un lugar de “genuinidad histórica” y de una complejidad tan profunda que con toda la tecnología que contamos no hemos logrado completar el desciframiento.

Es emocionante y estamos en deuda con todos los investigadores que nos han precedido en este desafío.

ESCRITO POR:

Julio Román

Periodista de Prensa Libre especializado en política, seguridad y justicia con más de 20 años de experiencia.