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Los genes que siguen luchando por la vida incluso días después de la muerte

Por definición, la muerte ocurre cuando se detienen las funciones orgánicas de cualquier ser viviente. El cerebro deja de enviar señales y el sistema cardíaco y respiratorio colapsan.

Estudios en animales y humanos indican que horas después de la muerte algunos genes siguen activos. THINKSTOCK

Estudios en animales y humanos indican que horas después de la muerte algunos genes siguen activos. THINKSTOCK

Pero, ¿qué pasa si una parte del cuerpo no sólo sigue viva, sino que a toda marcha?

Científicos identificaron más de mil genes que funcionan incluso días después de que se produce la muerte.

En dos estudios publicados en el sitio bioRxiv, expertos de la universidad de Washington descubrieron cómo de alguna forma estos genes se despiertan momentos antes de que se produzca la muerte.

Algunos de ellos tiene sentido que se activen, pues se encargan de estimular la inflamación, activar el sistema inmune y contrarrestar el estrés.

Pero otros dejaron boquiabiertos a los investigadores, debido a que -hasta donde se conocía- sólo trabajan durante la etapa embrionaria para ayudar en el desarrollo del feto.

“Es asombroso que los genes del desarrollo se activen después de la muerte”, le dijo a la revista Science Peter Noble, jefe de la investigación.

Para Noble una explicación posible puede estar en que el estado de un cuerpo que acaba de morir tiene similitudes a los que están en etapa embrionaria.

Otro hallazgo que llamó la atención a los expertos fue observar cómo genes que promueven el desarrollo de varios tipos de cáncer se vuelven más activos en el momento de la muerte.

Estudiar la muerte para entender la vida

Los trabajos de Noble, hechos en ratones y peces, se publican un par de años después de que científicos del departamento de medicina forense de la Universidad de Granada identificaron en cadáveres humanos un manojo de genes activos más de 12 horas después de la muerte.

Según la revista Science Alert, la investigación española sirvió de base para que el equipo estadounidense observara 36 mil 811 genes de pez cebra y 37 mil 368 genes de ratón, y descubrieron que el ARN mensajero de 548 genes del pez y 515 de ratones siguió regulándose hasta cuatro días después de sacrificado el animal.

Este estudio puede ayudar a la ciencia a desarrollar técnicas más exactas para determinar la hora de la muerte.

Por otro lado, entender por qué se activan en el momento que la vida llega a su fin puede tener un gran impacto en la vida de las personas con trasplantes de órganos.

De acuerdo con el Instituto Nacional del Cáncer de los Institutos Nacionales para la Salud de Estados Unidos, si bien los trasplantes salvan vidas, también hace que aumente el riesgo de cáncer en los pacientes que reciben los órganos.

“Este es un estudio raro”, comentó a Science el farmacólogo molecular Ashim Malhortra, de la universidad del Pacífico, en Oregon. “Es importante entender qué pasa con los órganos tras la muerte de una persona, especialmente si se van a trasplantar”.

Para Noble, entender el comportamiento de los genes en el momento de la muerte “nos puede dar mucha información sobre la vida”.

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