La llaman la “carretera de la vida” porque es la única vía que conecta a 120.000 personas de la etnia armenia, que viven en la región de Nagorno-Karabaj de Azerbaiyán, con la República de Armenia.
BBC NEWS MUNDO
“La gente se desmaya esperando por conseguir pan”: el bloqueo que tiene a 120.000 personas aisladas por el conflicto de Nagorno-Karabaj
Manifestantes en Stepanakert, capital de la región de Nagorno-Karabaj, piden la reapertura de una ruta bloqueada que los conecta con Armenia. Getty Images
Hace casi nueve meses el corredor de Lachin está bloqueado por las autoridades azerbaiyanas, lo que ha provocado una grave escasez de alimentos, medicamentos, productos de higiene y combustible en la región separatista.
Hayk, de 18 años, que prefiere no dar su nombre real, está de pie en el balcón de un modesto hotel en Goris, en el lado armenio de la frontera con Azerbaiyán, hablando con su madre por videollamada.
“No hay huevos, ni azúcar, ni dulces, el pan está racionado, el otro día me levanté a las 4 de la madrugada para hacer fila”, dice su madre, hablando desde la ciudad de Martakert, en Karabaj.
Los armenios no pueden llegar a sus familias al otro lado del corredor de Lachin porque Azerbaiyán lo mantiene bloqueado desde diciembre.
En las redes sociales circulan fotos y videos de tiendas vacías, si bien ningún medio independiente ha podido llegar al enclave de Nagorno-Karabaj.
“La gente hace cola durante horas para conseguir porciones mínimas de comida. La gente se desmaya en las filas del pan“, dice la periodista local Irina Hayrapetyan en un mensaje de voz grabado desde el interior del enclave étnico armenio.
“No tenemos combustible para el transporte y la gente tiene que caminar muchos kilómetros a pie para hacer fila para comprar lo que pueda para alimentar a sus familias”.
Las autoridades locales de Nagorno-Karabaj dicen que una de cada tres muertes se debe a la desnutrición.
“Conozco un caso en el que una mujer embarazada perdió a su hijo porque no había gasolina para llevarla al hospital”, cuenta la madre de Hayk, que se refiere al desabastecimiento que desde marzo se percibe también en la falta de medicamentos e insumos básicos como el shampoo, así como en los cortes regulares de electricidad.
Hayk se siente lleno de odio, miedo y desesperación: “Porque entiendo que tarde o temprano mi hogar, mi ciudad, mi país serán tomados por Azerbaiyán“.
Una pelea histórica
Para los armenios de Karabaj su hogar es Artsaj, una república autoproclamada que no existe en el mapa mundial, ya que este enclave montañoso es parte de la región de Nagorno-Karabaj de Azerbaiyán.
A pesar de tener tanto en común culturalmente, los dos estados del sur del Cáucaso, Armenia y Azerbaiyán, han luchado por el control de esta tierra durante décadas en guerras que han costado decenas de miles de vidas.
En la guerra más reciente de seis semanas, en 2020, Azerbaiyán recuperó todos los territorios que rodean Nagorno-Karabaj en poder de Armenia desde 1994.
Un alto el fuego mediado por Rusia se basó en el despliegue de fuerzas de paz rusas para garantizar la seguridad de las personas de etnia armenia y controlar el corredor de Lachin, permitiendo la libre circulación de personas y bienes entre Karabaj y la República de Armenia.
Pero con Rusia enfocada en la guerra en Ucrania, Azerbaiyán bloqueó el camino a la capital regional de Nagorno-Karabaj, Stepanakert (conocida en Azerbaiyán como Khandendi) con activistas respaldados por el gobierno en diciembre pasado.
Fue así que en abril, Azerbaiyán instaló su propio puesto de control militar en la entrada del corredor de Lachin, argumentando su “derecho soberano” y el “pleno restablecimiento de su integridad territorial”. A su vez, acusó a Armenia de utilizar la carretera para traer suministros militares, lo que Armenia niega.
Las únicas organizaciones humanitarias internacionales con acceso a Nagorno-Karabaj son el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la organización de limpieza de minas Halo Trust.
Por su parte, Halo Trust dice que no ha podido desplegar los equipos de desminado en las últimas semanas porque su personal está demasiado cansado para trabajar después de hacer filas toda la noche para conseguir alimentos y regresar a sus casas con las manos vacías.
Para la organización de desminado, detener las operaciones en Martakert es particularmente desacertado, ya que ese lugar se ha convertido en un centro para las personas desplazadas por la guerra en 2020, que ahora corren el riesgo de sufrir daños y desnutrición.
Si bien la Cruz Roja ha llevado a cabo las salidas médicas, no ha podido garantizar un paso seguro.
La situación la pudo corroborar la familia Khachatryan el 29 de julio, el día en que Vagif Khachatryan, de 68 años, era transportado a Ereván, la capital de Armenia, para una cirugía urgente por un problema cardíaco.
“Cuando se acercaron al puesto de control azerbaiyano, dijeron que tenían que llevárselo durante 10 minutos para hacerle algunas preguntas”, cuenta su hija Vera Khachatryan. “Se llevaron a mi padre con un empleado de la Cruz Roja. Unos minutos después, el empleado de la Cruz Roja regresó pero a mi padre se lo llevaron con destino desconocido”.
Vera Khachatryan, originaria de Karabaj, se mudó a la ciudad armenia de Jermuk después de que su pueblo fuera devuelto a Azerbaiyán como parte del acuerdo de alto el fuego. “Ahora, cada minuto, cada segundo, pienso: ¿Qué pasa si su corazón se detiene?”
El caso de Vagif Khachatryan ha conmovido a los hombres de Nagorno-Karabaj. Las autoridades de Azerbaiyán lo acusan de crímenes de guerra cometidos durante la Primera Guerra de Karabaj en 1992.
“Hay muchos testigos que lo reconocen a través de informes de los medios. Nunca dijimos que los criminales de guerra no deberían enfrentar a la justicia”, dice Hikmet Hajiyev, asesor especial del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev.
Vera dice que las acusaciones son falsas. “Defender a su país no es un crimen. No puede haber un juicio justo en Azerbaiyán. Tal vez algún día haya justicia, pero no tenemos tiempo para esperar”.
Esta semana, tres jóvenes futbolistas armenios de Karabaj fueron detenidos en el mismo puesto de control por profanar la bandera de Azerbaiyán en 2021. El temor es que cualquier hombre de etnia armenia pueda correr la misma suerte si intenta cruzar.
Las otras dos hermanas de Vera permanecen en Karabaj bajo bloqueo.
“La nieta de mi hermana tiene dos meses, no hay fórmula para bebés, su madre no tiene suficiente leche porque no come adecuadamente. No hay medicinas para mi sobrino de 22 años que sufrió daño cerebral durante la guerra, perdió la capacidad de hablar y su brazo derecho no se mueve.”
El reclamo internacional
Este mes, Estados Unidos pidió a Azerbaiyán que restableciera la libre circulación por el corredor de Lachin en una reunión de emergencia que mantuvo el Consejo de Seguridad de la ONU sobre esta crisis.
La Corte Internacional de Justicia ya le había informado a Azerbaiyán que regía una orden legalmente vinculante para permitir “el movimiento sin obstáculos de personas, vehículos y carga” en ambas direcciones por carretera.
Pero los armenios se muestran escépticos respecto del compromiso de la comunidad internacional para resolver la crisis. En Ereván, un grupo de manifestantes bloquearon la entrada a la oficina de la ONU con alimentos y sacos de harina para exigir la reapertura de la carretera.
Azerbaiyán niega que se esté desarrollando una crisis humanitaria. Dice que quiere el control total del territorio y ha ofrecido una ruta de suministro alternativa a través de la ciudad de Agdam, recuperada durante la guerra de 2020.
“Dentro de 24 horas también se abrirá la carretera de Lachin, cuanto más carreteras abiertas es mejor para todos”, señala el asesor especial del presidente de Azerbaiyán.
Hikmet Hajiyev dice que a los armenios de Karabaj se les han ofrecido los mismos “derechos lingüísticos, culturales y religiosos, incluidos los municipales” que a los ciudadanos azerbaiyanos.
Pero el embajador general de Armenia, Edmon Marukyan, acusa a Azerbaiyán de hacer falsas promesas cuando solo existe una ruta que conecta Armenia y Nagorno-Karabaj. “Quieren intentar cambiar la mirada de la comunidad internacional, terminar con el entendimiento y la obligación del corredor de Lachin”, dice Marukyan.
La exrelatora especial de la ONU, Gulnara Shahinian, dice que cortar el último vínculo con la República de Armenia significará la aniquilación para los armenios de Karabaj.
“Es sabido el nivel de violaciones a los derechos humanos que se producen en Azerbaiyán con toda su política de odio, ¿cómo se puede esperar que haya una buena actitud hacia los armenios en Karabaj?”, dice Shahinian.
A poca distancia de Goris, un panorama montañoso ofrece una visión clara de la crisis actual. Del lado armenio, nada se mueve a lo largo de una nueva carretera construida para esquivar el territorio devuelto a Azerbaiyán como parte del acuerdo de alto el fuego de 2020.
Una fila de camiones cargados con 400 toneladas de ayuda humanitaria para Karabaj, incluidos alimentos, medicamentos, fórmula para bebés y otros artículos de primera necesidad, está estacionada en el acceso al puesto de control de Azerbaiyán.
Le pregunto a un camionero qué insumos transporta, mientras recuerdo que lo que más extraña la madre de Hayk es el aceite de cocina.
“Veintidós toneladas de aceite de cocina”, me responde.
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