Su costo será de US$100 millones y la construcción estará a cargo de una empresa china. Pero no se levantará en China, y muy pocas personas podrán ver el moderno edificio cuando esté terminado.
BBC NEWS MUNDO
La futurista y revolucionaria arquitectura de la Antártica, el continente más seco, frío y despoblado del planeta
Es un diseño futurista: un edificio largo, plano y brillante, que fue pensado como un hogar temporal para 65 personas.
¿La razón? Será construido en Antártica, el continente más seco, despoblado y frío del planeta, y se convertirá en la nueva sede de la estación Comandante Ferraz para la exploración brasileña en esta región.
Después de que la base original fuera consumida por las llamas en el 2012, la fuerza naval de Brasil lanzó un concurso para escoger el mejor proyecto para construir una nueva base.
Un estudio de arquitectura brasileño ganó la convocatoria y Corporación Nacional de Importación y Exportación de Electrónica de China (CEIEC, en inglés), una empresa china de ingeniería y defensa, se hizo cargo de la construcción. La obra se completará en el 2018.
Localizada en una isla cerca de la costa de Antártica, se encontrará a unos mil kilómetros del punto más austral de Sudamérica. No hay rutas de aviones ni de buques mercantes que pasen por allí.
Y aunque se pudiera llegar de manera independiente, como la mayoría de las estaciones en el continente, la estación Comandante Ferraz estará cerrada al público.
Nadie, salvo el personal que ocupa la base, podrá ver la construcción terminada. Entonces, ¿por qué poner tanto empeño en el diseño de un edificio que, al parecer, sólo van a ver 65 personas al año?
¿No serviría un edificio funcional, sin más detalle ni estilo arquitectónico?
Lo cierto es que no sólo Brasil impulsa esta idea de construir una base al estilo ciencia ficción. En el 2013 India presentó su nueva base Bharati, con un diseño igualmente moderno.
En este caso, la construcción consiste en 134 contenedores prefabricados para facilitar el transporte y las obras, pero esto no puede distinguirse a simple vista.
Y en el 2014, siguiendo el fenómeno, Corea del Sur inauguró la estación de Jang Bogo -un gran módulo dividido en tres alas que está sostenido por bloques de acero reforzado- en el que pueden albergarse hasta 60 personas.
Pero, ¿cuál es la explicación para esta extravagancia arquitectónica?
“Las estaciones en la Antártica se están convirtiendo en el equivalente de las embajadas en el hielo”, le dijo a la BBC Anne-Marie Brady, editora en jefe del diario Polar Journal.
“Esos edificios son como vitrinas de los intereses de esas naciones en la Antártica y un símbolo de su estatus”, agregó.
Convenio por la conservación
Esos intereses pueden ser meramente científicos. Pero sólo dentro de 40 años podrá analizarse nuevamente si se levanta la prohibición de la exploración mineral en la zona y cada país quiere estar listo para sacar ventaja si llegara a darse un cambio.
Erigir un moderno edificio en el hielo antártico se ha convertido en un gesto similar a cuando antiguamente se plantaba una bandera para reclamar la soberanía sobre un terreno.
Pero no siempre ha sido así.
En marzo de 1903, los 33 hombres de una expedición escocesa a la Antártica llegaron hasta las islas Orcadas del Sur y construyeron un refugio hecho de rocas.
El líder del grupo, William Bruce, bautizó el lugar Omond House en honor a un famoso meteorólogo escocés Robert Traill Omond.
Fue la primera construcción permanente en la Antártica y actualmente forma parte de la base argentina en la zona conocida como Orcadas.
A pesar de las heroicas expediciones de Amundsen, Scott, Schackleton y Mawson, sobre la superficie del continente blanco no se construyeron más que cabañas hechas de madera. Nada con elegancia.
Pero luego llegó el primer “boom” de construcción, impulsado por lo que se denominó como el Año Internacional de la Geofísica (IGY, por sus siglas en inglés), entre 1957 y 1958.
En 1959, el Tratado Antártico, que fue una consecuencia del IGY, suspendió todos los reclamos de soberanía, pero de alguna manera llevó a varios países a consolidar su presencia de otra manera; por ejemplo, construyendo bases.
Otro incentivo para instalar bases fue la cláusula del acuerdo que les otorgaba a los países que tuvieran “una actividad de investigación sustancial” en la Antártica un derecho a voto en las reuniones para determinar el futuro del continente blanco.
La estación de investigación McMurdo, de EE. UU., fue construida durante ese periodo. Impulsada desde 1962 hasta 1972 por un reactor nuclear, es la construcción más grande de la región: alberga a unas mil 200 personas.
Nieve hasta el cuello
Durante años, debido a las enormes dificultades técnicas y logísticas para construir cualquier cosa en esta zona árida, la elegancia arquitectónica estaba fuera de los planes.
Las casi nulas precipitaciones que hacen que se clasifique a este continente como un desierto, junto a los fuertes vientos y la acumulación de hielo y nieve, lo convierten en un territorio inhóspito para los constructores.
Muchas de las bases que se han erigido en esta zona hostil han tenido que ser abandonadas tras ser cubiertas por el hielo.
Por ejemplo, la base británica Halley ha tenido tres versiones: una construida en 1956, otra instalada en 1973 para reemplazar la primera y la última inaugurada en el 2013.
La última versión, la Halley VI, tuvo una profunda diferencia con sus antecesoras e inició el camino que han seguido otros países: se trata de una construcción modular que permite el traslado de la base cuando las condiciones del clima se vuelven intolerables.
Halley VI, la primera estación móvil, es glamurosa y cómoda al mismo tiempo.
“Todas las nuevas bases lucen geniales y también hacemos ciencia en ellas. Es un reflejo de lo que ocurre en nuestra era”, afirmó Brady.
Uno de los grandes problemas que habían tenido las otras construcciones en la Antártica era la acumulación de nieve.
Y Sudáfrica fue uno de los primeros países en resolver ese inconveniente con su base Sanae IV, que fue inaugurada en 1997.
La idea era básica: los módulos fueron construidos sobre un muelle para que la nieve quedara debajo de los edificios. No encima, como ocurría antes.
Los recursos del continente
Otro elemento fundamental dentro del diseño de los nuevos edificios es el aprovechamiento de la energía.
La mayoría de las bases utilizan combustible diésel, que es caro, difícil de transportar y contamina el ambiente.
En ese sentido, la estación belga Princesa Isabel se convirtió en la primera en reducir sus emisiones a cero, basándose en dos modelos actuales de energías renovables: la solar y la eólica.
Pero lo más sorprendente es que no tiene calefacción, pese a estar en uno de los lugares más fríos del planeta. El diseño por capas permite retener la temperatura interior y aprovechar la energía residual del sistema eléctrico y la actividad humana para calentar las paredes.
Pero si la estación belga parece sacada de una película de James Bond, la última base china -Taishan, la cuarta construida por el gigante asiática en el continente- parece un platillo volador. Fue erigida en sólo 45 días y está previsto que dure pocos años.
“China probablemente comenzará a construir una quinta base este año”, dijo Brady.
Pero como todas las demás, pocas personas podrán verla.