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Incendios en el Amazonas: cómo la selva amazónica se volvió más inflamable pese a ser uno de los lugares más húmedos del mundo

¿Cómo puede la selva amazónica, uno de los lugares más húmedos del mundo, ser escenario de miles de incendios cada año?

La selva amazónica se ha vuelto cada vez más susceptible a sufrir incendios. REUTERS

La selva amazónica se ha vuelto cada vez más susceptible a sufrir incendios. REUTERS

Solo en Brasil, que alberga el 60% del llamado “pulmón del planeta”, el número de incendios forestales creció en un 84% en solo un año hasta alcanzar los 74 mil 155 entre enero y agosto de 2019. Y de estos, más de la mitad se dieron en la Amazonía.

En la selva tropical más grande del mundo, la humedad es tan alta que, en ciertas áreas, sus bosques son capaces de crear su propia temporada de lluvias con el vapor de agua que transpiran sus hojas.

¿Por qué entonces hay varios focos de fuego ardiendo sin control desde hace hace más de dos semanas?

Poca información

A diferencia de los incendios forestales que se desatan cada verano en Europa, los del territorio amazónico han sido muy poco estudiados.

Aún así, las pocas investigaciones que se han hecho sobre este tema apuntan a que esta selva, que se reparten nueve países sudamericanos, se ha vuelto más inflamable en las últimas décadas.

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Las llamas en la selva no son muy altas, así que hay que combatirlas desde el suelo.

A diferencia de los bosques europeos, la Amazonía goza de una barrera natural contra el fuego.

Primero, porque el dosel que forman las copas de los árboles permite atrapar la humedad en la parte inferior, conocida como sotobosque. Este alto nivel de humedad dificulta que las llamas prendan o se extiendan.

Y, segundo, porque las posibilidades de incendios en esta región son muy escasas, como le explicó desde Brasil a BBC Mundo Jos Barlow, profesor de Ciencias de la Conservación de la Universidad de Lancaster.

“Hay pocas evidencias de incendios forestales naturales en la Amazonía porque eso requeriría que hubiera rayos secos, es decir, sin lluvia”.

“Esto es frecuente en algunas partes del mundo, pero no en el Amazonas”.

Por lo tanto, la gran mayoría de incendios que se dan en esta región poco poblada son iniciados por los seres humanos, como ya señalaban los expertos que comenzaron a registrar los primeros focos en los años 80. “Resaltaron los vínculos con la ganadería y la tala, porque la ganadería involucra la quema de árboles y la tala hace que el bosque sea más inflamable”, afirmó Barlow.

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“Pero, en los últimos años, hay una serie de causas más complicadas que están haciendo que los incendios sean tan prevalentes hoy en día”, añadió.

Una de ellas es que, una vez que un bosque ha sido víctima de las llamas, tiende a ser más susceptible de que esto se repita.

“Donde arde un bosque y la mortalidad de los árboles es alta, digamos que el 40% o 50% de los árboles mueren, estos se caen y dejan el techo más despejado. Esto hace que el sotobosque sea más seco y además añade combustible en forma de hojas y ramas, haciendo más probable que arda otra vez”.

Y cada vez hay más incendios.

Días de humo

El incremento de incendios en la cuenca amazónica no es nuevo, aunque su intensidad, sí.

Ya en 2009, Ilan Koren, investigador atmosférico del Instituto de Ciencias Weizmann, en Israel, advertía en el portal EarthSky: “Si miras imágenes satelitales de la Amazonía, la mayor parte de Sudamérica, durante la estación seca, verás que muchos días no se puede ver la superficie debido a la presencia de humo“.

Unos años antes, Koren había participado en un estudio que arrojó que el número de incendios forestales en selva amazónica se había duplicado entre 1998 y 2005.

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La deforestación ha contribuido a que la selva sea más inflamable.

Su investigación, además, afirmaba que el humo impedía a las nubes reflejar los rayos del sol con normalidad, provocando que el clima terrestre recibiera más energía solar de la normal.

El efecto del cambio climático

Otro elemento que ha vuelto la selva más vulnerable a las llamas es el cambio climático, como explicó Barlow: “Tan solo las subidas de la temperatura, que ya se están dando en la Amazonía, hacen que la selva sea más inflamable”.

La selva amazónica es tan grande, que las temporadas de lluvia varían de una zona a otra, como explicó el catedrático.

En el sur, el área afectada por los incendios actuales, hoy es temporada seca. Y, si bien como dijo la Nasa en su página web, “no es inusual ver incendios en Brasil en esta época del año debido a las altas temperaturas y la baja humedad”, los fuegos actuales preocupan a expertos como Barlow.

“Lo que inquieta ahora de estos incendios es que están pasando en la parte sur de la selva amazónica, donde es temporada seca. No sabemos qué tan malos serán cuando la temporada seca llegue a la parte central, que sucederá en octubre o noviembre”.

Un clima más cálido hace que el bosque sea más seco, pero también genera anomalías como la intensificación de la frecuencia del fenómeno del Niño.

“Y las áreas central y oriental de la Amazonía tienden a ser las más afectadas cuando El Niño llega con fuerza. Por eso, la preocupación ahora está en Brasil”.

Otra consecuencia de tantas variaciones y anomalías climáticas es que ahora la temporada seca, la de mayor riesgo de incendios, dura más con cada década que pasa.

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Los incendios se dan en la temporada seca, que cada vez dura más.

Las esperanzas de que esto se revierta son pocas: según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), en 2100, las temporadas secas en la Amazonía se alargarán entre tres y 10 días.

Tala y deforestación

La tala y la deforestación, autorizadas o no, también han contribuido a que la selva se vuelva más inflamable.

“Se sabe que la deforestación reduce la lluvia a nivel local, así que hace que el bosque sea vuelva más seco. También aumenta los bordes del bosque y se sabe que estos son áreas más secas y, por tanto, más inflamables”, explicó Barlow.

“Además, gran parte de la selva está siendo talada, lo que deja huecos en el dosel que forman las copas de los árboles. Esto hace que el sotobosque se vuelva más seco y tenga más posibilidades de arder y también añade mucho combustible a la atmósfera porque te deja ramas y hojas de la misma tala, que en caso de prenderse producen más calor”.

Cuando la selva arde por primera vez, las llamas son muy pequeñas, como explicó el experto: “Apenas unos 30 centímetros de alto y se queman muy lentamente, así que solo avanzan entre 100 y 200 metros al día”.

Como el dosel no deja ver lo que sucede en el sotobosque, los incendios en la Amazonía solo pueden ser combatidos desde tierra y muchas veces pasan desapercibidos.

“Es un desastre que se mueve lentamente y solo llegan a la prensa después de haber estado ardiendo durante días”.

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