Ocurrió en medio de los bombardeos estadounidenses en la capital de Afganistán. Pero este no fue el primer encuentro entre el reconocido periodista pakistaní y el líder de al Qaeda.
BBC NEWS MUNDO
Hamid Mir, el periodista que entrevistó 3 veces a Osama bin Laden
Siete semanas después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, Hamid Mir estaba frente al hombre acusado de perpetrarlos en una ubicación no conocida en Kabul. Fue la última entrevista que le concedió Osama bin Laden.
La primera vez que Mir tuvo delante a Bin Laden apenas sabía nada de él. Después de un segundo encuentro se dio cuenta de que era alguien “muy peligroso”. Cuando lo entrevistó por tercera vez el mundo había cambiado para siempre.
Cuando se le pregunta si tuvo miedo, dice que le temía más a los bombardeos que al líder de al Qaeda.
En esta conversación, Hamid Mir nos cuenta la historia detrás de esas entrevistas.
¿Cómo lograste contactar con Osama bin Laden?
Es una larga historia. En 1997 escribí un artículo en el que decía que Estados Unidos apoyaba a los talibanes y que también estaba presionando al gobierno paquistaní para que los respaldara, y que querían usarlos como policía de oleoductos para una compañía petrolera estadounidense, Unocal.
Cuando se publicó mi artículo, la entonces primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, me llamó y trató de explicar su posición, diciéndome que no compartía la ideología de los talibanes y que solo los apoyaban por razones estratégicas, porque no tenían un gobierno amigo en Afganistán y, en última instancia, protegían el gasoducto de Turkmenistán a Pakistán.
Ella me refirió a su ministro del Interior, el general Naseerullah Khan Babar, quien me repitió lo mismo que la primera ministra. Él me ofreció reunirme con algunos líderes talibanes en Kandahar (Afganistán) y allí fui.
Estaban enojados por mi columna.
Me dijeron que la radio iraní estaba citando a Hamid Mir, quien escribió que los talibanes estaban trabajando para los estadounidenses.
Entonces me preguntaron: “¿Sabes que estamos albergando al mayor enemigo de Estados Unidos?”.
Dije que no sabía quién era. “Osama bin Laden”, me contestaron.
En ese momento yo no lo conocía.
¿No habías oído hablar de él?
No, no sabía nada de él. En ese momento escribí su nombre por primera vez.
Me dijeron que podían organizar una reunión con Osama, con la condición de que después de eso no escribiera que estaban trabajando para los estadounidenses. Dije: “Está bien, no hay problema”.
¿Cómo fue llegar hasta él?
No era muy difícil en ese momento porque no había restricciones en la frontera. Fue en 1997.
Fuimos a Jalalabad, que está en el lado este de Afganistán, desde allí atravesamos por las famosas montañas Tora Bora hasta un gran complejo de cuevas, y allí estaba un líder talibán muy famoso, el maulvi Younis Khalis, para darme la bienvenida.
Luego hubo un proceso de seguridad muy complicado, un registro corporal. Los guardias de seguridad hasta pusieron sus manos bajo mi ropa interior y me enfadé.
Después de eso conocí a Osama bin Laden, quien se disculpó.
“Lo siento”, dijo, “pero este es el proceso de seguridad. Lo hacen con todos, incluso con los miembros de mi familia”.
Así que nuestro primer encuentro comenzó con este “lo siento”.
¿Cómo era Bin Laden en ese momento? ¿Cuál fue tu impresión?
Francamente, no era una persona muy famosa entonces y no sabía mucho sobre él.
¿De qué hablaron?
Lo más importante es que en ese momento, en 1997, en mi primera entrevista con él, estaba sugiriendo una alianza de los talibanes con Irán y China.
Los talibanes nunca tuvieron buenas relaciones con Irán, así que me sorprendió que esta persona sugiriera una alianza de los talibanes con China e Irán.
Lo segundo que dijo fue que Estados Unidos ya no sería una superpotencia. Esto en 1997.
Hizo estas afirmaciones antes del 11 de septiembre.
¿Cómo ocurrió la segunda entrevista?
Se realizó en Kandahar en 1998, cuando publicó un edicto (fatwa) sobre el asesinato de estadounidenses.
Esa entrevista se centró principalmente en su ideología. Fue una conversación muy larga, quizás de unas cuatro o cinco horas.
Lo confronté. Le cuestioné que su ideología iba en contra de los principios básicos del islam porque, según las enseñanzas islámicas, la sangre de un no musulmán inocente es igual a la sangre de un musulmán.
Le decía que si quería matar a no musulmanes inocentes, eso no era islam.
Él trataba de justificar su ideología sobre el asesinato de los estadounidenses.
Argumentaba que los ciudadanos estadounidenses comunes pagan impuestos a su gobierno, votan por su gobierno, eligen a su gobierno. Entonces crean políticas antimusulmanas.
Por eso justificaba matar a todos los estadounidenses. Era un argumento muy, muy débil.
¿Eras consciente de que se convertiría en lo que se convirtió?
Esta entrevista se realizó en mayo de 1998 y pocos días después hubo bombardeos en Kenia y Tanzania.
Al Qaeda nunca aceptó la responsabilidad, pero yo sospechaba de ellos.
Después de la segunda entrevista me di cuenta de que en realidad era una persona muy peligrosa. Se convirtió en un terrorista muy famoso y en la persona más buscada después de esa entrevista.
Después del 11 de septiembre de 2001 te vuelven a contactar para un tercer encuentro con Bin Laden. ¿Qué fue distinto esta vez?
Ocurrió siete semanas después de los ataques. Pasé una noche en Jalalabad, dos noches en Kabul. Ni siquiera su propia gente sabía de su ubicación.
Así que lo estábamos esperando en Kabul. O quizás no estaba allí. No sabía la ubicación porque cuando me llevaron a él, me vendaron los ojos, algo que no había ocurrido ni en la primera ni en la segunda entrevista.
En la última entrevista, los protocolos de seguridad fueron más estrictos y nunca me permitieron usar mi cámara. Me dijeron que tenían la suya y que harían las fotos y me darían el rollo.
No me permitieron filmar la entrevista.
Confiscaron mi equipo, pero usaron sus propias cámaras, sus propias grabadoras. Y cuando terminó, me entregaron el casete y el rollo fotográfico.
Les pregunté por qué no me habían permitido usar mi cámara y mi grabadora. Entonces Ayman al-Zawahri, quien también estuvo presente en esa entrevista, se echó a reír y dijo: “Estamos luchando contra un país muy poderoso y no confiamos en nadie”.
“Oh, está bien”, dije yo, “puedo entender que tengas miedo de que tal vez te mate con mi cámara”. Se rieron y eso fue todo.
A diferencia de las dos primeras entrevistas, que fueron muy largas, la tercera no lo fue, porque se hizo en medio del bombardeo estadounidense.
Además de los protocolos de seguridad, ¿había cambiado algo en Bin Laden desde las dos primeras entrevistas?
Creo que hubo un ligero cambio en su ideología.
Le pregunté qué pensaba de que mucha gente en Europa y Estados Unidos se opusiera a la guerra en Afganistán.
Tomó una posición muy defensiva. Estaba un poco molesto y dijo: “Sí, sí, tienes razón. No todos los estadounidenses son malas personas. Hay gente buena y de buen corazón”.
Así que esta vez me estaba diciendo que todos los estadounidenses no eran malas personas
Entonces le pregunté si buscaría una solución política para esta guerra. Me dijo que nunca se opuso a la solución política.
Cuando terminó la entrevista tomamos té, y hubo un bombardeo. El ruido era aterrador y francamente yo quería salir de allí.
Pero él estaba hablándome con una intrépida sonrisa en su rostro. Se estaba comportando como una persona normal y me decía: “Mire, señor Mir, recuerde mis palabras: los estadounidenses tendrán un diálogo con los talibanes algún día. Recuerde mis palabras”.
También me dijo: “He atrapado a los estadounidenses. Quería que vinieran a Afganistán. Ahora están en Afganistán y se irán después de una gran humillación”.
No le creí. Pero Osama bin Laden predijo conversaciones entre los talibanes y los estadounidenses en 2001, Osama bin Laden predijo una alianza de los talibanes con Irán y China. Predijo que Estados Unidos ya no sería una superpotencia.
20 años después del 11 de septiembre estas predicciones se están cumpliendo. Nos guste o no.
¿Qué crees que había detrás de esas predicciones? ¿Un plan, un deseo, información de inteligencia?
No puedo decir que fuera una persona inteligente, pero estaba hablando a la luz de la historia. Él estaba hablando de su compromiso, hablando como una persona comprometida.
Aunque en ese momento, después de los ataques del 11 de septiembre, los talibanes decían que Osama bin Laden no era responsable de los ataques del 11 de septiembre.
Pero algunas personas como yo, que estaban en contacto con él como periodistas, estábamos seguros de que él era el responsable.
Él no hablaba como un erudito porque sus argumentos no eran muy sólidos. Solo hablaba como una persona comprometida y sin miedo. Estaba comprometido con derrotar a Estados Unidos.
Aún hizo otra predicción más en la última entrevista. Dijo que los estadounidenses podrían matarlo, pero no podrían capturarlo vivo.
Los estadounidenses lo mataron, pero no lograron capturarlo vivo. Entonces este era un compromiso. No era inteligencia.
¿Lo confrontaste por los atentados del 11-S?
Le hice algunas preguntas muy difíciles, a pesar de que era una zona de guerra. Y te puedo decir que se molestó conmigo.
Le dije que estaba seguro de que era el responsable de los ataques del 11 de septiembre y que no asumía la responsabilidad. Me respondió con la pregunta de que si (el presidente estadounidense George W.) Bush asumiría la responsabilidad por el asesinato de niños palestinos.
Estabas ante el hombre acusado de perpetrar los ataques del 11-S. ¿Tuviste miedo en algún momento?
No tenía miedo de él, porque era mi tercer encuentro con él. Sí temía por mi vida porque estaba realizando esa entrevista en medio de una gran guerra. Los estadounidenses estaban bombardeando.
La noche antes los bombardeos cayeron alrededor del edificio dónde me estaba quedando. Allí había combatientes de al Qaeda. No dormí en toda la noche.
Para mí era muy sorprendente que esos combatientes de al Qaeda estuvieran orando y orando por su muerte. Querían convertirse en mártires. Era una situación muy perturbadora para mí. En las primeras horas de la mañana, cuando rezaban, me pidieron que orara por su martirio.
Cuando estaba sentado frente a Bin Laden y mi entrevista había terminado, él estaba hablando y hablando y hablando. Yo quería huir. Temía por mi vida.
No estaba aterrorizado por Bin Laden, pero estaba aterrorizado por el bombardeo estadounidense.
¿Cómo terminóel encuentro?
Me dijo: “Muchas gracias sr. Mir. No sabemos si nos volveremos a ver”.
Pidió a su gente que me ayudara a salir de Kabul. Así que salí de la ciudad.
Había un complejo de la ONU en las afueras, y un puesto de control donde los talibanes me retuvieron durante dos o tres horas. Pero finalmente me dejaron ir.
¿Qué ocurrió después?
Unos días después, algunos periodistas empezaron a investigar sobre mi entrevista, porque esa fue la última entrevista que dio Osama bin Laden. Mucha gente se sorprendió de cómo un periodista paquistaní llegó hasta la persona más buscada.
Primero fue un periodista de Dinamarca quien, después de la caída del gobierno talibán, en diciembre de 2001, investigó el lugar de mi entrevista.
Después de hacer esta investigación, vino a entrevistarme y me dijo que había ocurrido en el área de Wazir Akbar Khan de Kabul. Ese lugar fue bombardeado apenas unos minutos después de la entrevista.
Me quedé aterrorizado. Y luego fue una gran sorpresa para mí que el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, hizo una declaración en el Congreso de Estados Unidos en la que confirmó que “el periodista paquistaní Hamid Mir realizó su última entrevista con Osama bin Laden en noviembre de 2001 en Kabul”.
¿Los estadounidenses te contactaron en algún momento?
Cuando regresé y se publicó mi entrevista, la inteligencia paquistaní me detuvo y dijeron que quizá se trataba de una entrevista falsa. El gobierno de Pakistán decía en algunos medios que no era una entrevista real.
Pero los medios estadounidenses, especialmente CNN, examinaron todo y llevaron a cabo una investigación y llegaron a la conclusión de que era una entrevista genuina.
Y finalmente, el secretario de Estado estadounidense dijo que la entrevista se realizó en Kabul.
Nunca entré en contacto con la embajada de Estados Unidos, pero los medios estadounidenses sí me contactaron.
Después Bin Laden desapareció. ¿Hubo algún contacto más durante el tiempo que permaneció escondido?
Dos o tres veces, entre 2002 y 2006, me enviaron algún material por correo. Nunca me enviaron ningún correo electrónico, nunca me enviaron ningún mensaje a mi teléfono móvil.
Ese material trataba sobre la situación en Egipto, que no me preocupaba. Así que creo que quizás fue enviado por Ayman al-Zawahiri, porque era de Egipto.
Pero después de 2006 nunca recibí nada.
Has recibido críticas por darle voz en tres ocasiones a “uno de los hombres más peligrosos del mundo“. ¿Qué le dirías a esa gente que te critica?
No fui el primer periodista pakistaní ni el primer periodista del mundo en entrevistar a Osama bin Laden. El primero que lo hizo fue un periodista británico Robert Fisk.
Después de mi primera entrevista en 1997, Osama bin Laden también concedió una entrevista al periodista estadounidense Peter Arnett.
Conocí a Robert Fisk cuando estaba cubriendo la guerra en Irak en 2003. Coincidimos en 2006 en Líbano, y hablé de esto con él.
Le pregunté si él alguna vez se había enfrentado a la pregunta de por qué había entrevistado a Bin Laden. Y él dijo que no, que la gente lo elogiaba por ello.
Le conté que yo me enfrentaba a esa pregunta. ¿Cuál fue su respuesta? Me dijo: “Sr. Mir, el problema es que usted es musulmán”.
Así que solo puedo decir que si Robert Fisk y Peter Arnett podían entrevistarlo, ¿por qué no Hamid Mir?